ESTÉNTOR POLÍTICO
Miguel Ángel Casique Olivos
La fuerza de un país se encuentra arraigada y escondida en lo más profundo de sus entrañas, ahora un lugar de infinita pobreza y miseria. Ahí se encuentra el verdadero cáncer que acongoja a sus hijos durante toda su vida. Ahí se encuentra el verdadero pueblo mexicano olvidado por gobernantes, pero muy poderoso para enfrentarlos.
La historia nos ha enseñado que los grandes gobiernos se consolidan con el apoyo de su pueblo, pero también lo derrumban cuando este ya no responde a sus intereses comunes: el bienestar general y seguridad del pueblo. Por esa razón, el mayor miedo que un gobierno totalitarista puede tener es despertar a ese pueblo dormido, sumido en la ignorancia y bajo los zapatos de las grandes elites monopolistas que rigen al Estado.
Los populistas son siempre antipluralistas; aseguran que ellos, y sólo ellos, representan al pueblo. Cuando están en campaña retratan a sus rivales políticos como parte de la élite corrupta e inmoral; cuando gobiernan, se niegan a reconocer la legitimidad de cualquier oposición.
El populista no sólo usa y abusa de la palabra, sino que se apodera de ella. Alimentan el odio de clase para declararse auténticos y únicos intérpretes de la voluntad popular y tomar las decisiones en su nombre; una falsa “legitimidad» atribuida por sí mismo.
Ningún mandatario de la historia moderna de México ha acumulado el poder que tiene y ejerce López Obrador. En el primer año de gobierno las consecuencias de sus acciones no eran alentadoras; ahora, en plena pandemia, se han vuelto trágicas y siniestras. La narrativa de buenos contra malos, liberales contra conservadores, conmigo o contra mí, predominan el discurso de AMLO. ¿Un mensaje para la oposición?
Desde que él y el aciago Miguel Barbosa, Gobernador de Puebla, tomaron el poder, comenzó una persecución política en contra del Movimiento Antorchista y sus líderes. Hoy sigue y se confirma con mayor voracidad aquellas amenazas. El laboratorio en Puebla, que gesta un experimento político alienta a una dura represión contra quien ha soltado las cadenas del pueblo. Morena ha roto los significados y símbolos de la democracia, sus contrapesos usando las intuiciones del Estado y violando la Constitución, ha corrompido la institución presidencial y la está prostituyendo.
Veracruz, el segundo estado con los mayores índices de violencia e inseguridad del país, y encabezado por el gobernador Cuitláhuac García –uno de los peores mandatarios estatales- han llevado acabo un maquiavélico plan para desatar el terror. Ayer, cuatro miembros la Organización política fueron privados de la libertad por «sicarios» de baja calaña, -y se intuye con elementos con bastante certeza-, bajo las órdenes del gobierno estatal. Hasta el momento se desconoce paradero de las víctimas.
¿Cuál es el mensaje de Morena en Veracruz y en todo el país? Todo indica que busca la sangre y el linchamiento de otros para mantenerse vivo para arrastrarse medio moribundo al 2021. Sin duda busca, a toca costa, callar a un gigante, al pueblo organizado que está despertando y que es capaz de arrebatarle el poder político en 2021. Quien está aterrorizado en Veracruz y Puebla, con grandes pasos a extenderse a otros estados, es Morena y López Obrador. El poder cegó por lo que siempre caminó López Obrador; él traicionó y crucificó la confianza de los mexicanos.
La denuncia del atroz secuestro político seguirá y no habrá ni una sola persona que no escuche el llamado de justicia y libertad para formar un frente nuevo y con verdadero liderazgo para vencer en las elecciones venideras. Por lo mientras, yo también me sumó y sumo esta modesta columna, a la campaña de denuncia nacional y de exigencia para la liberación, con vida, de las víctimas que Morena tiene como rehenes en Veracruz.
Lo que se avecina es una guerra; el pueblo contra Morena; pero indudablemente el pueblo es mucho más grande y más gigante que un grupo liderado por un gobernante que no sabe nada de política y que por eso usa la represión, el linchamiento mediático y ahora, se alcanza a ver, pretende usar el secuestro político de líderes sociales, esos que sí representan al verdadero pueblo. Por el momento, querido lector, es todo.