El expresidente argentino, Carlos Menem, falleció el domingo a los 90 años luego de padecer diferentes problemas de salud, informaron medios de prensa del país.
Menem falleció en el sanatorio de Los Arcos, en Buenos Aires, donde estaba ingresado por una infección urinaria tras padecer problemas cardíacos.
El antiguo mandatario había tenido numerosos problemas de salud en los últimos tiempos. Solo durante este año había estado ingresado otras dos veces, una por una neumonía y otra por baja saturación en sangre.
La noticia del fallecimiento fue confirmada por el entorno del exmandatario al diario ‘Clarín’, tras constatar que la salud de Menem se complicó en las últimas horas.
El político y abogado de centroizquierda, actual senador por el oficialismo, fue presidente de Argentina entre 1989 y 1999.
El éxito momentáneo de su plan económico, que implicó un fuerte reducción del Estado y una paridad del peso uno a uno con el dólar, le valió en sus primeros años de gobierno una amplia popularidad entre los argentinos, que se terminó desplomando por una crisis económica a fines de la década de 1990
“Con profundo pesar supe de la muerte de Carlos Saúl Menem. Siempre elegido en democracia, fue gobernador de La Rioja, Presidente de la Nación y Senador Nacional. En dictadura fue perseguido y encarcelado”, escribió en su cuenta de Twitter el presidente Alberto Fernández.
Mediante un comunicado de prensa, la administración oficial declaró tres días de duelo nacional.
La vicepresidenta Cristina Fernández, quien ocupó la primera magistratura de Argentina entre 2007 y 2015, también expresó su pesar por la noticia.
Durante sus años de mandato, el expresidente argentino se dio todos los lujos: jugó al fútbol con Diego Maradona, almorzó con los Rolling Stones y se reunió con Madonna.
Y esa popularidad, junto a su perfil carismático, fue la que le permitió cumplir deseos como el de conducir a toda velocidad por las rutas del país un Ferrari que le habían regalado, sin cumplir con las mínimas normas de tránsito, o reunirse con diversas figuras del espectáculo en el palacio de Gobierno.
Con su oscura melena y sus largas patillas al estilo de los antiguos caudillos provinciales, Menem llegó a la presidencia en 1989 defendiendo los pilares del peronismo: desarrollo industrial e inclusión social.
Pero aunque tuvo beneficios evidentes para un sector de la sociedad, el plan que aplicó fue diametralmente opuesto.
Tras atravesar zozobras en los primeros años de su gestión, la economía finalmente se estabilizó en 1991 tras un severo ajuste -que implicó la venta de empresas y bienes del Estado- y un sistema de paridad peso/dólar cambiaria implementado por el ministro de Economía Domingo Cavallo, que impedía la emisión de billetes para financiar el déficit.
Cavallo, quien cumpliría un rol clave durante la gestión de Menem, logró impulsar la economía en medio de una apertura comercial y de una moneda local fuerte que permitieron a la clase media argentina disfrutar de bienes importados y viajes al extranjero a bajo costo.
“Recibimos el país con una inflación del 5.000% y tuvimos que trabajar sobre ese tema a punto tal que cuando dejé el Gobierno esa inflación desapareció por completo y pudimos empezar a crecer”, dijo Menem en una entrevista el 2012.
El aire fresco que vivía la economía permitió acallar fuertes críticas por los casos de corrupción durante la privatización de empresas públicas y por el indulto otorgado a violadores de derechos humanos de la dictadura militar que gobernó el país entre 1976 y 1983.