Las fallas actuales del metro son parte de un problema más grande e histórico.
Samira Sánchez
El metro de la Ciudad de México vive hoy una crisis. Si bien por mucho tiempo fue una infraestructura de orgullo para los habitantes de la ciudad y uno de los mayores logros de ingeniería del país, hoy ya no es tal. El 9 de enero del presente año se registró un incendio en las instalaciones del Puesto Central de Control del Sistema de Transporte Colectivo Metro (STC-Metro). El resultado fue el cierre de las primeras seis líneas y más de un millón de usuarios afectados. Según el testimonio de algunos trabajadores, la causa inmediata fue la falta de una chaveta y la falta del cambio de aceite en uno de los cinco transformadores que suministran energía.
Las fallas actuales del metro son parte de un problema más grande e histórico. En 1977 el metro contaba con 41.1 km de vías. Fue en la década de 1980 cuando más creció, pues en 1988 tenía más de 140.6 km, aumento que se dio en medio de una crisis económica. Continuó creciendo hasta llegar a 201.4 km en el año 2000. Después de este periodo, el crecimiento de kilómetros construidos del STC-Metro se estancó, precisamente el año en que Andrés Manuel López Obrador llegó a ocupar la Jefatura de Gobierno de la CDMX. Únicamente en 2012 se construyó la línea 12 del metro, cuyo escándalo de desperfectos es bien conocido.
A partir de entonces se prefirió una política de movilidad orientada al automóvil, financiando la construcción segundos pisos y la reducción en el presupuesto del STC-metro. Las consecuencias de esta política se han reflejado en la situación de las instalaciones desde hace ya tiempo, y que, incluso, se mencionaron en el Plan Maestro del Metro 2018-2030. Aquí se señala, en general, un deterioro preocupante de las instalaciones, que tienen ya más de cincuenta años en funcionamiento: los vagones, las escaleras eléctricas, que no cuentan con una calidad suficiente para su funcionamiento adecuado; la excesiva concentración de pasajeros, ya que la infraestructura del metro está diseñada para transportar máximo tres millones de personas y en la práctica transporta cinco millones y medio. Además de estas fallas, de acuerdo con varias fuentes periodísticas, desde 2015 han aumentado los accidentes como choques, incendios de llantas, descarrilamientos de trenes cuya magnitud pone en riesgo la vida de las personas.
La inversión gubernamental al STC-metro ha sido mínima, tanto por parte del gobierno federal como del gobierno capitalino. El gobierno actual ha querido echar la culpa a los anteriores gobiernos. Sin embargo, haciendo memoria, desde 1997 la Ciudad de México ha sido gobernada por la “izquierda progresista”; los mismos actores políticos que hoy siguen al frente de la administración y ahora, también, a escala nacional. Estas administraciones son responsables de que en poco más de 20 años se haya implementado una política de olvido a la columna vertebral de la movilidad en la capital.
El incidente del 9 de enero del STC-metro pone en evidencia la falta de financiamiento y mantenimiento por parte del gobierno capitalino, quien es directamente responsable. Además, se han hecho recortes en el presupuesto desde el gobierno federal para las líneas de expansión, y los presupuestos de 2020 y 2021 no dejan espacio para la esperanza de cambio. Tampoco se ha buscado una intervención conjunta con el Estado de México, ya que 47% de los usuarios son mexiquenses. El desarrollo del STC-metro no es parte de ninguna estrategia de movilidad y mucho menos de desarrollo urbano.
El caso del STC-metro es solo una muestra de la falta de planeación que caracteriza al gobierno actual. Por más de dos años este gobierno se ha negado a implementar políticas que resuelvan realmente el problema, y en su lugar se han conformado con administrarlo. Con ese modo de operar tenemos a un gobierno que avanza con constantes problemas, cuyas víctimas son millones de personas que viven de trabajar día con día. Así se gestionan los problemas de salud, de educación, los megaproyectos, y, en suma, los grandes males que aquejan a México desde hace ya tiempo.
Samira Sánchez es economista por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.