“¿Apoco no es una dicha enorme estar ayudando al prójimo o ayudando al pueblo, hay algo más importante que eso?”, cuestionó hace unos días el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, a los legisladores de la coalición Juntos Haremos Historia, en el patio central de Palacio Nacional, con quienes se reunió para ‘celebrar’ y felicitarlos por aprobar a su gusto el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2022. Según el presidente, los legisladores de Morena, del Partido del Trabajo y del Verde Ecologista son “verdaderos representantes del pueblo” por haber aprobado el PEF 2022 tal y como él lo dicto. Debió decir, más bien, que son verdaderos representantes del propio López Obrador, pues, del pueblo, lo dudamos mucho. Vamos a los datos, para aclarar esto.
¿Este presupuesto prevé un gasto neto total de 7.8 billones de pesos, el monto total representa un incremento en términos reales de 8.6 por ciento a lo aprobado para 2021. El PEF es el dinero que gastará el país y en qué lo distribuirá. El Presupuesto de este año, igual que el de los últimos tres años desde la llegada de Andrés Manuel al poder, contempla como prioritarios los programas insignia de AMLO y los proyectos de Dos Bocas y el Tren Maya. En general, los programas sociales del presidente constituyen alrededor de 450 mil millones de pesos; tan solo la Pensión? Adultos Mayores, que es la que más aumento recibió, representa un gasto de 238 mil millones.
A primera vista, el que aumente el presupuesto para las pensiones federales pudiera considerarse correcto, sin embargo, según el “Análisis del Paquete Económico 2022. Desde un enfoque de desigualdad y redistribución”, del Instituto de Estudios sobre Desigualdad (INDESIG), es completamente falso que las pensiones del bienestar estén dirigidas “primero a los pobres”: 6 de cada 10 pesos de las pensiones “contributivas” se quedan en los hogares más ricos. El Instituto señala que mientras que en 2018, 23% del presupuesto a programas sociales estaba dirigido 10% más pobre de la población, en 2020 solo se destino el 10% del presupuesto para ellos; en 2018, los mas ricos se quedaban con el 2% del total, y en 2020 se quedaron con el 7%. O sea, los programas asistenciales con los que AMLO plantea acabar con la pobreza en México en realidad no le llegan a los más pobres, sino a los más ricos.
Mientras tanto, la pobreza crece como nunca. En lo que va del sexenio de AMLO, el porcentaje de personas en situación de pobreza aumentó dos puntos porcentuales al pasar de 41.9% a 43.9%, es decir de 51.9 millones de personas en esta situación a 55.7 y el 8.5 por ciento de la población vive en condiciones de pobreza extrema, según el más reciente reporte del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Pero, como siempre, AMLO tiene “otros datos”, pues aseguró que “la gente está recibiendo más y aun con la pandemia la gente tiene para su consumo básico y algo más importante no han perdido la fe”. Si tan solo la fe de la que habla pusiera pan en la mesa de los mexicanos, otra cosa sería.
Pero el gobierno federal solo sabe de transferencias directas y de otros datos e ignora, por completo, la cruda realidad de los mexicanos. Según el Coneval, casi 23 millones de mexicanos carecen de servicios básicos en sus viviendas y alrededor de 12 millones sufre por no tener una vivienda digna. Y de eso no se habla en el PEF 2022. En el PEF no se tocan las carencias más sentidas de la población, no se dice que llevarán agua potable a las colonias, que pavimentarán calles, que dotarán de electricidad a pueblos marginados. Nada de eso, solo que reciban cada dos meses “su ayuda” y que con eso resuelvan sus carencias. Para obras en los pueblos: ¡nada!
Mas no fueran las obras emblema del presidente, porque para eso sí que hay dinero. Destaca el inmenso aumento del presupuesto a proyectos como la Guardia Nacional, el Ten Maya, Dos Bocas, y demás, que pasaron de 170, 223 mdp en 2021 a 232, 368 mdp en 2022. Para las obras faraónicas de López Obrador sí hay recurso; y eso que ya muchos analistas serios advirtieron que dichos proyectos no son viables, sino una pérdida de tiempo, esfuerzo y recursos. Sin embargo, nada de esto importa al presidente. Él ya ordenó.
Y mientras los más ricos reciben el dinero de los más pobres, mientras hay dinero para trenes, aeropuertos y ejércitos, no lo hay para obras y servicios de los más desprotegidos, AMLO sigue pregonando que “primero los pobres”, pero México sigue incrementando sus niveles de pobreza y se avecina otro año en el que el pueblo pobre no verá mejorar sus condiciones.