Los países que no lidian con crisis humanitarias han realizado casi 48 veces más pruebas diagnósticas de covid-19 per cápita que los países que enfrentan crisis humanitarias «severas» o «muy severas», según un análisis publicado este miércoles por la Cruz Roja y la Media Luna Roja.
El estudio pone el foco en que las consecuencias de la pandemia no se han sentido de igual forma en los distintos países del mundo, aunque ninguno de ellos se haya librado de los efectos del Covid-19.
«Esta crisis se ha definido por desigualdades profundas y persistentes tanto en términos de quién está en mayor riesgo como de cómo ha respondido el mundo», lamentan.
Así, las desigualdades han sido «particularmente pronunciadas y perjudiciales» para las personas que viven en países afectados por crisis humanitarias.
El análisis también revela que las personas que viven en países que no enfrentan crisis humanitarias o sufren crisis que se consideran de gravedad «baja» tienen más del triple de probabilidad de recibir apoyo con el rastreo de contactos para covid-19.
Además, menos del 2% de las dosis de las vacunas contra el covid-19 a nivel mundial se han administrado en los 32 países que actualmente enfrentan crisis humanitarias «graves» o «muy graves».
«Desde el inicio del brote, hemos visto cómo el virus discrimina a través de sus impactos en las personas mayores, en las personas con condiciones preexistentes y en las personas que no tienen los recursos económicos para aislarse y protegerse», indica el secretario general de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (IFRC), Jagan Chapagain.
«Lo que muestran nuestros datos es que la respuesta al covid-19 también discrimina», dijo al subrayar que las «profundas y generalizadas desigualdades» significan que, sin importar dónde se encuentren, las personas en contextos vulnerables tienen más probabilidades que la población en general de ser infectadas, tienen más probabilidades de morir una vez infectadas y tienen menos probabilidades de recibir el apoyo adecuado a través de la respuesta, incluso a través de campañas de vacunación.
«Lo mismo ocurre con los grupos vulnerables en contextos sin crisis», agrega.
Por su parte, el director general del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Robert Mardini, detalló que las comunidades afectadas por conflictos armados se encuentran entre las más afectadas por el covid-19, «incluso las que han sido desplazadas, las personas separadas de sus familias, las privadas de sus medios de subsistencia y las personas detenidas».
En este contexto, el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja lanzó un nuevo plan que tiene como objetivo abordar las desigualdades «profundas y generalizadas» en la respuesta mundial a la pandemia de covid-19.
En concreto, el plan está diseñado para contrarrestar algunas de las desigualdades más graves mediante la ampliación de atención, el tratamiento y el apoyo a las personas en todos los países, incluidos los afectados por crisis humanitarias como conflictos y desastres.
Extender las campañas de vacunación
También incluye una gama de medidas diseñadas para apoyar y extender las campañas de inmunización de covid-19 para que los grupos marginados y aislados –incluidas las personas que viven en zonas de conflicto, los migrantes y desplazados, las personas que viven en barrios urbanos marginales y las comunidades aisladas en países no afectados por crisis– pueden acceder a las vacunas.
«La distribución desigual de las vacunas covid-19 es solo una parte de una respuesta que ha perjudicado de manera consistente e injusta a los pobres, los ancianos, los migrantes, los que viven con discapacidades, las comunidades indígenas y raciales y otros grupos socialmente desfavorecidos«, criticó Chapagain.
«En muchos contextos, las personas que tienen más probabilidades de estar infectadas y morir por el virus también son las que tienen menos probabilidades de ser vacunadas, lo que lleva a una comprensión distorsionada de dónde son mayores los riesgos y los impactos», explicó, remarcando que el plan se centra en llegar «a la última milla y garantizar que nadie se quede atrás».
Según aseguró Mardini, una de las mayores preocupaciones del organismo es garantizar un acceso equitativo a las vacunas, y en particular para las personas en áreas afectadas por conflictos.