La pandemia de coronavirus asesta un golpe al narcotráfico, paralizando las economías, cerrando fronteras y eliminando las cadenas de suministros en China de las que dependen para obtener químicos y fabricar drogas como el fentanilo.
Uno de los principales proveedores que suspendió sus actividades se encuentra en Wuhan, el epicentro del Covid-19.
Agentes de cuerpos policiales y expertos revelaron que los cárteles de México y Colombia continúan activos, como lo evidencian los recientes decomisos de drogas.
Pero las medidas de confinamiento están afectando toda su operación, desde la producción al trasiego y hasta las ventas del narcotráfico.
A lo largo de la frontera de los 3 mil 219 kilómetros (2.000 millas) de Estados Unidos y México por la que cruza la gran mayoría de las drogas ilícitas, el tráfico generalmente ajetreado -que los capos aprovechan para pasar desapercibidos- se redujo a unos cuantos vehículos.
Los bares, clubes nocturnos y moteles de todo el país, que suelen ser centros fértiles de venta para los distribuidores, cerraron sus puertas. Y los precios de las drogas ante las cortas reservas se han elevado a niveles exorbitantes.
“Ellos enfrentan un problema de abastecimiento y un problema de demanda”, declaró Alejandro Hope, un analista de seguridad y exfuncionario del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN).
“Una vez que el narcotráfico las lleva al mercado, ¿a quién se las van a vender?”, dijo el exintegrante de la agencia de inteligencia mexicana.