Por Rosa María Dávila Partida
|Mientras nos tienen distraídos con el “reality show” de Emilio Lozoya Austin y sus revelaciones de redes de sobornos y nombres de corruptos amenazados de cárcel fulminante y sobre el tsunami que esto ocasiona en las filas de los políticos corruptos, que habían guardado un prudente silencio (por aquello de que calladito te ves más bonito), en Puebla, que ha sido tomado como laboratorio político por el partido Morena, llevan adelante su reforma electoral, que tiene en la mira los derechos electorales de las masas desposeídas.
Empiezo llamando la atención de lectores sobre que la emisión del voto no es el único derecho electoral de que gozamos los mexicanos. También debe garantizarse que la contienda electoral se dé en condiciones de igualdad. Que, como sucedió con Morena, la oposición pueda convertirse en gobierno.
Imaginemos a un grupo de 10 personas damnificadas por las medidas de López Obrador: un burócrata despedido en los reajustes de personal de enero 2019, los padres de un niño enfermo de cáncer que han batallado para conseguir los medicamentos indispensables para su tratamiento, una madre trabajadora que ya no tiene guardería para dejar a sus hijos mientras busca trabajo, porque cerró la empresa donde laboraba, un indigente que lograba realizar dos comidas calientes en un comedor comunitario, una madre soltera que a cambio de ayudar en ese comedor conseguía algunos recursos y la comida para sus tres hijos, un joven que perdió a su madre víctima del coronavirus porque de los que ingresan a los hospitales de salubridad la mitad se mueren, un agricultor que ya no recibió descuento en el fertilizante para sembrar maíz, un médico despedido del Seguro Popular, un empleado del gobierno que sostiene a tres de sus abuelos y ya no puede garantizarles la atención médica porque le rebajaron el sueldo, un investigador que perdió un experimento al que ya le había dedicado 12 años de su vida, cuando recortaron el subsidio de Conacyt. A la esposa de un médico muerto por covid-19 al carecer de suficiente equipo de protección en el hospital.
Todos ellos votaron por Morena, son parte de los 30 millones que buscaban el cambio, fastidiados de saber de tantos gobernantes corruptos que hicieron fortuna al amparo del servicio público; las duras penalidades que han debido sortear como damnificados de Morena los han hecho reconocer que fueron engañados y, sin dejarse vencer por la decepción, ahora desean impedir que AMLO y compañía sigan perjudicando a más mexicanos.
¿Con qué panorama político electoral se encuentran? Primero, que los diputados que se colgaron del tsunami morenista para pasar de ilustres desconocidos a gobernantes de la 4T, y que son corresponsables de las acciones con las que han sido afectados cada uno de ellos, pues han dejado que López Obrador haga y deshaga a su antojo, tienen grandes posibilidades de seguir en el puesto. Es decir, ya pueden reelegirse como diputados, gracias a las reformas aprobadas por Morena en el Congreso de Puebla.
Segundo, el gobernador Barbosa ha respondido positivamente a dos demandas de amplias masas de la población, a través de acuerdos del Congreso local: a) se redujo en 50 por ciento las prerrogativas de que gozan los partidos políticos, es decir, recibirán solo la mitad de dinero para sus campañas; b) ya no habrá propaganda electoral en el transporte público, ni en las carreteras, cerros, postes de alumbrado público, terminales, sitios de taxis, ni espectaculares, ni libros y revistas.
Con estas acciones, Morena gana simpatías hacia su organización, pues son millones los que reniegan de tantos impuestos que se deben pagar, y piensan que el dinero entregado a los partidos políticos se está tirando a la basura y debe cancelarse. También los que se sienten molestos por tanta basura electoral, por la contaminación visual producto de las fotografías y logos de tantos partidos que por todos lados nos meten por los ojos sin ningún respeto a la imagen urbana. En fin, dicen, hasta que esos diputados levantadedos hacen algo bueno. Ese es el pan que se le da al pueblo bueno, aparte del circo de tres pistas del “reality show” de Emilio Lozoya, las mañaneras y los informes amañados de López-Gatell.
¿Pero qué sucedió con los derechos electorales de la oposición, donde ahora quieren militar los damnificados de Morena? No hay que engañarse, en la oposición hay de todo, los viejos políticos mañosos de siempre, los chapulines y también dirigentes populares honestos, que se caracterizan por dar resultados a sus gobernados, como es el caso de los antorchistas (esos resultados los puede comprobar cualquiera que visite los municipios donde gobiernan). Sucedió que Morena mutiló los derechos que a ella le permitieron escalar al poder, por eso decimos ¡Aguas con la guillotina! Esa es la navaja dentro del pan, que mucha gente no ve.
¿Por qué guillotinó esos derechos? Porque le estorban para hacerse del control completo del Congreso poblano, quiere tener las dos terceras partes de los votos para modificar a su capricho la Constitución. En una palabra, para implantar su dictadura. Porque ahora los inconformes con el gobierno morenista van a participar en las elecciones del 2021 en condiciones desventajosas frente a un Morena fortalecido con todo el dinero que ha recortado a la operación del gobierno. Vamos a competir como David frente al gigante Goliat.
¡Aguas con la guillotina! El peligro es real. Por eso en las próximas elecciones ningún trabajador, ningún adulto mayor, ningún joven becado debe votar por Morena, no por recibir un apoyo al que tienen derecho vendan su dignidad, y se conviertan en cómplices de los dictadores. Hay que organizarnos, necesitamos impulsar las candidaturas de gente verdaderamente comprometida con el progreso de los más humildes. El pueblo debe tomar el poder para que se aplique el programa liberador del Movimiento Antorchista: empleo para todos, salario que alcance para comprar la canasta básica, que paguen más impuestos los que tienen más ingresos, y se reoriente el gasto social para atender el rezago de los marginados de siempre. Esa es la verdadera justicia social.