Pbro. Lic. Edgar J. Cruz Arauz
Un cristiano en su esencia es aquel que encontrándose con Jesús cree y le sigue como discípulo y misionero, porque tiene la certeza de que Él es el signo imperecedero de Dios que se ha humanizado. Y que gracias a sus palabras y a sus obras sabe lo que Dios le quiere comunicar sobre el ser humano, sobre la vida, la sociedad y los ámbitos de su desarrollo.
Un verdadero cristiano no puede estar ausente de los problemas qué como sociedad humana estamos viviendo y, desde el evangelio tiene que aportar al mundo su colaboración en la construcción de un mundo más humano. Qué dice un cristiano en tiempos del coronavirus. Qué nos enseñó Jesús sobre el problema de la salud y cómo dar nuestro aporte para una sociedad más justa y equitativa hoy.
El evangelio de Jesús y la Salud del Pueblo
El actuar de Jesús
Los evangelios en su conjunto contabilizan un total de 67 acciones curativas de Jesús. Sí hay algo a lo que Jesús dedicó gran parte de su servicio fue a sanar. Los que hayamos leídos los evangelios somos testigos que Jesús se acerca a los enfermos. Ellos están padeciendo las dolencias propias del pueblo pobre y subdesarrollado: ciegos, paralíticos, sordomudos, leprosos, desquiciados.
La gente enferma en tiempos de Jesús eran personas abandonadas a su suerte e incapacitados para para ganarse el sustento, arrastrados por su condición precaria a la mendicidad, a la miseria, al hambre. El enfermo en su gran mayoría era y sigue siendo por desgracia en su mayoría el pobre, el que es excluido, es el que no disfruta de la sanidad de la vida.
El enfermo está sometido y un pueblo sometido no puede hacer procesos de liberación. Al sistema que gobierna, le conviene una sociedad enferma. Porque los ciegos no pueden captar la vida en su entorno, encerrados en su aislamiento; porque los sordos y los mudos no pueden hablar ni comunicarse, no pueden cantar ni bendecir a Dios, y menos denunciar las injusticias cometidas en contra de ellos, su voz no se escucha; los paralíticos no pueden moverse, no pueden trabajar, no pueden transformar la realidad, no pueden caminar para encontrarse con sus hermanos y su Dios, y por ende, sentirse parte del pueblo trabajador. El enfermo vive excluido de una buena parte de la vida.
Así pues, hay que afirmar que una de las más destacadas preocupaciones de Jesús ha sido el problema de la salud humana, el número de acciones curativas fue de 67 y esto es significativo, pues su calidad humana se muestra mediante su actuar cuantitativo.
El actuar de Jesús y sus implicaciones para nosotros hoy
Comúnmente pensamos que las acciones curativas de Jesús están dirigidas a demostrarnos que él es Dios y, por tanto, debe seguir mostrándonos su poder curativo de forma extraordinaria, sí es que él, en verdad, es Dios.
Pero quizás, el significado que plantean es otro. Se trata de que a partir del Dios que se ha hecho hombre, y se ha hecho sensible en Jesús al sufrimiento humano, es decir, se ha humanizando, nos enteramos de lo que ese Dios nos quiere decir sobre el ser humano y su vida en sociedad.
Jesús tuvo un compartimiento de compromiso permanente con los que sufrían el dolor de la exclusión concretizada en los enfermos. Por eso, los evangelios nos dicen, que al verlos tuvo compasión, esto es, Jesús interiorizó el sufrimiento ajeno, el dolor del otro tocó sus entrañas, su corazón, su ser entero y, provocó en él una reacción, lo que se convierte en un punto de partida, de un comportamiento activo y comprometido, que se concretizó en actuaciones y compromisos diversos orientados a erradicar el sufrimiento humano.
Por eso, lo significativo es preguntarnos: ¿Qué nos quieres decir Dios a la sociedad humana con el compromiso sanador de Jesús?
