Una arbitrariedad tras otra: en el diseño y ejecución del programa de vacunación se impone cínicamente el interés político electoral del presidente y de Morena, el chantaje a los necesitados.
Abel Pérez Zamorano
En las últimas 24 horas ocurrieron 18 mil 849 contagios de Coronavirus, 1,584 defunciones y se acumularon 142 mil 832 fallecimientos. Pagamos las consecuencias del tiempo perdido cuando el presidente llamaba a abrazarse, salir y comer fuera, tratando al Covid como simple gripe, insistiendo (hasta hoy) junto con el doctor López-Gatell en que el cubrebocas no ayuda mucho, y poniendo el mal ejemplo. En el mundo, mientras tanto, para cubrir la demanda, seis vacunas han sido aprobadas: la Moderna (Estados Unidos); Oxford-AstraZeneca, Reino Unido; BioNTech-Pfizer (Alemania-Estados Unidos); Sputnik V (de hecho fue la primera), desarrollada por el gobierno ruso; y dos creadas por China: Sinopharm, en fase final de prueba y Sinovac, en aplicación. Contra lo deseable, el proceso no ha sido tan rápido: cada empresa busca aisladamente aventajar y ganar el mercado; competencia capitalista más que cooperación.
Siendo México una de las principales economías, no aparece en este grupo de creadores y productores. Talento hay, científicos e instituciones capaces, pero ciencia y tecnología no son prioridad gubernamental; se las ha reducido a la sobrevivencia, y con la 4T las cosas empeoran, pues se viene desmantelando el aparato científico, quitándole los pocos recursos que aún tenía, como los fideicomisos del Conacyt. Ciencia y tecnología reciben apenas el 0.38% del PIB. Ahora estamos condenados a esperar a que los países ricos cubran sus necesidades.
La pandemia exhibe también los criterios antipopulares de asignación del gasto. Ahora mismo, insensible a la tragedia, mostrando una pasmosa frivolidad, el gobierno se ufana de aplicar 89 millones de pesos para remodelar un estadio de beisbol, o miles de millones para un aeropuerto absurdo, mientras los hospitales están saturados, sin equipo básico, y el personal médico sin protección. Dice el proverbio: por sus frutos los conoceréis. Más aún. El Presupuesto 2021 no contempla recursos para adquirir ni aplicar la vacuna. ¿Acaso el gobierno no ve la magnitud de la tragedia? Sí, pero para responder con sensibilidad, debería ser auténticamente humanista, y no es el caso; en él la preocupación por el pueblo es meramente epidérmica.
Y vienen los problemas obligados en la adquisición. Según El Economista, 17 de enero, en diciembre el gobierno acordó con Pfizer la compra de 34.4 millones de dosis, para inmunizar a 17.2 millones de personas, pero no ha sido así; a finales de diciembre llegaron 2 mil 95 dosis, aunque se han recibido más, sumando 546 mil 975 al 12 de enero. Este martes llegaron 233 mil 385, 46% de las 436 mil 800 anunciadas para esa fecha. El presidente atribuye la reducción a que, atendiendo una petición de la ONU, nos limitamos para que países más pobres también la reciban. Mas no parece ser así. Primero, México es uno de los países con más pobreza, lo que nos colocaría entre los primeros en recibir la vacuna. Segundo, el doctor López-Gatell matizó: “La farmacéutica más bien anunció que está modificando las cadenas de producción y que ello retrasará las entregas en varios países” (cursivas APZ) (Forbes, 19 de enero); o sea, el argumento es otro. Tercero, admite López-Gatell que no era una indicación directa de la ONU, sino un “exhorto” a nivel mundial, es decir, un llamado a misa. Cuarto, la ONU cuenta con la Iniciativa COVAX, protocolo institucional que verifica la equidad en la distribución mundial de vacunas, para evitar que impere el criterio de mercado sobre la salud y los derechos humanos; existe incluso un mecanismo de financiamiento, un fondo, para que la vacuna llegue gratis a los países más pobres.
