Es hora de agrupar a millones de mexicanos en defensa de INE y en contra de la dictadura de un solo hombre. Después puede ser demasiado tarde.
Homero Aguirre Enríquez
Conforme transcurre el actual sexenio se va confirmando que la “cuarta transformación” prometida al país ha resultado ser uno de los peores y más dramáticos fraudes a las esperanzas de millones de mexicanos a lo largo de la historia.
A punto de cumplirse tres años de que Morena, con toda su cauda de políticos reciclados de otros partidos, llegó al poder prometiendo a los mexicanos construir casi al instante un país nuevo y maravilloso, las principales promesas hechas a los electores han quedado hechas añicos y sepultadas entre el escándalo y las evasivas fabricadas en cantidades industriales por el titular del Ejecutivo y factotum del nuevo gobierno.
Ni ha disminuido la pobreza, ni estamos en un país más seguro, ni ha disminuido la corrupción; tampoco hay mejores servicios, ni mejoró la educación y la salud, ni contamos con más y mejores carreteras, ni los trabajadores viven mejor. El desempleo está a todo lo que da y el crimen se enseñorea de amplios territorios. Para donde uno voltee, no encuentra ese mejor país prometido por el ahora presidente y los miles de candidatos que se subieron a la ola del descontento popular y llegaron al poder sin tener la menor idea de lo que es la tarea de gobernar y sin saber qué rumbo seguro darle a México, pero con ansias enormes de poder absoluto.
Todo el grave deterioro adicional que sufrió la situación general del país durante la pandemia, que nos ha ubicado en el tercer lugar de muertes a nivel mundial, no se debe el COVID totalmente, sino al pésimo manejo de la enfermedad y de sus consecuencias económicas y de todo tipo.
Esa situación presagia derrotas y declive político de Morena en el corto y mediano plazos, a pesar de la estructura que han construido para comprar conciencias repartiendo algunos pesos y que ellos piensan infalible… como puerilmente pensó infalible su estructura el otrora partido en el poder. No bastarán unos programas sociales para que la gente olvide el desastre mayúsculo que hay en el país bajo la conducción de Morena; crecen la inconformidad y el reclamo de resultados, y eso se reflejará en menos votos para Morena.
Pero las últimas acciones del presidente y su partido presagian que, en vez de una revisión autocrítica de sus malos resultados y un viraje en el gobierno para enmendar su graves yerros y tratar de sanar las heridas provocadas a diestra y siniestra a millones de mexicanos, entre los que se cuentan los desempleados, los enfermos sin atender, los perseguidos políticos y muchos más, se dispone a generar aún más graves tensiones y nuevos abusos en su afán de conservar el poder a toda costa, algo en lo que no resulta de ninguna manera original, sino que actúa como lo han hecho muchos otros a lo largo de la historia. Pues bien, en unas cuantas semanas, el presidente y sus incondicionales han dejado ver que, cueste lo que cueste, se disponen a continuar eliminando contrapesos, cualquiera que estos sean. Así se explica el ataque al Instituto Nacional Electoral (INE).
En el caso del INE, estamos ante una campaña feroz, la más agresiva de las que han enfrentado los órganos electorales desde que gozan de autonomía, capitaneada abiertamente por el presidente de la república, en contra del órgano responsable de garantizar el derecho al voto y resultados confiables de la voluntad popular expresada en las urnas, una guerra que se inscribe en la meta de concentrar el poder en las manos de López Obrador, y que ya ha logrado desaparecer o anular a diversas instituciones autónomas. La urgencia de atacar, desprestigiar y eventualmente desaparecer al INE, se explica por la cercanía de las elecciones, en las que los resultados, por lo que dije al principio de este escrito, en muchos estados, distritos y municipios seguramente resultarán desfavorables a Morena o tendrán un margen muy pequeño para declarar al vencedor. Si el INE mantiene su autonomía y acrecenta su prestigio, actuará sin aceptar presiones del Ejecutivo y sus enviados a ganar en la mesa lo que no ganaron en las urnas, de ahí la urgencia de minar al INE presupuestalmente y volverlo poco confiable a ojos de la opinión pública, de ahí la táctica de amedrentarlo e incluso amenazar con su extinción a corto plazo. Los agresivos plantones de los morenistas, así como las groserías y amenazas lanzadas impúnemente contra los consejeros electorales ahí reunidos, son una evidencia clara de que los agresores se sienten protegidos y alentados desde muy arriba del poder del país, lo que permite suponer que ese será el tono de los próximos meses.
Hay mucho aún que decir sobre este tema, pero la única forma de impedir que se consume el abuso contra el INE, es que actuemos a favor del árbitro electoral todos los mexicanos que defendemos su existencia independiente. Hoy cobra validez aquella frase de un gran pensador alemán que dijo que las ideas por si mismas no pueden realizar nada… “para la realización de las ideas se necesitan hombres y mujeres que pongan en movimiento una potencia práctica”. Así que, es hora de agrupar a millones de mexicanos en defensa de INE y en contra de la dictadura de un solo hombre. Después puede ser demasiado tarde.