Luis Miguel López Alanís
| El aspirante a futuro gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, dijo el 4 de enero de 2018, antes de que Morena ganara las elecciones federales en julio de ese año, que una vez que Obrador fuera presidente, 1) en tres años los mexicanos viviríamos en paz, 2) que ese gobierno no usaría la estrategia de coerción y de represión, y 3) que su gobierno sería diferente y no se permitiría entregar al país al final del sexenio de Obrador 100 mil muertos más. Las frases textuales de cómo lo dijo aparecen durante una entrevista en Aristeguinoticias.com, en la fecha indicada, al darse a conocer que sería el responsable de la Seguridad nacional del entonces futuro gobierno de López Obrador. La promesa era seductora y Durazo la repitió hasta el cansancio. El pueblo estaba esperanzado con estas audaces declaraciones.
“Ya sabemos cuáles son los resultados —dijo—, no se necesita ser Nostradamus para imaginar que si seguimos con la estrategia de coerción y de represión, al final del sexenio de López Obrador estaríamos entregándole al país 100,000 muertos más, y eso no nos (lo) podemos permitir… no habrá en nuestro gobierno, jamás (!), una orden que indique represión… Estimamos que en tres años sin duda estaremos rindiendo las mejores cuentas al país en materia de inseguridad… los mexicanos vamos a tener paz a partir de los tres años, de inmediato vamos a buscar controlar la situación…”. Estas declaraciones eran agua para el sediento, dulce para los oídos de los que habían sufrido el terror del crimen, todo era creíble para el pueblo: había impaciencia, coraje y necesidad de creer. Pero la realidad ha sido totalmente opuesta a estas atrevidas promesas de campaña, tanto a nivel de Sonora como nacionalmente y el Gobierno de Obrador-Durazo hizo lo contrario de lo que prometía.
Un legítimo deseo de paz de nuestro pueblo había dado carretadas de votos a Morena, el único partido que prometía fecha precisa para que la ansiada tranquilidad llegara a nuestras tierras y se detuvieran los crímenes que ensangrentaban todos los días la Patria. La esperanza se aprovechó electoralmente de manera muy efectiva: Durazo se pronunció en campaña electoral no por acciones militares ni policiacas, sino por acciones sociales que permitían prever, sin ser aquel adivino francés, que llegaría a medio sexenio el futuro luminoso que prometían la 4T y los partidos de “Juntos Haremos Historia”, porque “no sería de inmediato” y afirmarlo “no sería responsable”. Decía con una convicción admirable que todo lo tenían bien estudiado y meditado: tres años… y con esa promesa pedía el voto. La gente escuchaba lo que quería oír y se entregó, cual ingenua Sémele, y como en ese mito griego, la verdadera identidad de Zeus terminó por incinerarla.
A dos años, las cuentas rendidas son otras. Ha dado explicaciones, muchas durante este tiempo, aparentemente fundamentadas. Hace casi exactamente un año nos habló del “punto de inflexión” que en lenguaje común equivale a un “ya merito”, cuando dijo que ya empezaba a descender la tendencia. Hoy, ante los números crecientes de muertos ya se olvidó de la raquítica “inflexión” que nunca llegó y pasó a hablarnos de “rediseños”. En Sonora los asesinatos dolosos por mes han aumentado así: 51 en 2015, 55 en 2016, 63 en 2017, 74 en 2018 y ya en la época de Durazo saltaron ¡a 116 en 2019 y 117 en 220! (hasta junio, con datos de Paul Frissard Martínez, tomados de la perseguida revista Nexos)). La periodista Sofía Ortega denunció que en el Sur de Sonora el crimen ha aumentado 45% y hay total impunidad. A nivel nacional, en los primeros 20 meses de cada sexenio hubo la siguiente cantidad de asesinatos dolosos: con Fox 24,020; con Calderón 19,571; con Peña Nieto 30,321 y con Obrador-Durazo saltó al espantoso número de 60,330 (T-ResearchMX). Y afirmo que Durazo también ha maquillado las cifras como lo hace la 4T con la Covid-19 y que en realidad son más altas, mucho más. Me apoyo en lo que denuncia la organización México Evalúa que dice lo siguiente: “…las denuncias (por delitos y crímenes, aclaro yo LMLA) no se califican como deberían, o se califican como un delito más fácil de procesar y no como otro que implica una mayor carga de investigación… Hay una cifra negra mayor al 93% de hechos delictivos que no se están denunciando…”, —o sea, más de 9 de cada 10 delitos que se cometen el pueblo ya no los reporta a las autoridades ni exige justicia, porque sigue sin confiar en las instituciones que comandó Durazo— y México Evalúa le pide al ahora ex secretario de Seguridad “hacer las comparaciones como se deben”, o sea, no hacer trampa al exponer los datos. En eso consistió finalmente el tan ostentado “rediseño”. Atole con el dedo, le llamaron con toda propiedad a la “inflexión”. La 4T salió peor que los anteriores gobiernos y tampoco pudo recuperar la confianza del pueblo en las instituciones.
