Hasta el pasado siete de marzo, la cifra de decesos por Covid-19 alcanzaban la cifra de 190 mil 357 personas, y el responsable de tantos fallecimientos tiene nombre y apellido: el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), por no tomar las medidas pertinentes a partir del 27 de febrero de 2020, cuando se detectó la primera infección por Covid-19. A poco más de un año de esa fecha, se han confirmado oficialmente dos millones 320 mil 836 contagios.
El 18 de marzo se cumplirá un año del primer deceso por Covid-19; las víctimas mortales hoy son casi 200 mil, cifra que triplica la prevista como “catastrófica” por el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, quien el cuatro de junio de 2020, en su conferencia vespertina, informó:
“La estimación más baja fue de seis mil muertes, pero también se consideraron escenarios de ocho mil, 12 mil 500, 28 mil, incluso un escenario muy catastrófico de 60 mil. ¿Cuál de ellos es real? Todos pueden serlo”.
Ese mismo día, cuando en el país había 118 contagios, un hombre de 41 años perdía la vida por Covid-19, dos semanas después de presentar síntomas de este mal, luego de asistir a un concierto en el Foro Sol organizado por el gobierno de la Ciudad de México (CDMX), el cual su titular Claudia Sheinbaum se negó a cancelar, pese a los riesgos que representaba.
México ocupa hoy el tercer lugar mundial en número de decesos, solo detrás de Estados Unidos (EE. UU.) y Brasil; y la principal responsabilidad en este “récord” se atribuye al Gobierno Federal por su manifiesta negativa a tomar con seriedad el grave problema sanitario que se venía encima, coincide la mayoría de los expertos en salud.
AMLO fue “muy optimista” durante todo 2020 con respecto al manejo de la pandemia. En 41 ocasiones declaró: “ya la controlamos”. La primera vez fue el ocho de abril, como lo documentó Luis Estrada, de la Consultora Spin, taller de comunicación política. “López Obrador minimizó la pandemia, no la ha sabido enfrentar. Deja ir la oportunidad de corregir la estrategia y, con ello, corregir las tendencias, incluso en el tema que realmente le importan: las elecciones”, comentó en MVS Noticias.
La administración Federal desestimó la aplicación de pruebas para detectar los casos de Covid-19, a diferencia de otros países que han tenido un control adecuado de la pandemia. La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha insistido mucho a las autoridades de salud de todos los países sobre el uso de las pruebas; pero López-Gatell se ha negado a su aplicación.
Con su característica forma de hablar, el 24 de agosto del año pasado sentenció: “respecto a esta aparente relación que algunos invocan de que entre más pruebas mejor control, existe sobrada evidencia de que esto es una falsedad, de que no hay ninguna correlación”.
“Hay que abrazarse, no pasa nadaˮ
Cuando en otros países, principalmente de Asia y Europa, enfrentaban ya una situación crítica e imponían el confinamiento social como medida principal, en México el Presidente acudía a sus giras de fines de semana sin cubrebocas, sin guardar sana distancia, las recomendaciones más efectivas y elementales para evitar la trasmisión del Covid-19.
Y, lo más grave, se fue al extremo opuesto cuando invitó a los mexicanos a abrazarse. “hay quien dice que por lo del coronavirus no hay que abrazarse, no pasa nada; así que hay que abrazarse”, señaló a principios de marzo del año pasado, desde su principal foro público: las conferencias matutinas de Palacio Nacional.
El 23 de marzo, cuando la pandemia comenzaba a crecer sin control, durante una gira por Oaxaca, desde un restaurante, AMLO envió un mensaje en el que pidió a los mexicanos que salieran. “Yo les voy a decir cuándo no salgan, pero si pueden hacerlo y tienen posibilidad económica, sigan llevando a la familia a comer, a los restaurantes, a las fondas”, aseguró.
En todo 2020 y en lo que va de 2021, el Presidente no ha mostrado mayor interés en recomendar a los mexicanos que permanezcan en sus hogares. Ha sido tal su optimismo respecto a la idea de que su gobierno tiene bajo control el brote, que incluso afirmó en varias ocasiones: “ya domamos la pandemia”. La misma creencia tiene en relación con la crisis económica agudizada por el Covid-19 y ha asegurado, más de una vez, que “ya se ve la luz al final del túnel”.
Para el Presidente, las más de 190 mil personas que han dejado un hueco en sus familias son únicamente cifras, como lo evidencia su nula “estrategia”, en la que, además de recortar presupuesto al sector salud, fue notoria la ausencia de una asignación específica para atender la pandemia en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) de este año. El Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi), su propia versión de lo que fue el Seguro Popular (SP), además de no definir aún sus servicios, carece del equipo suficiente para que el personal médico atienda a los pacientes con Covid-19.
Salomón Chertorivski, exsecretario de Salud e integrante del colectivo Pensando en México, afirmó que la época del Covid-19 ha sido un año “desastroso y que la gestión de la pandemia por parte del gobierno mexicano es terrible; en nuestro país nunca se habló de control. Desde el primer caso, en los últimos días de febrero, hasta el día de hoy nunca, en ningún momento se ha hablado de control”.
El especialista indicó que las cifras oficiales del impacto mortal del Covid-19 son menores a las reales y que, de acuerdo con estimaciones más rigurosas, el número de quienes han perdido la vida supera las 430 mil personas. A este hecho hay que agregar el primer lugar mundial de México en decesos de personal médico y el de que seis de cada 10 fallecimientos no llegaron a cuidados intensivos o lo hicieron demasiado tarde.
La falta de una estrategia sanitaria integral en la Secretaría de Salud (SS), encabezada por Jorge Alcocer, ha ocasionado daños colaterales no menos graves para muchos mexicanos, pues no se efectuaron más de 450 mil cirugías; no se ha emprendido la campaña de vacunación de niños para prevenir otras epidemias y, entre otros problemas, se han cancelado los tratamientos a pacientes de cáncer.
El mismo programa de vacunación contra el Covid-19 está mal organizado; le faltan vacunas y, a la fecha, la primera de dos dosis ha llegado a solo el dos por ciento de la población nacional, sin que entre los vacunados se encuentre el total del personal médico y los adultos mayores.
Fragmento del reportaje publicado em la revista Buzos de la Noticia