Por J. Ignacio Mejía López
| “La soberbia de Andrés Manuel López Obrador parece infinita”, así lo aseguraba el entonces coordinador del PRD en el Senado, Miguel Barbosa Huerta, después de que el PRD perdiera el gobierno de la ciudad de México el 7 de junio del 2015, quien además advertía que ningún partido de izquierda tendría futuro si continuaba actuando de manera fragmentada.
Sin embargo, su opinión cambió de manera dramática en febrero de 2017, cuando Barbosa dijo a los medios de comunicación que apoyaría a López Obrador rumbo al 2018, aunque aclaraba que no se afiliaría a Morena. Dos meses después, en abril, el senador volvió a cambiar de parecer y renunció al sol azteca para incorporarse a Morena, uniéndose a su vez a la campaña electoral de Delfina Gómez, entonces candidata a gobernadora por el estado de México.
Y aunque Barbosa afirmó que no buscaría ningún cargo en el partido, en octubre de 2017 se perfiló como eventual candidato a gobernador de Puebla, presentando su registro como precandidato el martes 30 de enero de dicho año, acompañado por la entonces presidente nacional de dicho partido, la cuestionable Yeidckol Polevnsky.
Un candidato nada carismático sólo pudo ser aceptado por López Obrador, la única palabra que vale para todo el morenismo, aunque hace 5 años Barbosa asegurara que nadie le iba a rogar con esa soberbia.
Ante esos hechos podemos concluir lo siguiente:
1) El pragmatismo de López Obrador para ganar la contienda electoral por la Presidencia del 2018 lo obligó a recibir en su partido a chapulines de rojo, de mole y de verde, incluso a aquellos que lo criticaban meses antes para ganar votos, pero que ahora con sus actos sin duda se los restarán.
2) A estas alturas a todos, cuando digo a todos incluyo a los propios morenistas, nos queda claro que Barbosa fue una mala elección para ser candidato. No hay duda de que los propios morenistas ya están arrepentidos de haber votado por Barbosa, y se están arrepintiendo de haber votado por López Obrador.
Recuerdo y termino. Barbosa fue un crítico acérrimo del morenovallismo, los acusó de controlar el Instituto Electoral para sus intereses. ¿Qué vemos ahora? Barbosa se siente dueño del estado. Por un lado, no sólo está haciendo uso político de las instancias electorales sino que se dispone a perseguir al Movimiento Antorchista usando a la Unidad de Inteligencia financiera, fabricando delitos.
Por si fuera poco, Puebla ya se convirtió en uno de los estados más inseguros del país y Barbosa se ha convertido en uno de los gobernantes más siniestros de la política mexicana al considerarse un experto en seguridad al mismo tiempo que amenaza toda oposición.
Debemos preguntarnos. ¿Qué podemos esperar de un hombre con esas características? Represión y soberbia infinita, no hay duda. Es hora de que los poblanos se pregunten si van a dejar que los siga gobernando este tipo de políticos o se van a oponer con todo su derecho y valentía. La historia nos dice que frente a estos aprendices de dictadores se debe de parar el pueblo que está siendo agredido, pero con un sólo requisito: unido, organizado y con la ley en la mano. Sólo así los poblanos podrán detener la dictadura en marcha.
J. Ignacio Mejía López
Politólogo de la UNAM
periclesoleg@gmail.com