OPINIÓN INVITADA: Por .Deyanyra Córdova Díaz
Desde hace ya varios sexenios los mexicanos hemos sufrido marginación, hambre, desempleo, falta de salud, falta de educación, falta de vivienda digna, falta de servicios básicos, etc., todo esto a pesar de ser el 15º país productor de riqueza de los casi 200 que existen en el mundo.
Hemos escuchado en cada nueva campaña electoral promesas de los candidatos en el sentido de que ahora sí nuestra grave situación va a cambiar, así han transcurrido varios años y el pueblo trabajador sigue esperando el tan ansiado cambio. Por eso cuando al verbalizar la inconformidad acumulada por tanto tiempo algún partido o candidato logra ganarse la simpatía de la gente (que se gana el pan diario con el sudor de su frente) sufre una enorme desilusión al darse cuenta de que una vez más, fue utilizada.
Así sucedió cuando nos prometieron un cambio en el 2018, el pueblo se dejó llevar por esa idea sin detenerse a analizar a profundidad que tipo de cambio es el que nos convenía y si era eso lo que nos estaban prometiendo. El resultado como todos sabemos fue desastroso, la economía de las masas trabajadoras no mejoró, por el contrario, empeoró visiblemente, razón por la cual después de dos periodos volvimos a creer que se había aprendido la lección y ahora sí se voltearía la vista para resolver las necesidades de la gran mayoría de mexicanos, tampoco resulto cierto, muchas de las deficiencias del pasado volvieron a presentarse y nosotros el pueblo trabajador a sufrir las consecuencias. De esta forma nos encontraron las últimas elecciones, cansados de tantos años de mentiras del priismo, desilusionados del cambio que nos prometieron por dos sexenios los panistas y no cumplieron.
Después de dos intentos por llegar a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador reaparece en la escena política con piel de cordero explotando la inconformidad generalizada de los mexicanos contra los gobiernos y apoyado en un discurso populista y crítico, exhibiendo los excesos y falta de resultados de los anteriores gobiernos argumentando como principal problema del país la corrupción, logra en las elecciones de 2018 alcanzar su sueño largamente acariciado nuestro actual presidente. Andrés Manuel López Obrador lleva en el mandato 19 meses en los cuales, aferrado a su equivocada concepción de la problemática nacional, echa la culpa a la corrupción de gobiernos anteriores de todos los males del país y así ha justificado sus acciones como dejar sin guarderías a millones de madres y a sus hijos, eliminar programas como Prospera, que si bien no solucionaban del todo la pobreza sí ayudaban a sobrellevarla, la sustitución del Seguro Popular, la eliminación del Ramo 23 que permitía obras y servicios para las zonas más marginadas, entre otras.
Con estas medidas caímos de la sartén a la lumbre, actualmente existen 10 millones más de pobres, el desempleo crece de manera acelerada, el sistema de salud está colapsando y no somos capaces de enfrentar con menor costo en vidas a la pandemia que nos agobia, la inseguridad ha empeorado, la educación va a la baja, etc., en fin una vez más quien está pagando las consecuencias es la inmensa masa de trabajadores y sus familias quienes decepcionados ante este desolador panorama nos preguntamos ¿cuál es la salida?
En mi modesta opinión creo que lo que el pueblo debe hacer es tomar en sus manos la conducción del país, y no seguir esperanzados a que uno u otro individuo lleguen al gobierno y cambien por fin las cosas. Debemos formar un frente nacional con los demás sectores de la sociedad y proponer un plan de nación que nos incluya a todos, donde sin que los empresarios privados dejen de obtener ganancias también puedan aportar más al gasto social mediante los impuestos y se pueda así invertir en salud, educación y vivienda, apoyos tan necesarios para las grandes mayorías, donde todos podamos tener acceso a un empleo digno y bien remunerado; sólo así en un país más equitativo podremos vivir en paz. En el mundo existen ejemplos claros de que esto es posible.