La prolongada sequía en la Sierra Tarahumara de Chihuahua provocó la pérdida de cosechas de este año, por lo que entre 10 mil y 15 mil familias están al filo de la hambruna, denunció Luis Carlos González Fierro, vocero de los rarámuris.
Esta crisis se presenta principalmente en los municipios de Guachochi, Urique y Bocoyna, que “es un pueblo ajeno al coronavirus, pero que está muriendo de hambre”, destacó, por lo que exigen que la región sea declarada zona de desastre natural para recibir apoyos de emergencia.
“No hay trabajo; la hambruna es pésima, no hay cómo salir a laborar; es lo que estamos peleando, porque se nos va a perder toda la cosecha y no llovió. Lo que pedimos es que el Gobierno federal declare desastre natural en nuestros municipios”, señaló.
Expuso que ante la falta de agua, no hay posibilidades de contar con la cosecha de granos para subsistir, “ya se terminó todo lo poquito que se pudo lograr levantar; es por eso que urge un programa alimenticio”.
La falta de agua para regar sus tierras no es su único problema. Los rarámuris denunciaron que fueron engañados por el superdelegado de la Secretaría del Bienestar, Juan Carlos Loera, quien prometió incluirlos en distintos programas y proyectos hace once meses, durante una gira del Presidente Andrés Manuel López Obrador, pero aseguró que después Loera les dijo que por instrucción presidencial debían esperar hasta 2021 para ser beneficiarios.
“Del programa Sembrando Vida creo que eran unas 20 mil personas, por el cual creo que nomás se dio a una parte de los pobladores, pero, municipios como el de Bocoyna quedaron fuera”, explicó.
Por ello, los rarámuris se organizaron para marchar a la capital de Chihuahua y exigir la entrega de esos apoyos: 250 miembros de las diferentes comunidades que llegaron el jueves pasado, en una caravana que se mantendrá en plantón frente a las oficinas de la Secretaría del Bienestar.
“Venimos porque hubo boicoteo de supuestos servidores de la nación que amenazaron a la gente diciendo que si marchaban les iban a quitar los programas”, afirmó.
Son representantes de más de 40 comunidades de los tres municipios serranos, distantes unos de otros a más de 120 kilómetros. Trayectos que en auto se convierten en viajes que van desde dos hasta siete horas, según las condiciones del camino.