Pese a que las cifras han mejorado, en la actualidad continúa habiendo 8 millones de desempleados más en los países de OCDE que antes de que comenzara la pandemia, es decir, de cerca de 35 millones, hasta mayo de este año hay 43.5 millones.
Según las cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la tasa de desempleo de los países que la integran es del 6.6% y hay que sumar que alrededor de 14 millones de personas no están buscando activamente trabajo, pero son candidatas a hacerlo.
En 2020, por la pandemia de la Covid-19 se llegaron a perder 22 millones de empleos en los países miembros, con una tasa de desempleo que alcanzó el 8.8% de la población activa en abril, frente al 5.3% en diciembre de 2019.
En su informe anual de Perspectivas del Empleo publicado este miércoles, la OCDE estima que la tasa de desempleo en el último trimestre de 2022 será 0.4 puntos superior a la que había al acabar 2019, antes de que comenzaran los efectos pandémicos. Eso significa 2.84 millones de desempleados más para el próximo año.
“La recuperación va más rápido de lo que esperábamos y, sin embargo, es incompleta”, señaló el secretario general de la OCDE, Matthias Cormann, al presentar el informe, en una intervención en la que recalcó que “los niveles prepandemia no se volverán a recuperar hasta 2023”.
Por ello, insistió en que la prioridad es “vacunar al mayor número de personas en todo el mundo”, porque la recuperación seguirá siendo precaria mientras la vacunación sea desigual.
Los países que en términos relativos han salido peor parados hasta ahora son Colombia (15% de desempleo en mayo) y Costa Rica (17.6%), ya que la tasa de desempleo sigue siendo más de cuatro puntos superior a la que tenían antes de la crisis.
Una situación que contrasta con la de, por ejemplo, Francia o Australia, donde se ha vuelto a la situación de finales de 2019.
España se encuentra en una situación intermedia en la medida en que con el 15.4% en mayo tenía una de las tasas más elevadas de desempleo de la organización, pero la subida respecto la que había al terminar 2019 (13.8 %) no era de las peores.
Los autores del estudio creen que la situación va a seguir mejorando globalmente, pero con notables diferencias entre países.
Estarán lejos de recuperar el nivel de desempleo precrisis Islandia (3.2 puntos porcentuales por encima), Irlanda (2.3), Reino Unido (1.6), Eslovaquia (1.3) y República Checa (1.3).
En el otro extremo, dispondrán de una situación más favorable que al terminar 2019 Australia (0.3 puntos porcentuales de reducción), Corea del Sur (0.2), Dinamarca (0.1), Noruega (0.03) y Finlandia (0.006).
El empleo en la OCDE se está recuperando de la crisis que sufrió el pasado año y que hubiera sido mucho peor sin el recurso masivo a los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), pero está lejos del nivel anterior al choque y seguirá por debajo a finales de 2022, aunque con diferencias entre los países miembros.
Políticas de fomento al empleo
El líder de la OCDE subrayó que “será muy importante diseñar correctamente políticas para fomentar la inversión empresarial y la creación de empleo”.
También favorecer la adaptación profesional, añadió Cormann, que considera “esencial” mantener las ayudas a las familias con más necesidades, pero también dedicar los fondos públicos para impulsar empleos viables en la nueva era post-covid con incentivos para orientar la inversión empresarial.
El secretario general hizo hincapié en que retirar demasiado pronto los estímulos podría poner en peligro la recuperación y que si lo que se quiere es reducir los costos fiscales lo que hay que hacer es ser selectivos y centrarse en los sectores, las empresas y las familias más vulnerables.
La organización dedica un capítulo de su informe a la utilización masiva durante esta crisis de los dispositivos de desempleo parcial (ERTE en España), con el que llegaron a quedar protegidos unos 60 millones de puestos de trabajo, es decir, unas diez veces más que en la crisis financiera iniciada en 2008.
Los autores no solo destacan que esos mecanismos han servido para salvar unos 21 millones de empleos, sino que ponen el acento en que no hay indicios de que hayan tenido un impacto adverso significativo por el momento, aunque también puntualizan que el apoyo ahora debe centrarse en los sectores todavía afectados por restricciones.