Los científicos del Centro Gamaleya, creadores de la vacuna Sputnik V contra el coronavirus, han denunciado intentos de sobornos desde el exterior para que abandonen su labor y trabajen en otras farmacéuticas. Así lo afirma el director del centro, el microbiólogo Alexandr Guíntsburg.
En sus palabras, los trabajadores más competentes del centro han trabajado ahí desde los últimos 10 años, así que los que intentan sobornarlos para que abandonen su labor a favor de otras farmacéuticas «no lo lograrán», aseveró Alexandr Guíntsburg en comentarios al canal ruso Rossiya 1.
«Este grupo de científicos es la envidia de cualquier universidad estadounidense y europea», agregó el director del centro.
A mediados de agosto, el presidente ruso, Vladímir Putin, anunció la primera vacuna contra el coronavirus SARS-CoV-2, patógeno que provoca el COVID-19, a la que llamaron Sputnik V. Fue creada por el Centro Gamaleya en colaboración con el Fondo de Inversión Directa de Rusia. Las dos primeras etapas de la prueba, las más rigurosas, culminaron con éxito y en condiciones de emergencia el Ministerio de Salud ruso autorizó su uso inmediato de manera extraordinaria.
En paralelo, la vacuna se encuentra pasando la tercera y última etapa de pruebas, que se aplica a miles de voluntarios.
«Somos testigos de cómo este problema sobrepasó los límites puramente científicos y pasó al ámbito económico y político. Ciertos países de América del Norte y Europa Occidental, aparentemente, se han asustado de que nuestra vacuna pueda salir al mercado internacional y privarlos de grandes ganancias», comparte Alexandr Guíntsburg.
De esta manera, el microbiólogo explica la ola de notas y artículos publicados en los medios mainstream que critican la vacuna rusa por salir al mercado sin haber culminado la última etapa de pruebas.
El director del Centro Gamaleya afirmó que la vacuna ya demostró su eficacia contra el coronavirus y que su aplicación entre la población es un paso extraordinario, aprobado en medio de una situación de emergencia que vive el mundo.
Recordó que en los últimos cinco meses casi 800.000 personas han perdido la vida a causa del coronavirus. «Si a los parientes de las personas fallecidas a causa de esta infección le preguntáramos si en su tiempo le aplicarían esta vacuna o esperarían por más pruebas, creo que la respuesta sería obvia».