Unos ultra ricos que tienen fortunas que su vida entera no les va a alcanzar para gastarlas ni aunque gasten miles de millones de dólares diarios y, como correlato necesario, millones de pobres que no tienen absolutamente nada, que dejan el suelo en el que nacieron porque no tiene ni una vivienda miserable, nada que comer, nada que vestir, nada de nada, y se aventuran en travesías peligrosísimas con sus hijos en brazos. Eso, amigos, es el capital.
Adriana Argudín Palavicini
El portal de noticias RT en español publicó el día de hoy, sábado 18 de septiembre, una parte del discurso que pronunció la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, la legisladora demócrata Nancy Pelosi, en un evento celebrado en Londres, Reino Unido, en la Chatham House, también conocido como el Instituto Real de Asuntos Internacionales, que es una de las organizaciones más importantes del mundo ocupada en analizar y promover la comprensión de los principales asuntos internacionales así como asuntos de actualidad.
Por la importancia de sus palabras, que seguramente impactaron a más de uno de los presentes, me permito reproducir lo dicho por la señora Pelosi. “En Estados Unidos, el capitalismo es nuestro sistema, es nuestro sistema económico, pero no ha servido a nuestra economía tan bien como debería… Así que lo que queremos hacer no es apartarnos de él, sino mejorarlo y garantizar que nos sirva… No se puede tener un sistema en el que el éxito de algunos emana de la explotación de los trabajadores y brota de la explotación del medioambiente…, tenemos que corregirlo”. Y, criticando el estancamiento de los salarios de los empleados, remató: “No podemos permitir una explotación de nuestra mano de obra”. Ciertamente, palabras fuertes pero muy ciertas. El sistema de producción capitalista, en efecto, no puede continuar, si quiere sobrevivir algunos años más, explotando a la inmensa mayoría de la población, que por más que trabaje y genere riqueza, eso no se vea reflejado en un mejoramiento de su nivel de vida, sino que por el contrario, este se deteriora cada vez más y a mayor velocidad.
Lo dicho por la señora Pelosi se complementa con las recientes declaraciones del presidente estadounidense Joe Biden, quien dijo que desde el inicio de la pandemia, la fortuna de los multimillonarios ha aumentado en1.8 mil millones de dólares, de acuerdo con los datos del informe de Americans For Tax Fairness (Americanos por la Equidad Fiscal) y el Instituto de Estudios Políticos, y que 55 de las corporaciones más grandes del país no paganni un céntimo en impuestos federales sobre la renta, a lo cual calificó de “simplemente injusto”. Declaraciones no solo ilustrativas de la gigantesca desigualdad existente entre los ultra ricos y el resto de la sociedad norteamericana, y de manera mucho más significativa con la clase obrera de dicho país, sino que además nos ilustran de lo que en el nuestro no quiere, ni por soslayo, tratar el presidente López Obrador.
Veamos de qué tamaño es la insultante riqueza de algunos de los ultra ricos y en qué la derrochan.
Bloomberg Billionaires Index (Índice de Multimillonarios de Bloomberg). publicó el 17 de septiembre del presente año, la lista de la gente más rica del mundo. En primer lugar, aparece Elon Musk -de quien se dice que además de magnate y emprendedor, es físico e inventor- cuya fortuna a lo largo del último mes aumentó en 18,000 millones de dólares, pasando de los 187,000 a los 205,000 millones de dólares; esto quiere decir que el fundador de Tesla Motors y SpaceX, ganó una media aproximada de 4,000 millones de dólares a la semana durante este mes y se agrega que durante el último año, su capital casi se duplicó. La “raya” del sábado de este señor es, pues, de 4 mil millones de dólares.
En el segundo lugar de la lista de Bloomberg se encuentra Jeff Bezos, fundador de Amazon y Blue Origin, cuya fortuna se estima en 201,000 millones de dólares. El tercer lugar lo ocupa el magnate francés Bernard Arnault, propietario del conglomerado multinacional del grupo de artículos de lujo LVMH (Louis Vuitton Moët Hennessy), líder absoluto en lujo y dueño de 76 marcas de renombre en todo el mundo, con una fortuna de 158,000 millones de dólares. Cuesta trabajo imaginar esas cantidades de dólares.
Es de tal tamaño la fortuna de los multimillonarios, que una vez que han disfrutado a lo grande de todo lo terreno, ahora algunos de ellos han decidido incursionar en el espacio exterior y ofrecer, figúrese usted amigo lector, turismo al espacio. Y, claro, como turistas, no tienen la misma preparación, exigencia y entrenamiento que una tripulación de astronautas profesionales, pues el vuelo es totalmente automático. Solo se trata, pues, de dar un paseo. Tal es el caso de Jared Isaacman, otro multimillonario, que fletó a Elon Musk la nave llamada Dragon para un vuelo al espacio de turistas espaciales (tres más Isaacman) que, a partir del pasado 15 de septiembre, darían la vuelta al mundo 15 veces a lo largo de tres días. Si pueden completar con éxito la misión, dijo Musk, se consideraría un vuelo histórico y demostraría que hay un negocio en crecimiento en el espacio. Y sí, quienes ya no saben en qué gastar su dinero, ya están apartando su lugar para hospedarse por poco más de una semana en la Estación Espacial Internacional, gustito que les saldrá en alrededor de 55 millones de dólares; en estas mal llamadas “misiones”, irán acompañados de un ex astronauta de la NASA.
Estos absurdos no existen solos, son el resultado y la consecuencia de las espantosa pobreza que existe en el mundo. En el otro extremo se encuentran, obviamente, los ultra pobres, todos aquellos que, parafraseando a Carlos Marx, no pueden perder más que sus cadenas. En estos días, la frontera entre la ciudad texana Del Río y Ciudad Acuña, Coahuila, se está viendo rebasada por la cantidad de migrantes, se dice que son cerca de 14 mil haitianos, que han logrado llegar ahí después de sortear no solo las golpizas y las persecusiones de los agentes del Instituto Nacional de Migración, sino también soportar larguísimas caminatas diarias, con sus criaturas en brazos, a hombros o jalando, sufriendo los cambios de temperatura, con la incertidumbre que aprieta el alma de saber si tendrán o no la oportunidad de poder establecerse en los Estados Unidos. Sin embargo, el Departamento de Seguridad Nacional ha informado que ya inició el traslado de alrededor de dos mil migrantes de dicha ciudad texana a otros lugares para enviarlos de regreso a Haití (se habla de entre cinco y ocho vuelos diarios), a otros se les ha pedido que se dirijan a Eagle Pass, otra ciudad texana a 91 kilómetros de distancia, dado que Del Río se ha visto rebasada; por ejemplo, sus comercios no han podido con la demanda de provisiones de los locales y los migrantes.
Este es el mundo que con mucho cuidado pero con verdad ha descrito Nancy Pelosi. Unos ultra ricos que tienen fortunas que su vida entera no les va a alcanzar para gastarlas ni aunque gasten miles de millones de dólares diarios y, como correlato necesario, millones de pobres que no tienen absolutamente nada, que dejan el suelo en el que nacieron porque no tiene ni una vivienda miserable, nada que comer, nada que vestir, nada de nada, y se aventuran en travesías peligrosísimas con sus hijos en brazos. Eso, amigos, es el capital. Necesita urgentemente cambiarse por un modelo económico más justo y más humano. La realidad nos lo está gritando.