La pandemia de covid-19 arrojó 3 millones de personas mexicanas adicionales hacia el desempleo: tras un pique en el momento más álgido de la crisis económica en que más de 20 millones de personas no tenían trabajo, el número rondó 10.8 millones de personas en el primer trimestre de este año, una cuarta parte más que los 7.7 millones registrados de enero a marzo de 2020.
A la par, la crisis económica desapareció 2.3 millones de empleos pagados con más de dos canastas básicas, mientras 2.6 millones de personas se sumaron a la “subocupación”, para alcanzar 7.3 millones de personas en el primer trimestre de este año, según indicó hoy el Observatorio de Trabajo Digno, producto del colectivo Acción Ciudadana Frente a la Pobreza.
Según los datos presentados hoy, la situación actual del trabajo en el país sigue desoladora: de los 50 millones de personas que están ocupadas, apenas 9 millones tienen un trabajo con lo “mínimo decente”, es decir, con seguro social y un ingreso mayor al de la canasta familiar, mientras 35.3 millones tienen un trabajo precario, y otras 24.6 millones están desempleadas o no pueden buscar trabajo remunerado debido a la carga doméstica y de cuidado.
Cerca de 30 millones personas ocupadas no tienen seguridad social, 28 millones tienen un ingreso insuficiente para comprar una canasta familiar –dos canastas básicas, o 7 mil 500 pesos–, y 20 millones de ellos sufren ambos rasgos de la precariedad; aparte, las mujeres padecen el desempleo en proporciones dos veces mayores a las de los varones, con la mitad de la participación laboral.
Así, en México las personas que tienen un trabajo en el que ganen más de 7 mil 500 pesos mensuales y estén inscritas en la seguridad social son una pequeña minoría: representan apenas el 18% de la población ocupada, cuatro veces menos que las personas que enfrentan condiciones de trabajo precario, y dos veces menos que las personas sin empleo.