La magnitud de la pandemia en México, que ya suma más de 59.000 fallecidos por covid-19 y 543.000 casos, está subestimada, según ha advertido este viernes la Organización Mundial de la Salud (OMS). El director del Departamento de Emergencias Sanitarias de la organización, Mike Ryan, ha apuntado como causa principal al bajo número de pruebas que está realizando el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
“En México los test son limitados con tres por cada 100.000 personas por día, que se puede comparar con más de 150 por cada 100.000 personas en Estados Unidos”, ha sostenido Ryan. Con esta comparación, la OMS pone bajo los focos uno de los principales puntos flacos de México para combatir la pandemia: las cifras irrisorias de pruebas que tiene con respecto a otros países, que a finales de julio, apenas eran unas 822.000 en lo que va de pandemia y un 10% de ellas seguía esperando los resultados.
El Gobierno mexicano ha rechazado realizar pruebas a gran escala una y otra vez y, en su lugar, realiza exámenes solo a los pacientes más enfermos. El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, llegó a calificar ampliar el número de pruebas a toda la población a finales de mayo como “un desperdicio de tiempo, de esfuerzo, de recursos”. El encargado de combatir esta crisis sanitaria justificó esta negativa con que “México no tiene como propósito contar cada uno de los casos, sino acudir a los mecanismos eficientes modernos y probados para atajar la pandemia”.
El especialista de la OMS, que es la mano derecha del director general de la organización en la lucha mundial contra el coronavirus, ha aseverado que México debe hacer esfuerzos para aumentar el acceso a los test, ya que a la escala en que se efectúan actualmente no se puede hacer una valoración realista de la situación.
Además, el médico irlandés, que recibe de forma permanente la información actualizada de todos los países, ha asegurado que el porcentaje de pruebas que dan positivo llega al 50% ciertos días en México. Esta tasa se ha convertido en un indicador clave para valorar la reapertura de los países, considerando un 5% como el umbral para volver a abrir de forma segura, según la organización de salud. Si se hacen pocas pruebas y centradas en los casos sintomáticos, es lógico que los positivos sean muy altos. Los casos asintomáticos, que se han revelado como uno de los focos de contagios más preocupantes, no se detectan si no se hacen pruebas de forma más sistemática.
Ryan también ha revelado que los datos que maneja muestran una clara diferencia de mortalidad entre los residentes de los barrios acomodados y los pobres. En estos últimos la gente tiene hasta cinco veces más probabilidades de morir por covid-19 y la situación de los indígenas es similar. En ciertas comunidades pobres mucha gente muere en casa sin acudir a un hospital. Influye en ello la ignorancia sobre la gravedad del asunto, en ocasiones debido a supersticiones o recelos para acudir a centros sanitarios.
Pero también es cierto que en un principio en México se insistió mucho en que la gente con síntomas leves permaneciera aislado en casa, por lo que muchos llegaron tarde a los hospitales. Se consiguió de ese modo que siempre haya habido camas libres en promedio en todo el país y no se haya dado, en ningún momento la imagen de saturación hospitalaria. Pero el número de muertes es imparable, a pesar de que la crisis da algunas señales de ir remitiendo. El mensaje diario es ahora muy distinto: acudan a los hospitales en cuanto muestren síntomas compatibles con la enfermedad, repiten los responsables de Salud de Gobierno.
México es ya el tercer país, en términos absolutos, con más muertes oficiales por covid-19, solo por detrás de Brasil y Estados Unidos, y el séptimo en número de casos, según el Centro de Recursos para el Coronavirus de la Universidad John Hopkins. En función de la población, México es el décimo país con más fallecidos por 100.000 habitantes: 46,84. Aunque en julio las autoridades del país tuvieron que reconocer que las muertes en Ciudad de México durante la pandemia fueron tres veces mayores a los niveles observados normalmente. Algo que Gatell admitió que era extrapolable a todo el país.
Además, el criterio principal que el Ejecutivo de López Obrador utiliza para medir el impacto de la pandemia, la tasa de ocupación hospitalaria, se ha revelado como uno de los datos menos fiables. Debido a que no se conoce si hay menos camas ocupadas porque está bajando el número de enfermos graves o porque se está aumentado el número de lugares disponibles. Además, las condiciones sociales de la mitad de la población en México, muchos de cuyos ciudadanos rehúsan acudir al hospital, le ponen muy difícil la tarea al Gobierno.