1. Si Dios quisiera manifestarse como un dios milagrero ya lo hubiera hecho. Desde el inició hubiera fundado a Pare de sufrir y se hubiera hecho un dios millonario, un dios capitalista, un dios acumulador de la riqueza. Un dios manipulador y explotador del pueblo no necesitamos, ya con el que se creen dueño de México y en tiempos de coronavirus compra un estadio de beisbol tenemos y no sobra.
No, ¡requerimos personas que sigan a Jesús!, se comprometan a ser sal de la tierra y luz del mundo, centrando su vida en colaborar desde su trinchera – profesión, a aliviar el sufrimiento de los más desprotegidos (sin demagogias) y hacer más feliz la existencia humana.
2. Que todo hombre y mujer tienen derecho al acceso a la salud. Pues toda mujer y todo hombre son Hijos de Dios y, gozan de una dignidad – valor inalienable. Al que nunca debemos renunciar, antes bien, debemos luchar como Jesús luchó y enfrentarnos como Jesús se enfrentó a los poderes que creen que la riqueza del mundo les pertenece, y a ellos, debemos recordarles que el mundo ha sido creado para todos los seres humanos, pues también los pobres tenemos derecho a gozar de la salud, a gozar de que se nos ayude a remediar el dolor y el sufrimiento.
3. Una buena lectura de los evangelios nos tiene que recordar, que la gente que fue atendida por Jesús, en su gran mayoría fueron los pobres y excluidos de la riqueza social, aquellos que habían sido lanzados a la periferia de la sociedad para no ser visto por el rico y, de este modo sus consciencias no fueran interpeladas. Un cristiano auténtico, tal como lo hizo Jesús va contra corriente y, se convence que la creación de una sociedad más sana comienza con la creación de la infraestructura que tenga la capacidad de atender y en la medida de lo posible aliviar el sufrimiento de los que padecen, remediar el dolor de los lisiados, a fin de que los que sufren el dolor de la enfermedad puedan ser ayudados en la medida de sus padecimientos a vivir una vida más feliz y llevadera.
4. La creación de una nueva estructura social y la recreación de una nueva infraestructura social requiere que los cristianos católicos que formamos la mayoría de este país dejemos el letargo de la indiferencia y la comodidad del encierro en los propios problemas personales. Requerimos ser fieles a Jesús y dejarnos inspirar por su conducta de amor sensible al sufrimiento del hermano, porque allí donde se produce el sufrimiento, allí donde están las víctimas, los empobrecidos, los maltratados por un sistema embustero y mentiroso, injusto e inequitativo, que dice pensar en los pobres, pero no los ayuda en la realidad, deben surgir los miembros de la Iglesia y los hombres y mujeres de buena voluntad y convertirnos en una antorcha que ilumine a nuestra nación mexicana y porque no, al mundo entero.
5. Si algo nos enseñó Jesús es que su liderazgo nació de una familia del pueblo, la que formaron María y José, ellos le enseñaron a amar a su pueblo, a aceptar a cada hombre y a cada mujer, a anteponer al ser humano ante cualquier tipo de exclusión, de ellos aprendió a interpretar lo esencial de una costumbre y de un rito, de ellos supo que a Dios se le ama en el hermano y que cada mujer y cada hombre ocupan un lugar irremplazable en la vida del pueblo.
Por eso, debemos hoy buscar un líder que salga del pueblo y nos unifique, que ame al pueblo, que conozca al pueblo, que haya sido preparado para amar al pueblo, que su estudio científico, psicológico y espiritual trascendente tenga como objetivo servir al bien común de la gran mayoría del pueblo.
No requerimos a un hombrecito-dios pequeñito que se sienta grande. No necesitamos a un gigante de 6 años con pies de barro, requerimos a un ser humano que sienta el dolor del pueblo, que le mueva a crear una vida nueva para la gente más desprotegida, que esté dispuesto a ser criticado, y que la acepte como punto de partida para una autocrítica, que le haga más responsable en su labor encomendada.
Requerimos a un hombre con equilibrio afectivo, que no deje jamás de ser hombre. Un hombre con conocimientos científico-objetivos, que nunca deje de aprender y estudiar, que sepa preguntar y tenga la capacidad de hacer sistematización trascendente de sus conocimientos, un hombre que nos permita ver la eternidad en las manifestaciones culturales del pueblo.
