Homero Aguirre Enríquez
| El 24 y 25 de octubre se llevará a cabo el Encuentro de Folclor Internacional al que anualmente convoca el Movimiento Antorchista, para presentar ante los ojos del público expresiones folclóricas provenientes de todo el mundo y ejecutadas por artistas mexicanos radicados en diversos estados del país.
En esta ocasión, por razones fácilmente comprensibles, el Encuentro no tendrá lugar en la ciudad de Oaxaca, que ha sido su sede permanente, sino que será transmitido de manera virtual a través de la página de Facebook del Movimiento Antorchista Nacional, desde varios lugares de nuestro país en donde radican los artistas. Se trata, de un esfuerzo loable por no dejar que se ahogue el talento y el entusiasmo, tan atacados todos los días por las malas noticias de enfermedad y deterioro económico.
El bello despliegue de colores, sonidos, movimientos y emociones humanas que vamos a presenciar durante dos días, son las flores y los frutos del trabajo cultural desarrollado en el Movimiento Antorchista, una organización social que se ha mantenido unida y con una creciente presencia social bajo la dirección del Ing. Aquiles Córdova Morán, uno de los hombres más cultos, lúcidos y revolucionarios de nuestro México.
El trabajo cultural desarrollado en Antorcha agrupa a cientos de ejecutantes de todas las edades y en distintas disciplinas y es, sin duda, una de las expresiones de más alta calidad y con mayor presencia en las capas populares del país; es un componente esencial de nuestra forma de ver la vida, la sociedad y sus lacerantes problemas actuales, como la pobreza, la marginación, la injusticia y la enfermedad que hoy nos rodean trágicamente.
Los antorchistas no vemos esos problemas como inevitables y sin remedio, sino como obstáculos que deben superarse con la participación organizada y consciente de los grupos humanos que padecen esos mismos problemas. Pensamos, con base en la experiencia histórica, que la solución de los problemas de los marginados nunca será resultado de la actividad de un solo hombre, por muy poderoso que se crea.
En esta visión transformadora, el arte no es un simple elemento cosmético que debe acompañar al hombre para hacerle menos fea esa realidad y olvidarse de ella, sino una herramienta de sensibilización y de humanización; un puente de fraternidad que permita anudar los lazos más hondos y profundos entre los marginados, los olvidados y humillados, y los decida a tener valor y orgullo para luchar por un mundo más justo, más humano y también más bello.
Los sectores empobrecidos de nuestra sociedad contemporánea no sólo necesitan mejores salarios, acceso a los servicios, salud, educación y vivienda digna, también necesitan arte y cultura. La mala distribución de la riqueza no solo se refiere a lo material, sino también a lo cultural, a lo artístico en este caso.
A un país como México, que ya estaba sometido a la pobreza, a la marginación y la incultura, pero al que ahora se intenta someter a la voluntad de un solo hombre que, por añadidura, no tiene idea de lo que debe hacerse para sacar del atolladero a nuestra patria, le urge el efecto vigorizante del arte sumado a las luchas populares y las propuestas electorales que exijan bienestar y elevación espiritual.
Por esta razón, un encuentro de folclor como éste, que le muestra a la gente la belleza del folclor latinoamericano, europeo, africano, asiático y de muchos otros pueblos del mundo, es una contribución para evitar que la riqueza cultural continúe concentrada; es también una forma de despertar en los pueblos el anhelo de conocer expresiones de esa belleza creada por la humanidad y acaparada por unos cuantos; es un llamado a la unidad de los marginados, a no dejarnos acobardar, a no desalentarnos por los obstáculos ni envilecer de miedo; es un grito a la lucha por un mundo donde todos vivamos mejor en lo material y también gocemos de las creaciones de la inteligencia y el talento de los artistas, hasta que juntos logremos “aplacar las iras del mundo”, tarea para la que, según Pablo Neruda, ese gran poeta universal, no basta una gota de poesía, sino que resultan indispensables la lucha y el corazón resuelto.