ESTÉNTOR POLÍTICO
Miguel Ángel Casique Olivos
|¡No entienden, no entienden y no entienden! El gobierno federal sigue subestimando al Coronavirus y se niega a continuar con el confinamiento. En pleno pico de la pandemia, hoy se anunció el plan para regresar a la “nueva normalidad”, con un supuesto semáforo de tres fases que, en lugar de ser una herramienta útil, sólo empeora las cosas. La intención es salir lo más pronto posible de la pandemia sin pensar en las consecuencias.
El desacierto de utilizar modelos “centinelas” para hacer estimaciones en lugar de pruebas, ha causado una ceguera a nuestras autoridades de Salud, haciendo imposible el mapeo y rastreo de los miles de contagiados, o tal vez millones. Por lo tanto, reducir las medidas justo en el epicentro de la pandemia sería un completo suicidio.
No aprenden, los meses de ventaja con los países mayormente golpeados NO sirvieron de ejemplo para mitigar la pandemia. Wuhan es ahora nuestra guía mundial, la ciudad origen del nuevo virus, hoy, vuelve a reportar casos por contagios comunitarios. El virus no ha sido superado y tienen que volver al confinamiento, y ahora sí, realizar el mayor número de pruebas posibles para evitar otra odisea.
Por ahora, López-Gatell y López Obrador son los responsables directos de la desestimación y de la enorme gravedad de los daños ocasionados por el virus. Bien sabemos que, el ambiente en México previo al estallido de la pandemia ya era febril; ahora se ha hecho asfixiante para aquellos que más pueden sufrir la crisis: los pobres.
Muchas cosas han cambiado en dos meses en todo el país, nada ni nadie ha quedado inmune frente a la pandemia. Los días más sombríos aún podrían llegar con el rebrote ante tan deplorables y tímidas acciones del gobierno federal.
López Obrador no ve que su política- durante el Covid-19- abre paso a la creación de un sólido movimiento opositor como el que él alguna vez abanderó, AMLO se convierte en lo que siempre prometió combatir; sin embargo, no es lo único que ha creado. La desestabilidad económica en el “PIB espiritual» (sic) ha creado una enorme recesión que ha dejado sin empleo a 555 mil 247 personas en sólo el mes de abril, sin contar los empleos informales. Vaya tragedia ante una caída histórica; ya se imaginará las consecuencias. La oposición ya surgió en sus propias filas, con sus propios gobernadores, de su mismo partido.
El Coneval y la Cepal han hecho un llamado enérgico al gobierno para tomar medidas drásticas con un verdadero plan económico, porque de lo contrario el 48.9% de los mexicanos entrarían en pobreza para este año. La reacción del mandatario se puede predecir. Al Presidente le importa más la política que la salud de los mexicanos. Le urge ser aplaudido y besado por aquellas personas que lo ven como una deidad, acostumbrado a que le rindan pleitesía. Ninguno de los 19 programas sociales del gobierno podrá cubrir la enorme hambruna que asecha a los hogares mexicanos.
Tenemos a un México convertido en un infierno; la pobreza, el hambre, hospitales mal equipados y sin insumos, muertos por doquier, y lo que viene, son claras pruebas de que la devoción no se debe imponer ante la razón. Debemos analizar con firmeza y no creer en quien sea mostrado tan inhumanamente posible.
La autoridad, la eficacia, la honradez y la democracia del Ejecutivo han sido puestos entredicho por los expertos ante un gobierno que utiliza el insulto, la mentira y el abuso del poder para convertirse poco a poco en una dictadura. El discurso presidencial de “aplanamos la curva de la pandemia” pierde legitimidad y apoyo.
El presidente ha encontrado en la crisis sanitaria y económica una inigualable oportunidad para fabricar leyes a beneficio de sus propios intereses. Pasando por alto los intereses del pueblo mexicano.
Y lo que sigue con las decisiones presidenciales es igual o más falso todavía. Por el momento, querido lector, es todo.