En el acceso de emergencias del Hospital General de Zona 1-A, en la alcaldía Benito Juárez, decenas de personas llegan cada hora para tener informes sobre sus familiares internados por Covid-19. Un médico sale en ratos y grita el nombre de cada paciente, mientras los presentes se acercan con la esperanza de que su ser querido haya vencido la enfermedad.
La tercera ola del coronavirus ha traído consigo nuevamente miles de contagios diarios en la Ciudad de México y cada vez es más común ver escenas como las del hospital 1-A, con ciudadanos esperando todo el día afuera de la clínica para tener información de sus pacientes. En esta ocasión los fallecimientos se han reducido gracias a la aplicación de las vacunas, pero todavía hay familias que batallan como en los momentos más álgidos de la pandemia, cuando las personas enfermas debían ser trasladadas de un hospital a otro para encontrar una cama disponible o cuando la atención médica era lenta.
“Llevamos a mi mamá primero al hospital Mac Gregor de Gabriel Mancera y nos dijeron que ahí no podían recibirla porque ya no atendían esta enfermedad, a pesar de que en la página de hospitales del gobierno de la Ciudad decía que había disponibilidad”, relata Eduardo, quien este martes internó a su mamá de 68 años en el Hospital General de Zona 1-A.
En la lucha contra el Covid-19 cada minuto vale oro y esa parada en vano en el hospital de Gabriel Mancera del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS)generó frustración en Eduardo, quien llevaba a su mamá en el carro con temperatura, dolor de cuerpo y baja oxigenación. “Tú tienes a tu familiar enfermo en el automóvil y eso de que no te reciben en un hospital donde supuestamente sí hay cupo genera molestia e impotencia”, señala.
Según cifras del gobierno federal, este 27 de julio la Ciudad de México registró poco más de 5,000 nuevos contagios y 71 muertes por coronavirus. Al mismo tiempo, 15 hospitales ya no tenían cupo en camas generales y 19 en cuidados intensivos. El resto de las clínicas se han ido “pintando” de color naranja poco a poco, signo de que su capacidad de atención se va reduciendo conforme avanza la tercera ola.
La nueva oleada de contagios, provocada por la variante Delta del coronavirus, ha afectado a personas jóvenes que aún no han recibido una vacuna, pero a los institutos médicos también llegan adultos mayores que incluso ya habían sido vacunados.
El subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, explicó que en esta tercera ola las muertes por Covid-19 se han reducido hasta 87% en comparación con enero, cuando la enfermedad llegó a su punto más cruento.
“Aun cuando se presentan nuevos casos y aun cuando propagación del virus en el territorio, hay contagios, pero la probabilidad de que las personas enfermas terminen graves o terminen necesitando hospitalización o, aún peor, que fallezcan, se ha reducido muy sustancialmente”, dijo el martes por la mañana el doctor en Palacio Nacional.
Pero para los familiares de personas que están internadas en un hospital, estas cifras quedan en segundo plano y reclaman que, así como la población no debe bajar la guardia ante el SARS-CoV2, las autoridades deben garantizar la atención médica de los casos graves. Hasta el 27 de julio, algunas personas consultadas por La-Lista en varios hospitales dijeron que encontrar una clínica para internar a su paciente ha sido un problema.
“Estuvimos buscando varios hospitales, primero fuimos al Carlos Mac Gregor, después al hospital del Parque de los Venados y de ahí nos mandaron para acá”, relata Omar Castro, cuyo primo de 38 años está internado en el Hospital General de México. “Afortunadamente mi primo se encuentra bien y ya lo están atendiendo correctamente, pero el hecho de estar buscando dónde te lo puedan aceptar sí te genera un estado de shock”.
Para Omar, el principal motivo de esta tercera ola de contagios de Covid-19 es que la gente se ha confiado por las vacunas. “A veces como mexicanos no entendemos, nosotros tenemos algunos doctores en la familia y por ellos sabíamos que la vacuna no era 100% efectiva, ahí está el ejemplo de mi primo que tal vez se contagió en su trabajo”, menciona.
Los familiares de los pacientes también relataron que en institutos médicos como el Hospital General de Zona 1-A, que ya está saturado, existe descoordinación entre el personal de salud. “Los médicos del turno matutino me dijeron ayer (lunes) que mi esposo estaba bien y luego los del vespertino me dijeron que estaba mal. Hoy (hasta las 15:00 horas) no me han vuelto a dar información de su estado”, comparte Leticia Aguilar, cuyo esposo está internado en este centro.
Mientras María de los Ángeles Ortiz, cuyo papá se encuentra en el Hospital General de México, asegura que llevó a su padre a este instituto desde mediados de la semana pasada pero lo regresaron porque le dijeron que no estaba grave. Dos días después su saturación disminuyó a menos de 80% y hasta este martes se debatía entre la vida y la muerte por el Covid-19.
“Lo malo es que cuando te dan de alta al paciente no hay un seguimiento, solamente te dicen que si la oxigenación baja a menos de 90 lo debes traer. Nosotras intentábamos hablar para preguntar por qué a mi papá le había subido la temperatura y nadie respondía nuestras dudas”, critica María de los Ángeles.
Eduardo Clark, director de la Agencia Digital de Innovación Pública del gobierno capitalino y quien ha estado a cargo de la difusión de información sobre la pandemia en la entidad, informó que se tiene previsto que en la Ciudad de México se alcance un máximo de hospitalizaciones por el Covid-19 en agosto, con alrededor de 3,500 camas ocupadas. Según las autoridades locales, también se tiene listo un plan de reconversión hospitalaria que de hecho ya empezó desde hace dos semanas y que cuatro días atrás aumentó 200 espacios para atender casos graves.
Por otra parte, los familiares de pacientes enfermos piden a las autoridades que no hagan menos a las personas que están falleciendo durante esta tercera ola. “Los políticos dicen que son pocos los muertos y lo celebran. Si mi papá se agrava y pierde la vida, es un número más para este gobierno, porque (los fallecidos) son números, no personas”, concluye María de los Ángeles.