El presidente morenista, como siempre, se justifica insistiendo que en el combate a la inseguridad y la delincuencia va bien.
Jerónimo Gurrola Grave
La inseguridad derivada de la pobreza, es uno de los más grandes problemas que destruyen el tejido social y preocupa a los mexicanos, igual que el acceso a la salud y educación de calidad; los principales motivos son la delincuencia y el crimen organizado, especialmente el narcotráfico. Según el levantamiento de la Encuesta Nacional de Seguridad Publica Urbana, realizada por el Inegi, publicada en marzo 2021, el 66.4% de la población de 18 años y mas?, considera que vivir en su ciudad es inseguro.
Carlos Juárez, director en México del Instituto para la Economía y la Paz, organismo no gubernamental con sede en Sydney, Australia y subsedes en Ciudad de México, Nueva York y La Haya, que elabora índices globales y nacionales de paz, calculando el costo económico de la violencia, al presentar el Índice de Paz México 2021, destacó que, durante los últimos 10 años, México ha experimentado una caída en los indicadores que conforman esa medición, colocándose en la posición 137 de 163. Tan sólo los homicidios se incrementaron 84%; se duplicaron los delitos con armas de fuego; la delincuencia organizada creció 40%, mientras que el narcomenudeo creció 125 por ciento, la violencia familiar creció 66% y la sexual 60 por ciento.
En el mismo sentido, un informe del Consejo Mexicano para la Seguridad coloca a Ciudad Juárez, Cd. Obregón, Irapuato y Ensenada entre las 50 ciudades más violentas del mundo del ranking 2020. Se ubican en México 18, en Brasil 11, en Venezuela seis, en Estados Unidos cinco, en Sudáfrica cuatro, en Colombia dos, en Honduras dos y hay una de Puerto Rico y otra de Jamaica”, precisa el reporte elaborado anualmente, desde el 2008 en forma ininterrumpida, por la asociación Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal.
La delicada situación de inseguridad y violencia se mantiene al grado de que países como los Estados Unidos ha alertado a los ciudadanos de ese país a no visitar México, con graves repercusiones económicas, a pesar de que el año pasado los números de los indicadores mejoraron por la pandemia. Y no es para menos, el presidente López Obrador, que siempre tiene otros datos y que antes de asumir el poder aseguró que reducir la violencia sería una de sus prioridades, no ha cumplido, registrándose sólo en 2020 más de 34,000 asesinatos y según el general Glen VanHerk, jefe del Comando Norte de Estados Unidos, el crimen organizado controla entre el 30% y el 35 % del territorio de México
Pero el presidente morenista, como siempre, se justifica insistiendo que en el combate a la inseguridad y la delincuencia va bien. “Quisiéramos avanzar más pero hizo mucho daño la política neoliberal fue un desastre, no hay que olvidar que por primera vez en la historia de México se llevan reuniones diarias del gabinete de seguridad encabezadas por el presidente de la República”. Nunca se había llevado a cabo esta atención personal; nos reunimos de lunes a viernes, recibimos informes de las 32 entidades federativas porque tenemos coordinaciones en cada estado donde participan los gobiernos estatales, de modo que se cuenta con Información de las últimas 24 horas y se toman decisiones”.
Pero curiosamente, contra lo que dicen López Obrador y su partido, fue evidente la injerencia del crimen organizado en las campañas electorales y en la elección del pasado 6 de junio, un aumento en relación con la pasada elección, del 28 a 42%, moviendo sus piezas, imponiendo candidatos y sacando a quienes no están de acuerdo en colaborar con ellos, llegando, entre noviembre de 2020 a marzo de 2021 a las amenazas, agresiones o asesinato de 139 personas entre candidatos o funcionarios electorales, así como la confirmación por las asociaciones de observación electoral que participaron en los comicios y del propio INE, de la presencia de casas de compra de votos y acciones de acarreo de ciudadanos, situación que resulta consistente con la percepción ciudadana de que el clientelismo y la compra de votos sigue tan presente en tiempos de la 4T, como en los tiempos del “conservadurismo”.