La pandemia de covid-19 agravó las condiciones ya de suyo desiguales de la región y afectó en mayor medida a los grupos vulnerables, como las mujeres, señaló la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Alicia Bárcena Ibarra.
Al participar en la serie de conferencias magistrales “Después del 2030: Mujeres líderes por un futuro sustentable” en la UNAM, añadió que la región enfrenta una década perdida en materia de Producto Interno Bruto per cápita, así como un retroceso de 20 años en pobreza extrema y 12 años en pobreza.
La pandemia, resumió, dejó 208 millones de personas en pobreza extrema, 78 millones en pobreza, un aumento del 4.9% en la desigualdad y un desencanto hacia un modelo económico y una cultura del privilegio que naturalizan la desigualdad, las jerarquías sociales, el patriarcado y la discriminación.
Bárcena consideró que la pandemia debería hacernos repensar el desarrollo de la infraestructura de la vida, el sistema de seguridad social, vivienda, empleo, la extensión de beneficios sociales y tareas del cuidado.
Durante la conferencia “Construir la sociedad del cuidado para una recuperación transformadora con igualdad y sostenibilidad”, la mexicana indicó que la pandemia mostró que la tarea de los cuidados es algo fundamental, sin embargo, es una tarea que no es reconocida económicamente ni, en ocasiones, socialmente.
La división sexual del trabajo ha exacerbado la labor no remunerada y la carga de los cuidados en hogares, apuntó, provocando que una de cada cuatro mujeres de 15 a 24 años no pueda estudiar ni trabajar, y donde el 75% de ellas se dedican a cuidar a sus hermanos, padres y abuelos.
“Tenemos un retroceso de una década con relación a la inclusión laboral de las mujeres y un impacto desigual en los jóvenes, sobre todo en trabajadores informales. Lo que urge es un pacto social y político para avanzar hacia un estado de bienestar con sistemas de protección social universales”, puntualizó.
Bárcena Ibarra resaltó que en un año de pandemia el PIB de la región cayó 7.1% y cerraron 2.7 millones de empresas, lo que ocasionó desocupación laboral, en particular en mujeres, con agudas brechas laborales de género.
En Latinoamérica el 57% de las mujeres perdió su empleo, la mayoría laboraba en sectores de alto riesgo, con informalidad, bajos ingresos; mientras que en el Caribe 45% carece de protección social.
El 73.2% de los trabajadores del sector salud y el 70.5% del educativo en la región son mujeres, comentó, y no ganan lo mismo que los hombres haciendo un trabajo similar, ya que la diferencia salarial es de casi 30%.
Aunado a esto, la sobrecarga del trabajo de cuidados ha sido dramática y el índice de pobreza femenina mayor, ya que, de 209 millones de pobres, 118 son mujeres, de las cuales el 39% carece de ingresos propios.
Además, recordó que solo el 60% de los hogares de Latinoamérica y el Caribe tiene internet; 46 millones carecen de conexión; solo 21.2% ciento de empleados pueden teletrabajar, mientras que 46% de los niños de cinco a 12 años viven en hogares que no cuentan con ningún tipo de conexión; “es decir, perdieron un año de educación”.
Bárcena Ibarra expuso la existencia de nudos estructurales de desigualdad que atentan contra la autonomía de las mujeres, como la desigualdad socioeconómica y pobreza, la concentración del poder, el aumento de la violencia familiar y en el ciberespacio, así como el rezago que enfrentan las mujeres en materia educativa, sobre todo en disciplinas científicas y tecnológicas.
Para lograr la autonomía económica de las mujeres, la física (sobre su cuerpo), política, salud sexual y reproductiva, y aquellas contra la violencia, dijo, hay que ir hacia una sociedad del cuidado con efectos multiplicadores, políticas de empleo claras, con un motor emancipador para la autonomía de ellas y un cambio de paradigma en términos de empleo, políticas fiscales e industriales, con un enfoque transversal, afirmó.