Cuando un jugador acierta en el tiro de rifle adaptado en un remolque de feria, se activa una banda de músicos mecanizada, las figuras cantan y bailan acompañadas de luces que iluminan la noche.
El remolque, de 2 metros de ancho por 4 de largo, se convierte en el día en la casa de la familia Lugo Martínez.
Para poder alimentarse, la familia comenzó a desmantelar el juego para vender algunas de las piezas en el fierro viejo. Una de éstas fue un chango que bailaba y lanzaba agua.
Recibieron 100 pesos, mismos que sólo sirvieron para llevar a Ángeles, de ocho años, al médico, y a su hermano Cristopher, de tres, quienes tenía gripe y síntomas de asma.
La cama de Ángeles y su hermanito, también la usa como mesa para hacer la tarea que le dejan en la primaria Plan de Ayala, en Ecatepec.
Al inicio de la contingencia sanitaria, la maestra les encargaba a los alumnos tarea que podían escribir y repasar en libros.
Con la propagación de la pandemia y la activación de la Fase 3, la profesora cambió los trabajos de clase y envía a través de internet, videos de matemáticas y español para que los alumnos los descarguen.
La familia de Ángeles no tiene trabajo desde hace tres meses, desde que se restringió la instalación de ferias en la Zona Metropolitana.
No tienen dinero para comer, mucho menos para pagar por servicio de internet o una recarga de celular para descargar videos.
Andrea Martínez y Jonathan Lugo, papás de Ángeles, han tocado las puertas de las casas de los vecinos de Ecatepec para ofrecerles lavar ropa, cisternas, pintar paredes, trabajos de electricidad o de herrería y así poder conseguir dinero. Pero los colonos no han podido emplearlos.
Por la falta de recursos, Ángeles no ha hecho la tarea que implica el uso de internet. Sin embargo, su mamá estudia con ella trabajos escolares anteriores para que no deje de aprender.
«Lo más difícil es por los niños, uno como quiera hasta se aguanta en comer una vez al día pero los niños no, porque piden. Ahorita mi preocupación es mi niño, tiene principios de asma y si se enferma, me da miedo», narró Andrea.
Andrea y Jonathan duermen en una colchoneta que tienden en el suelo del remolque.
Mientras que, afuera, estacionado en el camellón de Avenida Plutarco Elías Calles, en la Colonia Ciudad Oriente, tienen almacenada agua en tres tambos que consiguen comprándola en pipas o acarreándola.