Bastaron 98 minutos para resumir la división que Estados Unidos enfrenta desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca, hace cuatro años.
En la sala de prensa, designada para los reporteros acreditados, el silencio fue unánime en cuanto el moderador del primer debate presidencial, Chris Wallace, lo dio por terminado. Ese silencio sólo se rompió cuando Wolf Blitzer, el experimentado periodista de CNN, dijo al aire: “es el debate más caótico que he visto en mi vida”. Todos los reporteros coincidieron.
La civilidad en el escenario principal no duró ni un minuto. Biden salió con los puños en alto, en señal de pelea, aunque por la toma de televisión, pasó desapercibido. Trump simplemente lo miró.
En los 98 minutos, ambos candidatos abordaron seis temas. La Corte Suprema, la pandemia de coronavirus, la economía, la injusticia racial, la elección y, de último minuto, el cambio climático, pero todo quedó eclipsado por las constantes interrupciones y los insultos.
Las familias de ambos y sus equipos más cercanos estuvieron entre los pocos testigos de primera fila, en la Clínica de Cleveland.
La disputa por la Corte Suprema trajo los primeros choques. Trump consideró que tenía la obligación de nombrar a una sustituta de Ruth Bader Ginsburg porque el periodo por el que fue electo termina hasta el 20 de enero de 2021. Biden, de nuevo, llamó a que el ganador del 3 de noviembre sea quien haga la nominación al máximo tribunal.
Así transcurrieron 20 minutos de interrupciones, la gran mayoría por parte del presidente Trump. El moderador Chris Wallace, completamente rebasado, pidió cambio de tema y Biden respondió irónicamente: “fue un segmento muy productivo”.
Siguió la pandemia de coronavirus. Biden acusó a Trump de conocer desde febrero el poder de la enfermedad y minimizarla. Recordó cuando le sugirió a la población inyectarse cloro como método de cura. “Este es el hombre que nos dijo que la pandemia se iría en pascua”, añadió Biden. El presidente respondió burlándose de él por usar cubrebocas “gigantes”.
Luego vino la economía. Biden habló superficialmente de su plan que consiste en comprar estadounidense y en incrementar los impuestos para los que más ganan. Se enfocó muy poco en recordarle a la audiencia la investigación que apenas presentó el diario The New York Times, en la que reveló que el presidente Trump sólo pagó 1,500 dólares durante 2016, año que llegó a la Casa Blanca, y 2017. El presidente la libró al responder: “He pagado millones de dólares en impuestos”. No hubo más cuestionamiento.
Biden criticó a Trump por el nuevo acuerdo comercial con México y Canadá, conocido como T-MEC. El candidato demócrata consideró que el presidente lo presumía como un gran logro, cuando en realidad no lo era.
En la injusticia racial, la nota la dio el presidente Trump. El moderador Chris Wallace le pidió comprometerse a condenar el sumpremacismo blanco. Trump no solamente no lo hizo, sino que llamó patrióticos a los integrantes de las milicias que patrullan, armados, las calles de Estados Unidos.
El cambio climático apareció de último minuto en el temario. Aparentemente Chris Wallace escuchó las críticas del público que pidió poner sobre la mesa uno de los principales problemas que enfrenta Estados Unidos, con los incendios en la costa Oeste y la amenaza de los huracanes en el golfo y el Este. De nuevo, reinaron las interrupciones y las ideas vacías. “Creo que debemos trabajar un mejor manejo de los bosques” fue la idea principal del presidente Trump. “Regresaremos al acuerdo de París”, respondió Biden.
El último tema, la integridad de la elección. Wallace preguntó a ambos candidatos si se comprometían a no declarar victoria hasta que la elección quedara certificada, junto con el conteo de los votos.
“Le pido a mis simpatizantes que miren detalladamente las encuestas, que observen cuidadosamente”, dijo Trump. “Sí, aceptaré y él también lo hará porque cuando haya un ganador y todas las boletas sean contadas ese será el final”, selañó Biden.
Así terminó el primer y tan esperado debate por la presidencia de Estados Unidos. Ninguno de los candidatos aprovechó para dirigirse al 11% de la población votante que se encuentra indecisa y podría determinar el futuro de la elección. Ambos hablaron para sus bases. Se trató de un debate que todos perdieron, incluso los votantes.