Por segunda vez durante la inundación que inició el 1° de octubre y que dura hasta los días que corren, el presidente de la República visitó Tabasco.
Desde que anunció esta visita expresó: “Voy a ir a Tabasco para que no me critiquen los medios (conservadores, obviamente), aunque agregó, pero también porque me interesa . . .”
La visita se consumó este 14 de noviembre. La resumo de la siguiente manera, tratando de no apartarme de la verdad:
Fue una visita al más puro estilo priista -pero corregido y aumentado-, es decir, completamente controlada. El “líder popular”, el que “tiene el cariño del pueblo”, no se hizo acompañar ni siquiera de los representantes de los medios de comunicación, mucho menos fue a algún barrio populoso en donde la gente se expresara espontáneamente; todo transcurrió conforme al guion perfectamente planeado para demostrarle al respetable, según los organizadores, que todo se está haciendo bien.
Fue a albergues pulcramente ordenados, a cocinas comunitarias donde -según informó el Ejecutivo- se preparan alimentos para llevarles a los damnificados. Exhibió una tortillería móvil que donó el multimillonario dueño de maseca y coronó esa aséptica visita con una conferencia de prensa, (entre paréntesis debo decir que me pareció ofensivo exhibir como fondo de esa conferencia cajas de despensa, agua, cobijas, es decir, todo lo que la gente necesita y que no le ha llegado) donde anunció que todos los afectados serán apoyados -como ocurrió en la inundación del 1° de octubre-, dijo; aunque todo Tabasco sabe que muchos lugares no fueron censados en esa ocasión y que hubo fraudes, favoritismos, omisiones y burdos engaños, a grado tal que familias que estaban en albergues registrados por Protección Civil no recibieron ningún apoyo.
Habló de planes y programas de dragados, de bordos, de obras de drenaje, de programas integrales, además de los apoyos a todos los damnificados; pero cuando era cuestionado por la prensa del monto de esas inversiones y de qué fondos saldrían, solo tenía una respuesta general: “hay presupuesto.”
Esa generalidad me recuerda lo que el Presidente declaró a un periodista local en su primera visita al Tabasco inundado, ¿Qué se va a hacer si ya no habrá Fonden, preguntó el periodista? “Hoy el Fonden es de 500 mil millones de pesos que están disponibles para estos casos”, dijo el presidente. Pero ocurre que las poquísimas despensas que se están repartiendo las han donado otros países, otros estados de la república, empresarios, organizaciones sociales y particulares diversos, sobre todo el pueblo llano, y, en el colmo de la desfachatez, los legisladores morenistas organizan centros de acopio cuando ellos son los responsables del presupuesto y tienen el gobierno y el dinero de la nación en sus manos.
Y para remate, en la visita, siendo que en la inundación de los primeros días de octubre el gobierno había reportado más de 500,000 afectados, hoy, en la conferencia de prensa, el gobernador y AMLO corrigieron la cifra, se trataba de un error, dijeron, solo eran 100 mil. ¡Un error de 400 mil! Y hoy las cifras del gobierno aceptan 300 mil damnificados y más de 80 mil viviendas inundadas, pero el pueblo sabe que son más, porque pueblos y colonias que nunca se habían inundado antes, hoy lo hicieron, como Monte Grande, en Jonuta, para dar un ejemplo. Y el nivel del rio Usumacinta -que está dos metros arriba de su máximo- sigue creciendo.
Termino la descripción de la visita con la respuesta que dio AMLO a los periodistas que, expresando el sentir del pueblo tabasqueño, le preguntaron porque no se había mojado los pies en sus visitas al estado, respondió: “Claro que me mojaba, yo andaba con el agua no a la cintura, sino hasta el pecho”, a lo que en las redes sociales respondieron varios internautas: “cuando no eras nadie y querías llegar al puesto que tienes; hoy que estás ahí no quieres ni ensuciarte tu ropa”. Aunque instintivamente, el pueblo de Tabasco entiende lo que afirmaba un filósofo alemán: “No se piensa igual en una choza que en un palacio”. Lejos, muy lejos, está Andrés Manuel de los héroes nacionales que dice emular; el general Lázaro Cárdenas, sólo por dar el ejemplo más reciente, a donde iba escuchaba y atendía hasta la última persona que deseaba hablar con él, aunque eso implicara estar horas de pie y no desayunara y no comiera, siendo presidente de la república, no solo en campaña.
Hasta aquí la descripción del “mundo feliz” que AMLO y su equipo de prensa transmitieron a la nación. Y ¿cuál es la realidad de los tabasqueños sin poder? La inmensa mayoría siguen en el agua. No se salieron de sus casas, y están sin comida, sin agua para tomar, sin ropa seca y limpia, sin medicinas ni atención médica; las despensas solo las miran como escenografía en la conferencia de prensa, tienen que pagar desde 50 pesos por un traslado en cayuco para ir de compras o hasta 500 pesos si quieren mover unos muebles; otros, están con familiares, o amigos y vecinos, o rentaron a precios estratosféricos alguna casa, provisionalmente. Los pocos que están en los albergues sufren maltratos; todos, están sin ingresos o casi sin ingresos. Los comedores comunitarios los pusieron en zonas ricas y altas, tan lejos de la gente que les es imposible llegar a comer allá a menos que gasten mucho dinero en transporte, dinero que no tienen. Hoy, al momento de escribir estas líneas me llega el reporte de la comunidad de Ramón Grande, municipio de Macuspana, lugar en el cual, precisamente retiraron el comedor comunitario, al parecer para ponerlo en el pueblo de AMLO, dejando en el desamparo más absoluto a 200 personas albergadas en ese lugar. Y en un video manifiestan que este día de la visita presidencial, por ese hecho, solo consumieron café con galletas de animalitos. Ante ese reporte recordé que, en la otra visita del presidente, mientras él dormía, casi morían ahogados los habitantes de El Castaño, también en Macuspana, su municipio natal. La realidad es diametralmente distinta y opuesta a la que nos pinta la endulzada versión oficial.
Una reflexión final. En Tabasco no hay para los inundados la ayuda humanitaria elemental que es la obligación legal y moral del gobierno, y la poca que hay no la dan los gobiernos, el Ejército solo la reparte, las dan los actores mencionados arriba. Los inundados están solos con sus problemas. Y AMLO, como lo hizo en toda la campaña y lo sigue haciendo en los dos años que lleva de Presidente, no trajo nada a Tabasco, sigue vendiendo ilusiones, sabedor de que la esperanza del que carece casi de todo solo acaba con la muerte. Debería aprovechar el refrán que reza: “Cuando veas las barbas de tu vecino volar . . .”. El gobernante del poderoso vecino del Norte que, al igual que AMLO, le habló al pueblo norteamericano golpeado por la desigualdad con las voces que ese pueblo quería oír, a pesar de que durante la pandemia repartió 1,200 dólares a cada hogar norteamericano, a pesar de ello, no le alcanzó los votos que ocupaba para el triunfo. De seguir engañando a la gente con promesas que ni piensa ni puede cumplir, a no dudarlo, AMLO estará cavando su tumba política en la tierra que lo vio nacer.
Marco Antonio Lázaro Cano