La cultura socialista ha penetrado en toda la existencia del pueblo soviético.
Alethia Mejía López
Después del gran triunfo de la revolución socialista aquel Octubre de 1917, en medio de la Primera Guerra Mundial, Rusia quedó destrozada. Abonando a esto la guerra civil que se prolongó hasta 1923 cuando finalmente el ejército blanco fue derrotado. Enemigos, tanto internos como externos no aceptaban que Rusia pariera una revolución que venía a ser la alternativa real al sistema capitalista.
Pero para llevar a cabo el proyecto socialista soviético era necesaria una reconstrucción del país y reactivación de la economía ya que la agricultura, la ganadería y la industria quedaron paralizadas. Surgió pues la necesidad de trabajar a marchas forzadas para la reconstrucción del país. Obreros, campesinos, jóvenes y amas de casa trabajaron para construir de las ruinas de la vieja Rusia la nueva sociedad por la que lucharon junto a los Bolcheviques.
Pero por un lado la influencia del antiguo régimen seguía permeando entre la clase trabajadora, sobre todo la de la iglesia Ortodoxa, por el otro lado el pueblo ruso necesitaba de una base ideológica que mantuviera su espíritu combativo y creador para levantar el Estado obrero. Era necesaria entonces, una transformación total en el desarrollo cultural de las masas populares que tuviera como objetivo la creación de una cultura nueva, una manera distinta de ver la vida, es decir, una revolución cultural. Una vez cambiada la base económica el pensamiento social no podía ser el mismo.
Fue así que el Estado Soviético impulsó como tareas esenciales: el aprovechamiento de la herencia cultural del pasado por parte de las masas trabajadoras; la organización socialista de la instrucción pública; la formación de cuadros de intelectuales socialistas; la educación comunista de los trabajadores.
En el desarrollo de esta nueva sociedad era necesaria la instrucción pública obligatoria, pues como ya sabemos el analfabetismo imperaba en Rusia, la construcción de escuelas fue llevada a un ritmo considerable. Sólo en el segundo quinquenio, fueron construidas cerca de 19.000 escuelas. El número de escuelas superiores aumentó también. Una multitud de espacios culturales empezaron a funcionar: bibliotecas, museos, teatros, cines, centros de radio, palacios de bellas artes; el tiraje de libros, revistas y diarios, aumentó.
No se pueden resolver los problemas del país si no se transmite al pueblo la ideología de la nueva sociedad, ahí reside precisamente la importancia de la revolución cultural, pues a través de la cultura la ideología socialista a sido transmitida por medio de poesías, obras de teatro, música de concierto, escritos literarios por grandes escritores soviéticos, que ayudaron a que del seno de la clase obrera y del campesinado laborioso hayan surgido dirigentes de talento en el dominio económico y político, grandes jefes militares, trabajadores de la ciencia y la cultura, capaces de resolver los problemas más arduos de la construcción socialista.
La cultura socialista ha penetrado en toda la existencia del pueblo soviético. Uno de los resultados inestimables de la revolución cultural consiste en haber formado al hombre soviético, al hombre nuevo, capaz de aplicar la ciencia y la técnica en la producción, capaz de comprender la política de su país.
La revolución cultural sólo es posible sobre la base de las transformaciones políticas y económicas en el curso de la revolución socialista, que crea las condiciones materiales y espirituales y las poniéndolas en manos del pueblo. En el período de transición del capitalismo al socialismo, las tareas fundamentales de la revolución cultural consisten en realizar, durante un plazo más o menos breve, la reorganización de toda la instrucción popular e incorporar las grandes masas populares a los adelantos de la cultura. De este modo se crean las condiciones necesarias para la participación directa de los trabajadores en la gestión de la vida económica, estatal y social y para la educación de los cuadros de la intelectualidad socialista y la formación de una cultura nueva, socialista. Estas tareas de la revolución cultural son comunes para todos los países que edifican el socialismo, independientemente de las peculiaridades de cada país concreto. El cumplimiento de dichas tareas permitió a la URSS, país en que la mayoría de la población era analfabeta, dar un salto de la ignorancia a la dominación de las cumbres de la cultura. En la sociedad socialista desarrollada, la tarea consiste en crear las premisas espirituales para el triunfo del comunismo, una riqueza auténtica de la cultura espiritual y las posibilidades para el desarrollo integral del individuo. De ello depende en colosal medida el ascenso de las fuerzas productivas, el progreso de la técnica y la organización de la producción, la elevación de la actividad social de los trabajadores, el desarrollo de las bases democráticas de la autogestión y la reorganización de la vida cotidiana.
Gracias al papel que jugó esta revolución cultural en la transformación de la nueva sociedad encaminada al socialismo, se pudo dar la lucha contra el fascismo alemán en la segunda guerra mundial de 1939-1945, pues la nueva cultura ayudó a la conciencia política, consciencia de clase y los trabajadores que salían a la lucha por la libertad de los pueblos pertenecientes a la URSS iban por convicción ideológica.