La tozuda realidad pone de manifiesto que las jornadas de trabajo son cada vez más duras y extenuantes y los salarios y las prestaciones son cada vez más bajos y alcanzan para menos.
Adriana Argudín Palavicini
En lo que va de la presente semana, se dieron a conocer tres conflictos laborales, dos de ellos, con severas implicaciones para la ciudadanía y para los propios trabajadores y, el otro, se desató por la represión feroz de que fueron objeto los obreros por parte del gobierno.
Entre el 9 y el 10 de octubre, el Sindicato Nacional de Trabajadores del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro dio a conocer que llevaría a cabo un paro de labores en las 12 líneas con que cuenta este servicio a partir del día 14 de octubre, que duraría hasta que las autoridades capitalinas y de la dirección del Sistema de Transporte Colectivo resolvieran sus peticiones laborales y de aumento salarial correspondientes a este año. Además del aumento salarial, demandaban la entrega de ropa de trabajo y de refacciones y herramientas para dar mantenimiento a los trenes y a las instalaciones.
Dada la cantidad de trabajadores que trabajan en este servicio, 14,250 trabajadores en promedio, pero sobre todo por la enorme cifra de usuarios que lo utilizan, las autoridades del gobierno de la Ciudad de México y del Sistema de Transporte Colectivo Metro se vieron obligadas a sentarse a negociar con el sindicato. Como resultado de ello, llegaron al acuerdo de un incremento salarial de 3.2 por ciento y de 1.8 por ciento en prestaciones, retroactivo al primero de enero de 2021, previa autorización de la Secretaría de Administración y Finanzas de la Ciudad de México. Como es lógico, una vez solucionada la demanda económica, el sindicato resolvió no llevar a cabo el paro programado; de las refacciones y herramientas necesarias para el mantenimiento de trenes y estaciones, nada se ha dado a conocer.
A pesar de que ya se resolvió este asunto, es importante conocer la magnitud de un paro de labores en el Metro de la Ciudad de México. Existen 12 líneas, los trenes llevan nueve vagones cada uno cuya capacidad les permite transportar en cada viaje a mil 530 personas (360 sentados y mil 170 de pie), aunque esta cantidad siempre se sobrepasa en las horas pico, en las que hay mayor afluencia de usuarios en los andenes. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en el mes de julio la cifra de usuarios alcanzó los 69 millones 800 mil personas, lo que representa el número más alto en lo que va de 2021. Agreguemos el hecho de que hay líneas con mayor flujo de pasajeros porque cuentan con transbordes, así por ejemplo la estación Pantitlán conecta con cuatro líneas más, además de que es punto de llegada y de regreso de cientos de miles de personas del Estado de México diariamente. De ahí la fuerza negociadora del Sindicato Nacional de Trabajadores del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro.
Pasemos al otro conflicto, el del Gremio Gasero Nacional. El lunes 11 de los corrientes, ante la negativa de la Secretaría de Energía (SENER) de dialogar, la Ciudad de México se vio prácticamente paralizada por alrededor de diez bloqueos en igual número de arterias principales de la capital. Asimismo, los trabajadores del gas bloquearon carreteras como la México-Toluca, a la altura de La Marquesa; la México-Pachuca, en El Vigilante; la México-Pirámides, a la altura de Acolman; así como la carretera federal Texcoco-Lechería, a la altura del Circuito Exterior Mexiquense, en Ecatepec. En cada uno de ellos, los trabajadores colocaron varias pipas de gas licuado de petróleo (LP) obstruyendo la circulación de vehículos; con esta acción iniciaban un paro indefinido de labores, cerrando por tanto las estaciones de servicio en la zona metropolitana del valle de México y algunas del Estado de México con el consiguiente desabasto de gas LP.
En uno de los bloqueos la policía capitalina la emprendió a golpes contra los trabajadores, pues los uniformados pretendían retirar de allí las pipas y abrir la circulación vehicular por la fuerza. De acuerdo con información del diario El Financiero del 13 de octubre, los comisionistas solicitan una ganancia de entre 2 y 3 pesos por litro de gas LP vendido, ya que actualmente únicamente obtienen alrededor de 350 pesos al día, cantidad que tienen que distribuir en ponerle combustible a las unidades, darles servicio y mantenimiento y llevar dinero a sus hogares. La mayor parte de consumo de gas LP es para uso doméstico (63 por ciento) y comercial (15 por ciento) por lo que, de no solucionarse satisfactoriamente el conflicto a favor de los trabajadores, además de ellos los más afectados seríamos los ciudadanos y varios negocios, como tortillerías, cocinas económicas y restaurantes, entre otros.
Finalmente, la cereza del pastel: la salvaje represión en contra de miles de trabajadores de la refinería de Dos Bocas, en Paraíso, Tabasco, una de las obras faraónicas ordenadas por el presidente López Obrador. El miércoles 13 del mes en curso, trabajadores de la empresa ICA Flour que trabajan en la construcción de dicha refinería, fueron brutalmente agredidos con gas lacrimógeno y balas de goma por la policía antimotines que les impidió ingresar a la obra, luego de que el día anterior se declararan en paro alrededor de 5 mil trabajadores. Varios trabajadores resultaron con heridas en piernas y costillas, y se habla de uno que seguramente perderá un ojo. Se dice que el lugar fue blindado también por agentes de la Secretaría de Marina. Declaraciones de algunos trabajadores, señalan que la razón del paro radica en que los encargados de la obra los hacen trabajar horas extra sin pagárselas; recordemos que ya en febrero de este año también se fueron a paro y que en esas fechas denunciaron que sus jornadas de trabajo eran de 10 horas o más, que también debían trabajar los sábados y domingos, días y horas extras que tampoco les pagaban. Otros dicen que han recibido amenazas de despido, pero creen que es una estrategia para no pagarles el aguinaldo. Asimismo, se quejan de trabajar en condiciones inseguras y de que se haya permitido la entrada a supuestos líderes que les cobraban cuotas para, presuntamente, conseguirles los contratos. (El Financiero, 13 de octubre de 2021)
Y, claro, como en todos lados quiere meter las manos, trátese del conflicto de que se trate, trátese de la autoridad de que se trate, trátese del poder de que se trate, en su mañanera del 14 de octubre, el presidente López Obrador pidió a los dirigentes que ayuden y a los trabajadores que no se dejen manipular, añadiendo que “si quieren un dirigente para que les ayude, estoy a las órdenes de ellos…” (contralinea.com.mx del 14 de octubre) ¡Lo que faltaba, el presidente de México convertido en dirigente sindical!
No debe pasarse por alto que todas estas protestas de la clase trabajadora, generaron gran molestia en el gobierno de la Cuarta transformación. Los descalificaron y atacaron. Incluso, como se ve, el propio presidente de la república hizo mofa de ellos. Pero más allá de las declaraciones y la represión oficial, las acciones obreras demuestran sin lugar a dudas que el México perfecto y feliz, que describe el presidente todos los días, solo existe en su cabeza. La tozuda realidad pone de manifiesto que las jornadas de trabajo son cada vez más duras y extenuantes y los salarios y las prestaciones son cada vez más bajos y alcanzan para menos. En el mundo entero, fracasa el capitalismo, en México, fracasa el capitalismo y fracasa también la 4T a la que ya nada más le queda la represión, la persecución y la guerra de propaganda.