El Covid-19 tendrá graves impactos en la seguridad alimentaria de América Latina y el Caribe. Estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) advierten que más de 80 millones de latinoamericanos y caribeños sufrirán hambre tras la pandemia, con lo que la región retrocedería 40 años.
El subdirector general de ese organismo, Julio Berdegué, indicó que antes de la crisis sanitaria mundial, en América Latina y el Caribe sumaban 48 millones de habitantes en condición de hambre, a los que podrían sumarse más de 28 millones debido a las consecuencias del Covid-19.
“Se trata de seres humanos que no tienen posibilidad de consumir la energía mínima requerida para tener una vida activa (…) Hay que impedirlo. Las consecuencias humanas y sociales serían gravísimas y las derivaciones políticas serían profundas. No se puede construir la paz sobre estómagos vacíos”, indicó.
Durante el foro virtual Covid-19 y sistemas alimentarios en América Latina y el Caribe. Acción multilateral para impedir que la crisis sanitaria se convierta en crisis alimentaria, organizado por la FAO y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), convocó a las naciones de la región a trabajar en un programa multilateral para evitar que la crisis sanitaria se vuelva alimentaria.
Propuso una iniciativa que sea acompañada por los organismos regionales con cuatro objetivos: asegurar el comercio de alimentos, en especial el comercio interregional; mantener activas a las millones de empresas alimentarias, empezando por los 16 millones de agricultores familiares y 2 millones de pescadores artesanales; asegurar que los hogares en condición de pobreza extrema e inseguridad alimentaria severa accedan a una alimentación suficiente y nutritiva; y formular políticas que permitan una reconstrucción y transformación.
La secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena, resaltó que las zonas más afectadas serán el Caribe, el corredor seco de Centroamérica, Haití y Venezuela.
“Estamos ante una década perdida en todo lo social y lo económico. Habrá un cierre de 2.7 millones de empresas formales, las que más nos preocupan son las que producen alimentos”.
Enfatizó el riesgo de una crisis alimentaria, pues de acuerdo a las estimaciones de la Cepal la cifra de personas en pobreza extrema en la región podría alcanzar los 96 millones; además que ocho de cada diez latinoamericanos viven por debajo de tres líneas de pobreza, es decir, con menos de 500 dólares al mes.
Bárcena recordó que en el último informe de la Cepal se detalló que se vive la peor crisis en un siglo, ya que la contracción económica será de 9.1%, mientras que la pobreza aumentará 37.3% y la desocupación, 13.5%.
En el tema alimentario, detalló, no es que exista una falta de comida, sino que no hay fondos para adquirirla. A esto se suma la baja calidad nutricional que vulnera a las familias con escasos recursos.
Planteó la necesidad que los Estados establezcan un ingreso básico de emergencia de 67 dólares mensuales a las familias más necesitadas, “periodos de gracia y crédito” a las pequeñas y medianas empresas, en especial a las que producen alimento, entre otras.