El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, y la demócrata Kamala Harris participaron este miércoles en el único debate que tendrán antes de las elecciones del 3 de noviembre.
Tanto Pence como Harris dieron negativo en las pruebas de coronavirus que les realizaron el martes, pero un brote entre funcionarios de la Casa Blanca que ha alcanzado al presidente y a la primera dama ha generado preocupación respecto al manejo de la crisis dentro del complejo.
Al abordar el caso de Breonna Taylor, la joven afroamericana asesinada a tiros en su casa por policías de Louisville, y las protestas por la injusticia racial en varias ciudades del país, Harris condenó que no se presentaran cargos por homicidio contra los agentes involucrados. Aseguró que una reforma policial es necesaria para el país.
Pence respondió que “confía en el sistema de justicia” y criticó a Harris, quien fungió como fiscal de distrito de San Francisco, por “asumir que un gran jurado, que tenía toda la evidencia, tomó la decisión equivocada”.
El republicano también dijo que “no hay excusas para los disturbios” durante las protestas a nivel nacional por la muerte del afroamericano George Floyd. Aseguró que “eso que Biden y Harris repiten una y otra vez de que Estados Unidos es un país sistemáticamente racista y de que la aplicación de la ley está predispuesta contra las minorías es un gran insulto para los hombres y mujeres que sirven en las fuerzas del orden”.
La demócrata aprovechó para recordar que Trump llamó “violadores y criminales” a los mexicanos y que se refirió a los supremacistas blancos en Charlottesville como “buenas personas”.
La candidata demócrata reiteró que una de las características que hacen a alguien apto para liderar es que esté dispuesto a escuchar a miembros del otro partido político. Biden, aseguró la senadora californiana, “tiene un largo historial” en ello.