6. Nuestra participación en la construcción de un mundo más sano debe pasar por muchos frentes y debe ser reconocido en cada hombre y cada mujer que cree en Cristo y se compromete en ayudar a aliviar el sufrimiento de sus hermanos desde la trinchera en la que se encuentra. Pues, la tarea de cada cual es necesaria y primordial, porque hace que nos manifestemos como un solo pueblo, un solo cuerpo en la unidad de quereres, un pueblo que busca mejorar sus condiciones de vida material y espiritual y, a partir de ahí ver una humanidad divinizada. Que no se conseguirá mientras haya un solo hombre o un asola mujer que no cuente con lo necesario para su desarrollo humano y espiritual.
7. Un pueblo sano es un pueblo que aprende a reconocer cada día quien le hace el bien. Esto implica que el pueblo adquiera el proceso de educación que le permita aprender a discernir y, con ello a diferencia al Pastor, del lobo.
Un justo y equilibrado discernimiento que nos permita tener un criterio objetivo que, en último término sepa diferenciar que la verdad crea obras y no solo discursos que son cada mañana más y más pesado y menos creíbles. Y que en consecuencia, nos hacen vivir en una frustración cada vez mayor, en un coraje que ya no se puede contener, a causa de una nueva desilusión.
Por ello, aprender a reconocer al pastor del ladrón conlleva que las ovejas -con perdón de la palabra no sean estúpidas-, requerimos ovejas inteligentes, que sepan elegir quien les guía y, por ello, las obras se convierten en imprescindibles. No me crean por mis palabras, créanme por las obras. Lo material es indiscutiblemente criterio de veracidad porque nos llevará a la trascendencia y al reconocimiento de la eternidad en su instante fugaz.
8. Un sano desarrollo implica la aceptación del pasado histórico con lo positivo y lo negativo. Una sociedad que desee vivir la sanidad en sus filas tiene que aceptar como nos han enseñado los estudios psicoanalíticos, su pasado. Y estos tienen que ser materia de construcción, cimientos desde los cuales construir el futuro. Querer acabar con lo que hizo el antecesor es querer borrar la historia y, ello provoca destruir la débil democracia que durante muchos años hemos construido, es debilitar aún más el sistema institucional del pueblo mexicano.
Un gobierno federal que en lugar de aumentar la inversión en materia de salud la recorta, es un gobierno catastrófico, que no tiene consciencia de realidad. El desmantelamiento de nuestro precario sistema de salud, bajo el argumento de la austeridad republicana, que deja a su suerte a médic@s y enfermer@s con falta de insumos y de protocolos médicos, no dándoles ni siquiera lo básico para su trabajo no puede ser calificado de otra manera sino como un acto criminal. Y aún peor, dejarles desprotegidos y mentir a la ciudadanía que se está preparado desde hace tres meses para enfrentar la pandemia, no es más que una actitud criminal. Lobos con piel de ovejas, hombres que subyugan a otros hombres para enriquecerse, vivir placenteramente y gozar de manera egoísta la vida, sin impórtales un bledo la vida y las familias de quienes con vocación de servicio entregan sus vidas por la salud de la gente del pueblo.
Agradecemos a los médic@s y enfermer@s su labor y entrega, su servicio y generosidad. Y desde la opción profética asumida por Jesús, denunciamos junto a ustedes la falta de insumos básicos para preservar su salud y la inadecuada forma de enfrentar la pandemia. Y solo estamos hablando del sector salud, faltan los problemas colaterales de conllevan enfrentar el coronavirus.
Por eso, es requisito indispensable que los que quedemos vivos después de esta pandemia nos organicemos, estudiemos de qué manera podemos construir una sociedad más equitativa, más justa, más sana. Jesús ya bajo, no volverá a bajar, nos toca nosotros comprometernos a crear un mundo donde toquemos desde aquí el cielo que se nos tiene prometido.