Por: Edna Hernández
|Después de la cuarentena por covid-19, en la que mantuvo en sus casas a las familias durante más de dos meses, el pasado miércoles 13 de mayo, el Gobierno federal que encabeza Andrés Manuel López Obrador presentó el plan de reapertura, uno que la Organización Mundial de la Salud llamó como “nueva normalidad” y que el Gobierno retomó. Éste consiste en tres etapas, de las cuales, el primero arranca este 18 de mayo, y se prevé que varios municipios retomen sus actividades.
La primera, programada para este lunes 18 de mayo regresarán a las actividades aquellos municipios que no presentan contagios de covid-19 ni tienen vecindad con otros que presentan casos de contagios. Segunda, inicia también el 18 de mayo y hasta el día 31 del mismo mes, y será para preparar el reinicio de actividades de junio. Aquí, las empresas y el Gobierno deberán hacer protocolos para la reapertura. Tercera, consiste que a partir del 1 de junio se utilizará un semáforo semanal para la reapertura por regiones. Se trata de cuatro colores: rojo, naranja, amarillo y verde.
Diversas voces se han pronunciado contra la medida, ya que México se encuentra en plena fase tres y en el pico más alto de contagios de coronavirus SARS-CoV-2. Hasta este fin de semana registró 47 mil 144 contagios y 5 mil 45 muertes, y la cifra va en aumento. Precisamente, la negativa de especialistas de reiniciar actividades sin un plan mucho más minucioso, se centra en que la probabilidad de contagios será mucho mayor. Si a esto se le suma, que el Gobierno únicamente ha aplicado el 0.1 por ciento de pruebas –el más bajo de los países que integran la OCDE–, los riesgos, son altos.
Las cifras de la Secretaría de Salud distan de la realidad. Según un estudio del Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME) de la universidad de Washington, para el 4 de agosto, siete estados del país concentrarán alrededor de 6 mil 859 muertos.
Aunque el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell ha mencionado que el regreso va a hacer escalonado y que “si algo no va bien con el desconfinamiento, nos regresamos”, el número de contagios se disparará. Con estas medidas, los más pobres serán los más afectados, ya que, hasta la fecha, se han olvidado de ellos, porque sin duda, serán los primeros que retornen a sus actividades, dado que la mayoría, sus ingresos se han terminado, en pocas palabras, tienen que trabajar, por lo tanto, los que corren el mayor riesgo de contagio sino se brindan las medidas sanitarias.
Desde hace cinco semanas, miles de familias de México se vienen manifestando, ya sea en redes sociales, colocando un trapo blanco en sus viviendas, en cartulinas con leyendas como “En casa y sin comida”, sin tener una respuesta por parte del Gobierno de la Cuarta Transformación.
El Gobierno morenista de Andrés Manuel López Obrador ha ignorado la grave situación por la que se enfrentan, ya que no pueden comprar alimento para un mes, dado que viven al día y durante más de 50 días, han estado en la disyuntiva de morirse de hambre en sus hogares o salir en busca de alimento y contagiarse de coronavirus SARS-CoV-2.
Si bien el Gobierno federal ha entregado medio millón de despensas, éstas son insuficientes cuando el país tiene 52 millones de pobres, si a esto se le suma que sólo han sido entregadas con fines políticos, es decir, a las personas que son afines al actual Gobierno, discriminado al resto de la población.
Ante esta evidente desatención por parte de la Cuarta Transformación, la lucha continúa de miles de familias, que desde sus hogares y sin alimento continuarán exigiendo al Gobierno morenista de México que implemente un programa nacional de distribución de alimentos para amas de casa, obreros y estudiantes.
Desde esta trinchera, me sumo a la voz popular, que pide alimento al Gobierno federal para sobrevivir en esta contingencia sanitaria, al pueblo que por años ha sido maltratado y que tarde o temprano, más temprano que tarde, las cosas cambiarán a su favor.