Las Espartaqueadas culturales deben ser reconocidas como un intento serio y honrado de sembrar arte entre el pueblo; una manera concreta de convocar a millones de personas a practicarlo, disfrutarlo masivamente y con alta calidad
Homero Aguirre Enríquez
El sábado 20 de marzo iniciaron las Espartaqueadas 2021, un encuentro cultural sui generis en el que a los participantes, entre los que se cuentan niños, jóvenes y adultos, los mueve un auténtico amor al arte, convoca a miles de participantes en baile, danza, música, poesía y teatro, cumple 35 años de realizarse anualmente y se ha convertido en el evento cultural popular más concurrido y de alta calidad de nuestro país. Por la pandemia que nos azota, el encuentro se transmite esta vez de manera virtual desde diversas partes del país, involucra a cientos de participantes y culminará el 27 de este mes.
Las Espartaqueadas culturales, organizadas por el Movimiento Antorchista Nacional, iniciaron como una pequeña actividad social marginal con pocos participantes, pero con el paso de los años se ha convertido en un gran escaparate del talento y la sensibilidad de miles de mexicanos y ha dado grandes y bellos frutos, algunos de los cuales se han presentado en los mejores escenarios del país. Pero sobre todo, las Espartaqueadas han logrado incorporar al trabajo cultural a miles de personas que han descubierto en el baile, en la poesía, en el teatro y en la música, un nuevo campo del conocimiento, de la sensibilidad y la acción humanas, que antes no conocían ni comprendían; para muchos ha sido un sorprendente y fascinante encuentro con las raíces culturales de los mexicanos y de otros habitantes del mundo, de las que se han sentido orgullosos y les ha dado herramientas y alas para comprender mejor el mundo en el que viven y fortalecido su anhelo de volverlo un mundo cada vez más bello y humano.
El Movimiento Antorchista es una organización popular formada por millones de mujeres y hombres que buscamos un país moderno y poderoso económicamente, donde la riqueza generada por el trabajo sea disfrutada por todos y desaparezcan la pobreza y la marginación. Pero sostenemos que en México no sólo están mal distribuidos los bienes materiales, sino que el acceso a la cultura y al arte están especialmente reservados a unos cuantos, mientras que la mayoría padece una aguda inanición de esos frutos de la sensibilidad humana.
Por lo anterior, las Espartaqueadas culturales deben ser reconocidas como un intento serio y honrado de sembrar arte entre el pueblo; una manera concreta de convocar a millones de personas a practicarlo, disfrutarlo masivamente y con alta calidad; para elevarse espiritualmente, volverse más sensibles y solidarias con las grandes causas que tienen como centro a las mujeres y los hombres creadores de la riqueza material y espiritual, que son al mismo tiempo la parte más sufriente de la humanidad.
Pero en las circunstancias actuales, la realización de la Espartaqueada representa principalmente un grito de denuncia sobre el pésimo manejo de la pandemia en México, la exigencia de que se deje de engañar a la gente con promesas falsas de que habrá una vacunación masiva y rápida, un grito enérgico de que se haga algo en serio para abrir de manera segura las escuelas, y no se permita que varias generaciones de jóvenes mexicanos sean condenados a la parálisis educativa y al freno de su desarrollo científico y cultural, condenándolos al estancamiento, a la ignorancia y a padecer los problemas económicos y sociales de un país que saldrá de la pandemia en condiciones aún peores que las que ya padecía.
Hoy, en medio de las amenazas a nuestra vida y a nuestro futuro, derivadas de un sistema socioeconómico generador de miseria, y asolados por una trágica pandemia que ha sido pésimamente controlada, hace mas falta que nunca la caricia esperanzadora del arte y su impulso agitador y vivificante sobre nuestras conciencias y nuestra sensibilidad, para reanimarnos y seguir luchando por una patria mejor. En eso consiste la gran trascendencia de las Espartaqueadas de este año.