Obras son amores y no buenas razones, así se titula una comedia de Lope de Vega. Y ello viene a cuento a propósito del análisis del Presupuesto para 2022, aprobado por la Cámara de Diputados, en formas tales que no dejan lugar a dudas sobre el carácter antisocial y despótico del actual gobierno. Morena desechó las mil 994 reservas presentadas por la oposición. Eran ideas, soluciones alternativas. ¿Acaso, absolutamente ninguna merecía ser considerada? Es el uso irracional de la fuerza, que antes, como oposición, criticaran. Abordemos, pues, el Proyecto de Presupuesto (PPEF) enviado por el presidente.
En lo general, según especialistas, aunque nominalmente el presupuesto es el mayor en nuestra historia, realmente representa 25.1% del PIB, inferior al 26.7% ejercido en 2016. Igual advierten que el gasto de inversión será de 3.5% del PIB, cuando entre 2014 y 2016 promedió 5.4% (realstatemarket). No hay, pues, nada mejor aquí.
La asignación del gasto tiene un fin marcadamente político: no le motiva preocupación social alguna ni el fomento al desarrollo, sino consolidar el poder de López Obrador. Primero, sus obras faraónicas se llevan la tajada del león. El Tren Maya, 73% de incremento, al Tren del Itsmo de Tehuantepec, 174%. Segundo, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) recibirá 47% más; la Guardia Nacional, 70%. Carretadas de dinero aplicadas a una estrategia errática, absurda e ineficaz, limitada a conciliar con los grupos delincuenciales.
Tercero, para compra de votos se otorga a la Secretaría del Bienestar (la gran favorecida) un incremento de 106 mil millones. En total los programas sociales se llevarán 390 mil millones. Una política distributiva a lo Chucho el Roto, absolutamente ineficaz si no se construye infraestructura, si no se fomentan educación, ciencia y tecnología, si no se promueve la vivienda popular ni se generan empleos seguros y bien pagados: hoy el sector informal, simple sobrevivencia, alcanza niveles nunca vistos, el gran empleador. ¿Cuánta ayuda se ha dado a los damnificados por las inundaciones de Tabasco y en otros estados por desastres naturales, ahora que no hay Fonden? ¿Cuánta a los afectados de Tula? De muy poco les sirven las miserias que, del dinero de todos, regala López Obrador, si perdieron sus hogares y no pueden recuperarlos.
Cuarto, el gasto federalizado (transferencias a entidades federativas y municipios), aumentará 5.3%, regresando a su nivel de 2019, sospechosamente ahora que Morena y sus aliados controlan la mayoría de las gubernaturas, más las que vengan. Quinto, sobre los organismos autónomos, al INE, garante de la imparcialidad en las elecciones, se le atan las manos con un recorte de casi cinco mil millones, 11%, y al Consejo de la Judicatura Federal le recortan 2 mil 935 millones, limitando así su capacidad como contrapeso del ejecutivo. Otra vuelta de tuerca a la dictadura.
Veamos ahora lo socialmente importante, principalmente para los sectores de bajos ingresos. A la SEP le otorgan un mísero incremento de 7.8%. Muy lejos de sus necesidades; por ejemplo, luego del abandono por la pandemia, las escuelas están muy deterioradas; en muchos casos saqueadas, lo que demanda un programa serio de rehabilitación y equipamiento. Además, retornar a clases en condiciones de pandemia exigirá sistemas mixtos de enseñanza y acceso universal a internet. En otra materia, el PPEF reduce en 18% el presupuesto del Programa de Cultura Física y Deporte y 49% a los Proyectos de infraestructura social del sector educativo.
En Salud, eliminando el Seguro Popular se excluyó de los servicios médicos a 15 millones de mexicanos; no hay medicinas para niños con cáncer y escasean las vacunas para diferentes enfermedades; falta personal médico, equipo y materiales. “… al gobierno todavía le falta acabar de edificar el 60% de los centros hospitalarios que recibió, aunque 77% de estas obras continúan suspendidas. De acuerdo con […] el secretario de Salud, Jorge Alcocer, no todas se van a terminar…” (La Silla Rota, 12 de enero de 2021). Mientras tanto, contra toda lógica y justicia, en Oaxaca se está despidiendo personal médico. Del incremento presupuestal al IMSS 63% se destinará al pago de pensionados y jubilados; en el ISSSTE, 70% (El Economista, CIEP, 13 de septiembre de 2021). “ […] la inversión física, la que se destina para la construcción de obras, como hospitales, estimada para el IMSS en el PPEF es […] menor en 74 veces, a lo que se planea destinar al pago de pensiones y jubilaciones […] La inversión física del ISSSTE es 115 veces menor” (CIEP). No esperemos, pues, más equipamiento, personal médico, medicinas, infraestructura. En fin, el programa IMSS-Bienestar atenderá a 11.8 millones de personas de comunidades rurales, menos que los 13.1 millones en 2018 (CIEP).
El ramo Agricultura y Desarrollo Rural recibe un modesto incremento y alcanza un total de 53 mil millones, apenas 73% de lo que tenía en 2018. Menos apoyo al campo. Existen programas y proyectos específicos frecuentemente inadvertidos, pero que son de gran trascendencia, y cuyo abandono revela las verdaderas prioridades gubernamentales. He aquí algunos: Operación y mantenimiento de infraestructura hídrica, 0.5% de aumento; Mejoramiento Urbano y de Vivienda, 52% menos. Vivienda Social, 0.51% más; Proyectos de Infraestructura Social del Sector Cultura, 5.6% de aumento; Estudios y proyectos de construcción de caminos rurales y carreteras alimentadoras, 22.3% menos. Desaparece el programa de Microcréditos para el Bienestar, apoyo a financiamiento a Pymes, de las cuales un millón cien mil quebraron durante la pandemia. Reconstrucción y Conservación de Carreteras recibe 1.2% más, ignorando el pésimo estado de los caminos (Fuente: fundar). Diré de paso que esta valiosa información sistematizada por Fundar, fue de gran utilidad para ilustrar el tema presupuestal en el programa “Lo marginal en el Centro”, realizado esta semana por el Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales y transmitido por el Canal Seis de televisión.
Magros incrementos como los señalados serán nulificados por el aumento de la inflación en 2022, oficialmente estimada en 3.4%, porcentaje muy incierto (cierra este año en más de 7%), considerando la fuerte presión inflacionaria mundial y nacional. Provocará una reducción real en términos de poder de compra. A todo lo anterior debemos agregar que el gobierno no aplica más recursos a necesidades sociales, primero porque asigna los que tiene a “las obras del presidente” y para efectos de control político; segundo, porque no tiene más, pues rechaza incrementar impuestos a los corporativos empresariales. La recaudación fiscal representa el 16.5% del PIB, al fondo entre los países de la OCDE, cuyo promedio es de 33.8%. Para honrar su compromiso con los magnates, AMLO castiga el gasto en áreas esenciales. Ante el insuficiente ingreso (y el nido de arrieras de Pemex), aunque prometieron “no endeudar al país”, hoy renuncian oficialmente a su compromiso: el PPEF contempla un endeudamiento por 3.2% del PIB, cosa de un billón, la séptima parte del presupuesto, deuda que pagaremos a futuro todos los mexicanos. Anuncian además impuestos adicionales a trabajadores del sector informal. Así, en la asignación de los recursos públicos, Morena traiciona la confianza de quienes le dieron el poder.