Científicos chinos y cubanos tratan de desarrollar de manera conjunta una vacuna que combata las nuevas variantes de la Covid-19 que ahora azota a casi todo el planeta.
“Es una estrategia que pudiera proteger contra emergencias epidemiológicas de nuevas cepas de coronavirus que pudieran existir en el futuro”, dijo a Xinhua el director de Investigaciones biomédicas del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), Gerardo Guillén.
El investigador cubano explicó que investigadores del CIGB trabajan con científicos chinos en un Centro Conjunto de Investigación y Desarrollo abierto a finales de 2019 en la ciudad de Yongzhou, en la provincia de Hunan.
“A partir del surgimiento de la pandemia en China, las autoridades de la provincia nos solicitaron trabajar en proyectos dirigidos a combatir el virus y nosotros propusimos varios, entre ellos este que ha sido aprobado incluso por el Ministerio de Ciencia y Tecnología”, rememoró el científico de 58 años.
Ese candidato vacunal, conocido como Pan-Corona, busca proteger contra varias variantes del coronavirus, a partir tanto de respuestas de anticuerpos como de respuesta celular, que son los dos componentes de la reacción inmune.
El también profesor universitario destacó la “estrategia ingeniosa” de la propuesta, que se basa en combinar regiones de virus que son conservadas, y no tan expuestas a la variación para generar anticuerpos, y regiones conservadas dirigidas a respuestas celulares.
Guillén, quien posee un doctorado en ciencias biológicas, negó que se pretenda hacer una “supervacuna”, aunque admitió que se intenta elaborar un fármaco más complejo que los actuales, “porque es más difícil proteger contra diferentes variantes de coronavirus que todavía no se sabe cuáles van a ser”.
El científico, quien en 1997 lideró en la isla un proyecto de vacuna contra el dengue, destacó el valor estratégico que tienen para la ciencia cubana las relaciones con China, “por la potencialidad que hay en ese país”.
“Con China podemos contar con la capacidad científica, de equipamiento, logística y de recursos, pero la base son las magníficas relaciones de amistad y de trabajo que realmente potencian la posibilidad del desarrollo científico”, subrayó el investigador quien de su formación inicial como químico se pasó a la biología molecular.
Detalló que en esos vínculos Cuba aporta sobre todo su experiencia y desarrollo en el campo de la biotecnología, que es el principal y más pujante sector de la ciencia en la isla.
Ahora, los investigadores cubanos aguardan a que mejore las condiciones de viaje al extranjero para incorporarse al laboratorio instalado en Yongzhou, que está equipado y esperando por ellos para poder impulsar más el proyecto.
La industria biotecnológica cubana comenzó a desarrollarse en la década de 1980 y en la actualidad cuenta con una treintena de entidades concentradas bajo el estatal grupo BioCubaFarma.
Esas entidades han desarrollado 16 proyectos de nuevos tratamientos y tecnologías médicas para prevenir y combatir la Covid-19, de los cuales 11 están en estudios clínicos o ensayos con pacientes y grupos de riesgo.
También con fines preventivos se han evaluado otros cinco productos para estimular la inmunidad, tanto innata como adaptativa, para diferentes grupos de riesgo, incluido el personal médico.