Doña Cata tuvo que cerrar su papelería por la pandemia. Un pequeño negocio que abrió por primera vez hace 20 años. Y que en toda su historia nunca había bajado la cortina. Hasta ahora.
La papelería de Doña Cata no era imperceptible. Estaba ubicada a 200 metros de tres escuelas públicas. Dos primarias y una secundaria diurna, al oriente de la Ciudad de México. El 70% de su venta anual ocurría en temporada escolar, es decir, a finales de julio, en agosto y a principios de septiembre.
Además de artículos de papelería ofrecía libros, mochilas, regalos y etiquetas bordadas para los uniformes y útiles escolares. Pero con todos los estudiantes tomando clases desde casa, la demanda de artículos escolares se ha caído al piso.
“Cerré el negocio cuando se cancelaron las clases. En agosto volví a abrir, a pesar de que las clases serían por televisión. Puse acrílico, gel antibacterial y cartulinas fosforescentes anunciando descuentos y que era un local limpio. Aun así, hubo días que no vendí ni un lápiz. Ya no salía ni para pagar la renta del local, así que tuve que cerrar de manera definitiva”, cuenta.
En México, la papelería de Doña Cata es una de las 15,000 pequeñas papelerías que desaparecieron, ante la propagación del COVID-19 y la suspensión de clases presenciales. Hay otras 105,000 papelerías que, con dificultades, se han mantenido a flote, de acuerdo con cifras de la Asociación Nacional de Fabricantes de Artículos Escolares y de Oficina (ANFAEO).
Las papelerías locales son el último eslabón de la cadena, que se compone por unos 50 fabricantes e importadores, más 500 mayoristas y distribuidores. Antes del coronavirus la industria, en conjunto, generaba 1.5 millones de empleos directos y 4 millones de empleos indirectos.
“Tras el cierre de las escuelas, las ventas de los fabricantes e importadores cayeron 50% en comparación con el 2019, mientras que para los mayoristas y distribuidores la caída ha sido del 70%”, dice Diego Céspedes Creixell, presidente de la ANFAEO.
Antes del coronavirus, el gasto promedio por surtir la lista de útiles escolares de un estudiante de educación básica era de 555 pesos, según Céspedes. Sin contemplar uniformes, libros, calzado y mochilas. Ahora, la poca venta ha recaído en los autoservicios, siendo los libros para colorear lo que más llevan los padres de familia.
Sin clases presenciales ni lista de útiles que surtir para el último ciclo escolar, la asociación anticipa que este año el sector dejará una derrama económica de 7,000 millones de pesos, menos de la mitad de los 20,000 millones de pesos que dejó en el 2019. El empleo del sector se ha reducido 33%.
La educación ¿a distancia?
Para el presidente de la ANFAEO, la recuperación del sector papelero se dará terminando la temporada escolar del 2022. Pero el problema y rezago educativo va a tardar muchos años más. Ya que, a su juicio, tenían que darse factores que no se han dado. Desde contenidos educativos muy buenos hasta recursos en casa para lograr un adecuado aprendizaje.
“En México hay 13 grados de educación básica. Se están atendiendo todos con 11 horas de televisión diarias. Cualquier grado tiene menos de una hora en televisión. Es insuficiente. En zonas rurales hay niños que no tienen acceso a internet y no pueden descargar un libro digital. Por otro lado, hay deserción de 2.5 millones de niños entre 12 y 14 años. Sin educación no hay oportunidades. Solo el 12% de estudiantes va a una escuela privada y más digitalizada que una escuela pública”, expresa.
Aurora Tapia, psicología certificada por el Consejo Nacional de Normalización y Certificación de Competencias Laborales de la Secretaría de Educación Pública (SEP), comenta que, para abrir las escuelas, se deben tomar todas las medidas necesarias. Incluso turnar días de asistencia.
Hasta ahora, Guatemala y México son los únicos países sin regreso a las aulas. En Estados Unidos las clases son híbridas. Lo mismo que en España o que en países latinos como Brasil.
“Ha habido afectación porque no hemos crecido con la disciplina necesaria. Nuestro sistema educativo ha dejado de manifiesto nuestras carencias formativas tanto de alumnos como de maestros. Esta puede ser una oportunidad de revisar cómo enseñamos a distancia y cómo podemos capacitar a nuestros alumnos ante este nuevo esquema que demanda herramientas que hagan más interactivas las clases”, menciona Tapia.
En opinión de la especialista, el encierro ha sido un mal necesario. Si desde antes se hubiera invertido e innovado en educación, hoy ya se tendría un paso adelante, en comparación con otros países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
“Nos engañaron con una escuela que no funciona. Urge la apertura de escuelas con medidas de seguridad. Le urge al sector papelero, pero también a la educación del país”, concluye Céspedes Creixell.