ESTÉNTOR POLÍTICO
Miguel Ángel Casique Olivos
|Nadie duda que una de las tareas de los gobernantes es poner orden y garantizar la seguridad de sus gobernados y para esto, en parte y como último recurso, tienen a las policías estatales o, en el caso del gobierno federal, tiene ahora la Guardia Nacional. Sin embargo, también es cierto que los gobiernos no deben abusar de su autoridad y usar la fuerza publica violando los derechos ciudadanos consagrados en nuestra Constitución; y menos para golpear o reprimir físicamente a quien proteste o denuncie al gobierno en turno por su falta de atención o intervención hacia los problemas sociales.
En la Ciudad de México la Jefa de Gobierno ya está abusando de su autoridad y ha comenzado a usar, con más frecuencia, a la policía para «contener» las protestas y evitar que lleguen a su destino. El ejemplo más reciente fue ayer cuando se «encapsuló» (forma refinada para reprimir, donde granaderos, con sus toletes y escudos, detienen a un grupo de manifestantes) a feministas para impedir que llegaran al Zócalo.
La Ciudad de México es una de las urbes más grandes del mundo. El número de habitantes y su ubicación la hacen ser el centro neurálgico, -aunque AMLO quiso evitarlo descentralizando oficinas de gobierno federal a otros estados-, de operaciones financieras, sede de representación de gobiernos estatales y del poder ejecutivo porque aquí opera, antes en Los Pinos y ahora en Palacio Nacional, representado por el mandatario nacional y las Cámaras de Senadores y de Diputados.
Desde que Claudia Sheinbaum arribó al gobierno, algunas voces han dicho que el puesto le quedó grande y que en realidad ganó porque se cobijó, como muchos otros políticos, en el «manto protector» de la popularidad que traía AMLO en campaña; sin embargo, a medida que transcurre el tiempo, esa «sombra obradorista» se ha ido borrando y le tocaba ya a la mandataria capitalina, mostrar de qué está hecha y gobernar para los capitalinos atendiendo los principales problemas, sobre todo de seguridad y urbanización, pero también la falta de vivienda y obras social para las colonias de las periferia; en el caso de las protestas de ayer, una buena acción de ella hubiera sido escuchar a las mujeres que encabezaron la protesta y buscar mecanismos para evitar más feminicidios, pero lo que sucedió fue todo lo contrario.
En las últimas semanas las protestas aumentan, en ocasiones hasta 5 por día; es cierto que la mayoría no son contra Sheinbaum Pardo, pero sí contra su jefe inmediato, Andrés Manuel López Obrador; y ahora ella se presta al juego de bloquear y reprimir esas protestas; así se vio ayer cuando policías antidisturbios lanzaron gases lacrimógenos contras las manifestaciones feministas, que se sumaron al movimiento global 28S con el que exigen la despenalización del aborto y en exigencia de que se detengan los feminicidios. Entre las avenidas Eje Central y Balderas, fue el «encapsulamiento» y la protesta se tuvo que quedar en avenida Juárez, coartando así el derecho a la libre manifestación que tienen los ciudadanos.
De acuerdo a testigos, una mujer policía fue la primera que arrojó un objeto contra las manifestantes y éstas respondieron; tanto se difundió el suceso con imágenes y videos que Amnistía Internacional exigió a Claudia Sheinbaum, no reprimir la marcha de mujeres y permitirle que llegara al Zócalo de la capital; nada de esto ocurrió.
Lo más preocupante, desde mi punto de vista, es que Claudia Sheinbaum empieza a emular a López Obrador, a enjuiciar y satanizar desde la tribuna mediática que tenga al alcance; así se vio, por ejemplo, al acusar a una empresaria de financiar el movimiento Okupa de la CNDH. A esta misma denuncia se sumó la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez, quien aseguró que «personas ajenas al movimiento feminista buscan influir en él; ya sea financiando la toma de instalaciones de la CNDH o promoviendo protestas que lucran con el dolor de las víctimas». Y su responsabilidad como gobernantes, ¿dónde queda?
Y en el gobierno federal, ¿por qué AMLO, tras varios días de estas protestas en la CDMX y en varios estados, como Michoacán o Coahuila, entre otros, no habla de los feminicidios? Y… ¿Por qué sí se reprime a quien protesta por esta atrocidad (feminicidios) que se cometen? El caso más reciente, manejado en las redes sociales y que se convirtió en «trendingtopic» con el «hashtag» #JusticiaParaJessica, fue el de Jessica González Villaseñor, una maestra de 21 años de edad, cuyo cadáver apareció en Morelia tras cinco días sin saber de ella, pero los feminicidios se están dando en varias entidades del país.
El tema es delicado, preocupante, y refleja el estado de descomposición de nuestra sociedad, esto último teniendo como principal responsable a los gobernantes que toca atender la problemática, al menos escuchar la inconformidad social. La denuncia social que crece es una mancha más a la muy mala atención del gobierno de López Obrador para atender lo problemas sociales que vive el país y que se le están saliendo de control, reflejado en el incremento, casi diario, de dos o cinco protestas. AMLO y Claudia Sheinbaum se unen para reprimir esos brotes de protesta donde los principales culpables son ellos mismos.
El pueblo se informa un poco más y los malos gobiernos deben ir perdiendo fuerza con sus mentiras y engaños a la población. Por otro lado, los mexicanos debemos respaldar el grito de las manifestaciones de inconformidad para que se detengan los feminicidios, porque las mujeres deben ser respetadas y valoradas por todos; ellas que cargan con muchos pesares: desde que engendran a un ser, y luego con su educación permanente, muchas de ellas, laborando como padres de familia, para poder darle lo mejor a sus hijos. México y el mundo necesitan la voz y fuerza de las mujeres para cambiar al país; hoy, con ese grito de ¡alto a los feminicidios!, todos debemos mostrar solidaridad y exigir al gobierno estatal o federal que no repriman las manifestaciones sociales como ocurrió ayer en la Ciudad de México y al mismo tiempo exigir que las autoridades castiguen a los culpables de feminicidios. A Claudia Sheinbaum, no hay duda, todas sus malas acciones se le cobrarán en el 2021 o en el 2024 si piensa lanzarse a la presidencia de México; aunque, le recordamos que, históricamente, nadie ha saltado de ser Jefe de Gobierno a Los Pinos, ahora a Palacio Nacional. Por el momento, querido lector, es todo.