El destino de recursos públicos para el desarrollo de infraestructura vive una crisis que ya dura cinco años. Desde 2015, sufre recortes presupuestales que han puesto en jaque a muchas constructoras y han frenado el crecimiento del país en una actividad que es una importante fuente de empleo.
En el año 2014, la inversión física —el gasto destinado a la construcción de obras públicas— alcanzó niveles máximos de los últimos 20 años, al registrar 819,940 millones de pesos (mdp), y representó el 18.1% del gasto neto presupuestario.
A partir de ese año, y a raíz de distintos recortes al presupuesto, comenzó el declive de este rubro, según cifras actualizadas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Hubo un pequeño repunte en 2018, el último año del gobierno a cargo de Enrique Peña Nieto, pero en 2019, el primer año del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, este gasto fue el más bajo desde 2007, al cerrar en 564,482 mdp.
Sin embargo, en lo que va de este año, este indicador muestra signos de recuperación. “Aunque el gasto corriente esté sufriendo reducciones, la inversión física sigue siendo una prioridad: subió 16% para el gasto federal, y 13% para Pemex. Básicamente, ayudan a recuperar porque hubo recortes el año pasado”, dice Félix Boni, director de Análisis de la agencia calificadora de riesgo HR Ratings.
De enero a junio en este segundo año de la actual administración, la inversión física reportó 326,075 mdp, lo que representó el 11.2% del gasto neto. En comparación con el mismo periodo del año pasado, creció 16%. Pero si lo comparamos con el primer semestre de 2014, el segundo año de la administración a cargo de Enrique Peña Nieto, hay una menor distancia: en ese entonces se destinaron 395,093 mdp, que representaron el 18.2% del gasto neto.
Un menor porcentaje en proporción al gasto neto viene en sintonía con los menores ingresos reportados por el gobierno en la primera mitad del año en curso, principalmente a causa del paro de actividades económicas para evitar la propagación del COVID-19.
“Después de muchos años de sub-invertir en infraestructura, tienes una situación en donde se va quedando rezagada esa infraestructura y donde no estás invirtiendo en un sector que crea muchos empleos, ya que no nada más son los trabajadores para construir una carretera, por ejemplo, sino todo lo que viene por mantenimiento, valor económico alrededor de la carretera… Esta reasignación del gasto de la inversión debe ser sumamente cuidada”, comenta Esteban Polidura, jefe de Coordinación de Soluciones y Productos de Inversión en Lationamérica del banco suizo Julius Baer.
De acuerdo con Félix Boni, el impulso de la inversión física pública es vital para incentivar la inversión de la iniciativa privada e impulsar la economía.
Grupo Financiero Monex estima que, para que la economía de México crezca al menos 3%, se requiere de una inversión (pública y privada) de 25% a 27% del PIB. Pero la inversión física del sector público en proporción del PIB ha venido en declive: desde el 4.2% de 2015 al 2.3% en 2019, según cifras de Hacienda.
Esta Secretaría detalla que los montos destinados en lo que va del año se han enfocado a obras públicas del sector energético, con 41.6% del total, especialmente para el manejo y transportación de hidrocarburos (37.6%). Además, para comunicaciones y transportes fueron 5.8% de los recursos, y apenas 1.8% para salud.
No obstante, del monto total para inversión física, 28,248 mdp fueron registrados para inversión en Asuntos económicos, comerciales y laborales en general, de estos, 27,000 mdp (8.2% del gasto en inversión física) corresponden al programa Apoyo Financiero para Microempresas Familiares, que son los créditos a la palabra que se activaron como apoyo a empresas por la contingencia sanitaria, y no representan una inversión para el impulso del desarrollo de obras públicas, de acuerdo con Mariana Campos, coordinadora del programa de Gasto Público y Rendición de Cuentas de México Evalúa.
Con información de Expansión