Una vez en el gobierno, Durazo echó al olvido sus pacifistas predicciones y fue artífice de la creación de la Guardia Nacional que militarizó al país; propuso en Sonora el cambio de Comisarios de Seguridad Pública por militares en Hermosillo, Guaymas, Empalme, Cajeme, y Navojoa, o sea, reforzó allí la estrategia de coerción, contra lo que prometió aquel enero de 2018. Este Plan Piloto ha fracasado estrepitosamente, no hay analista serio que uno consulte que lo dude: allí donde Durazo metió la mano los homicidios dolosos aumentaron 65% y se concentran 70% de los de toda Sonora. No bajaron ni se difuminaron: al contrario, allí creció y se reforzó el crimen. Estos últimos datos los dio a conocer Manuel Emilio Hoyos, presidente del Observatorio Sonora por la Seguridad, entrevistado por Proyectopuente.com. En lugar de la paz prometida, la estrategia de la 4T y de Durazo le ha dado más trabajo a las madres buscadoras de los despojos de sus hijos asesinados entre los sahuaros de Sonora.
Estos son los hechos del hombre que prometió la paz a los mexicanos y a los sonorenses, no son inventos ni difamaciones, sino datos duros que representan la realidad y que son del conocimiento público, inocultables por ahora (y lo serán mientras la dictadura en ciernes no decida cerrar el flujo de información “por corruptora”). Durazo nos dio tres años para llegar a la paz (las constantes vaciladas del presidente Obrador al respecto son punto y aparte). Estamos a un año de cumplir el plazo y al ritmo que lleva la estrategia militar-policiaca (14 mil elementos activos en tierras sonorenses), llegaremos a 100 mil muertos en el país para entonces. Rotundo fracaso. El número que nos ponía él mismo como imposible en la 4T llegará irremediablemente y a la luz de estos hechos tiene uno derecho a preguntarse: ¿entonces Durazo nos engañó a sabiendas o realmente creía que era posible? En el primer caso habría mentido dolosamente para ganar la votación de 2018 y en el segundo caso habría sido un ingenuo cuya estrategia nos costó millares de vidas y, si consideramos las cifras negras, quién sabe cuántos miles más de desaparecidos cuyos restos encontrarán las buscadoras madres guerreras. Con toda la experiencia política que ha tenido en tantos partidos políticos en los que ha militado, ahora seríamos nosotros los ingenuos si ingenuo lo consideráramos. Así que no queda de otra: engañó al electorado a sabiendas. ¡Y no es esto otra forma de corrupción, igual o más dañina que aquélla contra la que dice luchar la 4T? Lo dicho, es impresentable.
Así lo debe conocer el pueblo sonorense. Desde ahora, los antorchistas convocamos a formar un frente común de todos los damnificados por este gobierno federal, que evite que en las próximas elecciones la estrategia impuesta por Durazo y la 4T vuelva a ganar y que no se vuelva a aplicar, al menos desde el gobierno sonorense y desde su Congreso. Considere usted, además, que no se debe separar la estrategia de seguridad de la estrategia social de gobierno: una y otra se corresponden, ambas son, en última instancia, expresión del mismo proyecto de gobierno. Es el pleno derecho de los ciudadanos mexicanos disentir de la actuación de sus gobernantes cuando a su juicio actúan mal o su proyecto no está bien, y en este artículo les hemos aportado razones, no insultos ni acusaciones infamantes. El pueblo debe conducirse civilmente, organizarse y prepararse para oponer un amplio frente civil que recupere en las próximas elecciones la plena vigencia de nuestro Estado de Derecho y por gobernantes al menos más sabios que lo sepan aplicar y respetar.