Por: Homero Aguirre Enríquez
|El gobierno federal se ha mostrado totalmente cerrado a reconocer los argumentos de quienes sostienen que hay inconsistencias, algunas muy graves, entre el número que se publica de afectados y fallecidos por el coronavirus, respecto a los que en verdad se presentan en nuestro país. La conclusión de varios científicos y analistas es que hay un reporte menor del número real de afectados por el coronavirus; es decir, que estamos ante los famosos “otros datos” que se esgrimen con mucha frecuencia, y que pasarán a la historia como una modalidad de la conducta del avestruz, que esconde la cabeza ante una realidad que lo abruma.
Se ha dicho, creo que con toda razón, que la mejor manera de eliminar dudas y, sobre todo, combatir eficazmente la pandemia, aparte de ordenar quedarse en casa y garantizar alimentos para las familias encerradas en sus domicilios, es aplicar masivamente pruebas para detectar enfermos de Covid-19, y a partir de los resultados aislar a los enfermos, atenderlos con servicios médicos de primera y hacer todos los gastos que se tengan que hacer para proteger la vida de la población, tanto de los trabajadores de la salud como de los enfermos y de la población sana. Pero en México, el gobierno continúa sin aplicar pruebas suficientes y sin destinar recursos en la escala mayúscula que se requiere. La resultante es que hay millones de personas con hambre, escenas dantescas de saturación de hospitales y funerarias, miles de médicos y personal de salud infectados y una curva ascendente de casos, misma que no “se aplana” más que en la imaginación de los funcionarios y sus porras, recurriendo a subterfugios verbales cada vez más increíbles e irritantes.
Da la impresión que lo que se busca es que la realidad se adapte al interés político y a los recursos muy limitados que destina el gobierno federal a su atención; limitaciones que, en honor a la verdad, no son responsabilidad exclusiva del gobierno actual, pero que deben ser resueltas por los actuales ocupantes del Palacio Nacional, puesto que esa es una de las promesas con las que llegaron al poder. Ponerse a pretextar, después de 18 meses de gobierno de “la 4T”, que los anteriores gobiernos no construyeron más hospitales de primer mundo ni graduaron a miles de médicos y enfermeras, es eludir el problema, es una maniobra deleznable. El Gobierno debe destinar recursos gigantescos para un plan de alimentación urgente, para hacer cientos de miles de pruebas y para ampliar a costa de lo que sea la cobertura hospitalaria. Debe dar resultados, no explicaciones.
Pero es notable la sordera casi absoluta para escuchar los datos que les proporcionan la realidad y otros actores políticos. En este sentido, es indignante la indiferencia, compartida con la que muestra el gobierno mexiquense, ante las peticiones de auxilio de los municipios mexiquenses pertenecientes a la Zona Metropolitana del Valle de México que, según datos oficiales, concentra alrededor del 43% de los infectados de coronavirus del país. En esa zona se encuentran Chimalhuacán e Ixtapaluca, los dos municipios que más claro y alto han hablado a través de sus presidentes municipales, Jesús Tolentino Román y Maricela Serrano, respectivamente, con relación a la dimensión verdadera del problema y a las graves carencias que enfrentan los hospitales (que no son responsabilidad de los municipios sino de las autoridades estatales y federales). Ambos alcaldes han dado públicamente datos estremecedores y preocupantes sobre lo que ocurre en sus municipios, pero tanto el gobernador como el presidente de la República han actuado como si nada ocurriera.
Veamos: el alcalde de Chimalhuacán escribió en un desplegado: “Chimalhuacán presenta 234 casos positivos de coronavirus, una tasa de contagios del 21.1% por cada 100 mil habitantes, muy por arriba de la tasa nacional que es del 12.8%”. “Y aunque la SSA nos contabiliza tan sólo 23 fallecimientos por Covid-19, el H. Ayuntamiento de Chimalhuacán suma 51 decesos, más otros 37 fallecimientos con el diagnóstico de “neumonía atípica. Sospechoso Covid-19” que, se ha vuelto un secreto a voces, son también casos Covid-19, pero se altera la causa de muerte para maquillar los datos… obran en mi poder las respectivas actas de defunción del Registro Civil de Chimalhuacán, datos que estoy dispuesto a cotejar, sin prejuicio alguno, con cualquier autoridad competente”.
Y respecto a la situación en los hospitales, reproduzco lo que dijo la alcaldesa de Ixtapaluca respecto al más moderno hospital, de competencia federal y estatal, ubicado en ese municipio y que debe atender a enfermos de Covid de 8 estados del país: “exigimos que el Hospital Regional de Alta Especialidad Ixtapaluca (HRAEI) amplíe su cobertura, pues… ambulancias municipales quisieron ingresar a personas sospechosas de Covid-19, sin embargo no pudieron ser recibidas debido a la saturación y falta de ventiladores. Requerimos que el HRAEI amplíe su cobertura, ya que es muy preocupante, para todos, que los familiares anden peregrinando en la búsqueda de un hospital que los reciba, o bien, viviendo el peligro al interior de sus familias por un contagio masivo que puede ser fatal. Se tiene que ampliar el número de camas con ventiladores de este hospital, para dar cabida a un mayor número de enfermos, pues hasta el momento dicho edificio no se ha reconvertido para ampliar su capacidad de atención (aunque las autoridades digan lo contrario). Y si eso ocurre en ese hospital de primer mundo, podemos ahorrarnos las descripciones verdaderamente dramáticas, pero verdaderas, de lo que padecen el resto de hospitales de ambos municipios: repletos de enfermos, sin equipo y sin pruebas para detectar la enfermedad, realidades muy lejanas a las que se exponen cotidianamente en las conferencias palaciegas, con su retórica hueca y sus gráficas “aplanadas” a punta de saliva.
No hay, en todo el país, una denuncia tan directa y valiente respecto a que las autoridades de salud están “maquillando” los datos, que el problema es mucho mayor y debe atenderse en su real dimensión porque se trata de la vida de muchas personas, lo más preciado que todos tenemos, y que la gran responsabilidad de responder a este llamado, pesa sobre Andrés Manuel López Obrador y Alfredo del Mazo. La pregunta es: ¿les importa la vida de los mexiquenses?