La culpa no es de los pobres, de los millones que tienen que vivir las consecuencias de una contaminación y aumento de la temperatura en condiciones de hambre y de miseria, sino, del capitalismo, el sistema económico que por años se ha encargado de saquear al planeta para la ganancia de unos, mientras la culpa la reparte entre toda la humanidad
Adrián Pablo
El pasado 9 de agosto, se dio a conocer a nivel mundial el informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), el cual dio datos alarmantes acerca de la situación en la que se encuentra nuestro planeta, y cómo probablemente estamos en los últimos momentos donde se puede hacer algo por detener el aumento de temperatura global, de lo contrario, el panorama de la humanidad será bastante oscuro antes de que termine la década, sin embargo, muchos de los estragos ya se están haciendo presentes en nuestra vida diaria. «Una alerta roja para la humanidad», dicen algunos.
El estudio, como muchos otros que se han publicado acerca del tema, llamó a la consciencia de la población mundial “es una constatación de hechos; es indiscutible que los humanos estamos calentando el planeta, no podemos estar más seguros», sugerían -como si se tratara de una nueva conclusión alcanzada en recientes fechas- , llamando así, a la acción inmediata por parte de gobiernos, empresas y particulares “no hay tiempo para demoras ni lugar para excusas».
La realidad -igual que desde hace varios años-, está clara: sí, el ser humano ha calentado el planeta hasta casi llegar al punto crítico de los 1.5 grados centígrados, sin embargo, las denuncias, las campañas de concientización y las mismas catástrofes naturales poco o nada han hecho por cambiar la situación, una situación que podría llegar a ser fatal para la humanidad en menos de lo que nos esperamos. Entonces… ¿Por qué no hemos reaccionado? ¿Será acaso que la humanidad es lo bastante ignorante para no acatar las recomendaciones de expertos? ¿Todos tenemos la misma culpa?
El problema va más allá de la concientización personal. El pasado mes de julio, ya está registrado en los libros de historia como el más caluroso jamás registrado en el planeta, según la agencia estadounidense de administración oceánica y atmosférica (NOAA en inglés) y eso sólo es una parte del problema, según el informe anteriormente citado de la IPCCC, desde 1970, las temperaturas de la superficie global han aumentado más rápido que en cualquier otro período de 50 años durante los últimos dos mil, lo que ocasiona fenómenos naturales como olas de calor, sequías o inundaciones, que trae consigo la muerte de millones a nivel global.
Según otro informe de la misma ONU, el Global Environment Outlook (GEO), publicado en 2019, la cifra de muertes relacionadas con los daños al medio ambiente abarca el 25 por ciento de las muertes prematuras a nivel global; esto engloba casos tan lamentables como la muerte de 1.4 millones de personas por enfermedades evitables como diarreas y parásitos relacionados con las aguas contaminadas.
Las consecuencias están afectando a todo el mundo, siendo más agresivas, como siempre, para los más pobres, sin embargo no todos somos culpables en la misma proporción. Según un estudio de la Oxfam en conjunto con el Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo demostró que Sólo el 1% de la población mundial es responsable del 15% de las emisiones de carbono acumuladas entre el 1990 y 2015, mientras que el 50% de la población más pobre apenas contribuye con 7 por ciento”. Aquí se ve la verdadera proporción y los verdaderos culpables de la crisis medioambiental. 63 millones de personas (los más ricos) contaminan más del doble que tres mil 100 millones juntas.
Otro dato estremecedor señala que “la riqueza concentrada en el 5 por ciento más rico de la población mundial es responsable del 37 % del incremento de emisiones de carbono. Mientras que el 50% de los más pobres apenas generó 6% del crecimiento de las emisiones totales”. Los más ricos no sólo contaminan más, sino que lo hacen a un ritmo cada vez más acelerado, tanto así, que si los más pobres duplicarán sus emisiones de carbono, nunca lo alcanzarían.
Por lo tanto, todas las campañas de concientización acerca del medio ambiente de nada sirven si no se enfocan correctamente, si no se obliga a los que más tienen y más contaminan. La culpa no es de los pobres, de los millones que tienen que vivir las consecuencias de una contaminación y aumento de la temperatura en condiciones de hambre y de miseria, sino, del capitalismo, el sistema económico que por años se ha encargado de saquear al planeta para la ganancia de unos, mientras la culpa la reparte entre toda la humanidad