Los funcionarios estatales han demostrado en más de una ocasión (o casi siempre) cero empatía con las necesidades de la población
Ricardo Alberto Calleja
Han pasado ocho meses desde el inicio de la contingencia sanitaria en México. Todos hemos podido constatar los grandes problemas que la covid-19 ha hecho aún más evidentes; la pobreza es de tal magnitud en nuestro país que impidió que millones de mexicanos pudieran cumplir con la medida de aislamiento social para evitar, ciertamente, la propagación de la mortal enfermedad. La mayoría esperábamos que el gobierno federal y los gobiernos estatales implementaran medidas de apoyo a la población que estaba perdiendo su empleo; los antorchistas, por ejemplo, dijimos que era necesario la implementación de un programa emergente de distribución de alimentos no solo para los que habían perdido su única fuente de ingreso, sino para los que desde siempre, habían sido invisibles a los ojos de las autoridades, a los miles de hidalguenses que aún viven en la marginación total y sin embargo, los que hoy se proclaman gobernantes, decidieron dejar a su suerte a los hidalguenses quienes sobreviven día tras día.
Recientemente, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo que elabora el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, informó que durante el tercer trimestre del 2020, Hidalgo presentó la cuarta tasa de informalidad más alta de México, solo por debajo de Guerrero (78.5%), Oaxaca (76.6%) y Chiapas (74.3%). Lo anterior significa que más de 884 mil hidalguenses se desempeñan en actividades precarias, en la informalidad; trabajadores que se encuentran en total vulnerabilidad en sus empleos por las difíciles condiciones a las que se enfrentan por no contar, al menos, con un contrato que les asegure prestaciones laborales. Según informa también la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, en Hidalgo, siete de cada diez ciudadanos son trabajadores informales.
A la falta de empleos formales, hay que sumar también, la pobreza en los ingresos. El Índice de la tendencia Laboral de la Pobreza (elaborado por el Coneval), reportó un incremento en el número de hidalguenses a los que el salario no les alcanza para adquirir los productos de la canasta básica, al pasar del 46.9 al 55.1 por ciento, 8.2 puntos por arriba del promedio nacional, es decir, 1 millón 574 mil hidalguenses obtienen ingresos inferiores al costo de la canasta básica. Quedarse en casa pues, como lo recomendaron las autoridades sanitarias, significaría dejar de percibir los ingresos que dan el sustento a las familias.
Pero para lograr -al menos- apoyos alimentarios para la población se necesita de gobernantes que apoyen las causas sociales y es precisamente de lo que carece el estado de Hidalgo y es lo que ha abonado para que los hidalguenses continúen bajo el lastre de la pobreza en todos los aspectos. Los funcionarios estatales han demostrado en más de una ocasión (o casi siempre) cero empatía con las necesidades de la población, han de creer que su lugar en una secretaría es para engrandecer a su persona o en su defecto, para crear culto a la personalidad hacia individuos que representan todo lo contrario al desarrollo, olvidando así que su labor es la de servir, procurar y resolver los problemas que afectan a los ciudadanos. Y ahora no encontramos ni el servicio, ni la atención y mucho menos la solución; los secretarios de la administración estatal continúan escondidos quién sabe dónde, mientras los hidalguenses continúan sufriendo los estragos de la pandemia. Por eso, los antorchistas hidalguenses solicitamos audiencia con el gobernador, Omar Fayad Meneses, para que intervenga y se avance en la solución de las demandas que mucho tiempo atrás, miles de hidalguenses ingresaron al gobierno que aún encabeza. Se necesita también de la mano del gobernador para que se libere el salario de más de 40 profesores a quienes, sin justificación alguna, se les retuvo el pago desde marzo y no conformes, sus funcionarios, continúan la embestida contra la educación al retener el subsidio para el pago de servicios y alimentación de cuatro albergues estudiantiles destinados para jóvenes de escasos recursos, quienes encuentran en estos espacios, una oportunidad más para seguir con su formación. Hoy que el país atraviesa por momentos complicados, situación que no excluye a Hidalgo, se necesita privilegiar el diálogo que ayude a solucionar muchos de los problemas que aquejan a la población, ese es uno de los objetivos de Antorcha, ayudar a mejorar las condiciones de vida de los mexicanos.