La reactivación económica de América Latina deberá esperar. Un nuevo informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) advierte que si no se aplana cuanto antes la curva de contagios las consecuencias serán devastadoras. La región registra 4.5 millones de casos positivos de covid-19 y casi 190 mil 000 muertes, cargada por una tasa de informalidad laboral superior al 50%, desempleo, pobreza, desigualdad y sistemas de salud endebles. En un escenario semejante, cualquier hipótesis de recuperación es aventurada. “En el plano social y económico, la pandemia ha desatado una inédita crisis económica y social, y si no se toman medidas urgentes, podría transformarse en una crisis alimentaria y humanitaria”, advierte el documento, presentado por la comisión este jueves por videoconferencia desde sus oficinas en Santiago de Chile.
El panorama económico descrito por la Cepal y la OPS para América Latina es desolador. La recesión provocada por la pandemia “es la más abrupta de la historia”, con una caída promedio del PIB superior al 9% para finales de 2020. El resto de los indicadores acompañarán el derrumbe: el desempleo alcanzará el 13.5%, la pobreza subirá siete puntos hasta el 37.3% y la desigualdad se agudizará aún más, con un alza en el índice de Gini de 4.9 puntos. “Los altos grados de desigualdad acompañados por elevados niveles pobreza, informalidad, desprotección social y limitado acceso a salud oportuna y de calidad explican los altos costos sociales que la pandemia está teniendo en la región”, dice el informe.
Las debilidades estructurales golpean con mayor fuerza a los más pobres, que no pueden destinar recursos propios para costear gastos extraordinarios en salud, al tiempo que sus ingresos padecen las consecuencias de la parálisis económica. La Cepal calcula que 95 millones de personas deben afrontar gastos en salud de su propio bolsillo, y que al menos 12 millones serán aún más pobres debido a estos desembolsos. La urgencia debe poner negro sobre blanco sobre las prioridades. La secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, advierte que “no hay dilema entre salud o economía, porque lo primero es la salud”.
La pandemia puso en evidencia que los sistemas públicos de salud regionales son endebles, producto de años de baja inversión: 4% del PIB, contra el 6% que recomienda la OMS. “La covid-19 ha evidenciado debilidades de los sistemas de salud de América Latina. Son sistemas de salud segmentados y fragmentados”, dice Bárcena. La situación es tan grave que la directora de la OPS, Carissa Etienne, dice que la región puede “perder años de ganancias en el ámbito de la salud en unos meses”. “Nos enfrentamos a un desafío sin precedentes. Es necesario crear condiciones económicas y sanitarias para que no dejemos a nadie rezagado”, dice.
La Cepal ensaya modelos de solución, basados en el apoyo público a los sectores más vulnerables. “Necesitamos cambiar nuestro modelo de desarrollo, nuestro paradigma, volverlo más sostenible y habitable”, dice Bárcena. “El gran desafío”, agrega, “es que haya un nuevo pacto para construir un estado de bienestar con políticas sociales de amplia cobertura. Por ejemplo, las mujeres que están a cargo del cuidado deberían recibir un ingreso básico porque lo que están haciendo es un servicio a la sociedad”. Entre las políticas de Estado necesarias para contrarrestar los efectos de la crisis, la Cepal propone un Ingreso Básico de Emergencia (IBE), un Bono Contra el Hambre y planes de protección al sector productivo, además de la consolidación de sistemas de protección social universales y la implementación de políticas fiscales progresivas.