Como tranquilizante, dijo el presidente que hay acuerdos con otras empresas como CanSinoBio y AstraZeneca, y se adquirirán 24 millones de dosis de la rusa Sputnik V. Más confusión: “El secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, informó en conferencia de prensa que se podrían vacunar a 3.7 millones de personas para la primera semana de abril. Entre el 25 y el 29 de enero, México recibirá las primeras 400,000 dosis de la vacuna rusa Sputnik V…” (RT 19 de enero). De los 127 millones de habitantes se estaría vacunando al 2.9%. Además, la nota de RT advierte que aún no se firma el contrato: “El pasado lunes 18, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, informó que el Gobierno estaba «por cerrar» el acuerdo para adquirir la vacuna Sputnik V”. Dijo el presidente que se aplicarán 240 millones de dólares para adquirir la vacuna, pero, ¿de dónde saldrá ese dinero? En el PEF no está contemplada. Finalmente, hay opacidad: “Nadie sabe el contenido de los contratos, ni tiene certeza sobre qué vacunas serán utilizadas y la información está reservada por cinco años” (Forbes, 19 de enero). No sería de extrañar que se estén exagerando las cifras de vacunas para fines electorales.
Una arbitrariedad tras otra: en el diseño y ejecución del programa de vacunación se impone cínicamente el interés político electoral del presidente y de Morena, el chantaje a los necesitados. Contra toda lógica de funcionalidad y eficacia, ignorando la experiencia acumulada por las instituciones de salud, la presidencia decidió que los “servidores de la nación”, léase activistas de Morena, pagados con recursos públicos, encabecen las brigadas de vacunación. Además, según el calendario se empezaría, entre diciembre y febrero, con el personal de salud de primera línea; en una segunda etapa (febrero-abril), el personal de salud restante y personas de 60 años y más. Pero, más atropellos: menudean denuncias en prensa y redes sociales (el lector puede verificarlo sin dificultad), con nombre, apellido y lugar, de influyentes del gobierno que hasta presumen su “hazaña” de conseguir la vacuna, mientras, en la trinchera, médicos, enfermeras, camilleros, personal de limpieza, conductores de ambulancias, siguen en la brega sin la vital protección. Violentando la norma, funcionarios y “servidores de la nación” son vacunados; salvan su pellejo pero dejan en peligro a los más vulnerables. Ante tal abuso, el presidente respondió con una de sus catilinarias, diciendo que eso era “agandalle”, que no se vale, que “eso era antes”. No más.
Tal ha sido el desorden, que un juez ordenó modificar el plan de vacunación: “El juez Martín Adolfo Santos Pérez advirtió que dicho programa no se ajusta a lineamientos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) […] las etapas del plan de vacunación implementadas por el gobierno de la denominada Cuarta Transformación se planificaron “de manera simplista” […] Andrés Manuel López Obrador descartó que la suspensión dictada por el juez modifique el plan de vacunación […]” (El Financiero, 12 de enero). En medio de este desbarajuste se presenta la intempestiva renuncia de la doctora Miriam Veras Godoy, responsable del Programa de Vacunación contra Covid 19. El gobierno solo atina a decir que renunció por “estrés”, pero varios medios filtraron que había serios desacuerdos.
Lo aquí expuesto viene a recordarnos que México necesita ser gobernado por humanistas, que pongan en el centro de su atención la vida, bienestar y salud de las personas; funcionarios capaces y que sientan genuinamente las carencias del pueblo, unidos a él. A largo plazo, ello exige modificar el sistema económico que configura al Estado y sus representantes a su imagen y semejanza. En lo inmediato, las próximas elecciones de diputados serán una magnífica oportunidad para empezar a cambiar, no votando por los candidatos de Morena, para así a salvar a México de esta letal debacle, y de la dictadura imperante.