No hay duda que el promotor de la agresión es Estados Unidos, mediante la OTAN, quien ha extendido sus tentáculos armados por todo el mundo
Homero Aguirre Enríquez
El mundo contempla cómo se ha puesto en marcha nuevamente la maquinaria propagandística estadounidense para justificar el episodio más reciente de la agresiva expansión armada de la OTAN hacia las fronteras de Rusia, operación militar cuyo elemento principal es la eventual instalación de ojivas nucleares en Ucrania, país vecino de Rusia y que cuenta con respaldo de la OTAN, organización militar integrada mayoritariamente por tropas estadounidenses. Para dimensionar el grave peligro hacia la vida y seguridad de la población rusa y la paz mundial, hay que considerar que, de instalarse en Ucrania, se calcula que los misiles con todo su poder mortal y destructor tardarían de 5 a 7 minutos en llegar al territorio ruso a sembrar muerte y desolación, sin que hubiera medio efectivo de defensa ante la agresión.
No hay duda que el promotor de la agresión es Estados Unidos, mediante la OTAN, quien ha extendido sus tentáculos armados por todo el mundo: “Estados Unidos tiene 800 bases militares en más de setenta países por todo el mundo, según datos recopilados por el profesor David Vine, de la American University de Washington… La abrumadora presencia militar de soldados estadounidenses por el planeta es consecuencia de la proyección del poder militar de Estados Unidos, soportado con un presupuesto en defensa de más de 700,000 millones de dólares anuales, muy por encima de lo que destinan sus rivales como China o Rusia”, publicó recientemente el diario La Razón, de España. De acuerdo con esto, las bases militares en Ucrania serían la continuación de esa tendencia a controlar el planeta mediante las armas nucleares, pero estas serían las más cercanas a Moscú, lo que ha generado la justificada protesta del Gobierno ruso.
No obstante, la propaganda pretende culpar a Rusia del conflicto y acusarlo de promover una guerra al autorizar desplazamientos militares dentro de su territorio, hacia la frontera con Ucrania en previsión de que avance el plan de instalar misiles a unos pasos de su territorio. Se busca que la opinión pública condene los actos defensivos de Rusia, que por su parte no se resignará a que Estados Unidos y sus aliados de la OTAN le apunten en la cabeza con armas nucleares a unos pasos de su país: “¿Es pedir demasiado no poner ningún sistema de ataque cerca de nuestra casa?, ¿qué tiene de raro?”, cuestionó el presidente ruso Vladimir Putin durante su conferencia de prensa anual. “¿Y si hubiéramos puesto misiles en la frontera entre Estados Unidos y Canadá? ¿O en México?”, remachó para evidenciar la doble moral del Gobierno norteamericano, recordó que EE.UU. tuvo disputas territoriales con sus vecinos el sur. “¿De quién era California? ¿De quién era Texas? ¿Ya se olvidaron?”, agregó.
Como la mayoría de los conflictos geopolíticos que detonan en diversas partes del mundo, de los que sólo vemos los efectos en forma de tensiones, migraciones descontroladas, guerras, “intervenciones diplomáticas” y operaciones mediáticas internacionales, el que ahora se presenta en la frontera de Rusia y Ucrania tiene sus antecedentes en la política expansionista de Estados Unidos, que se aceleró una vez caído el campo socialista, en 1991: “El movimiento expansivo de la OTAN comenzó inmediatamente después de terminada la guerra fría, en la época de Boris Yeltsin, cuando Rusia era considerada como sumiso aliado de EE.UU. y su presidente como bufón de la corte imperial norteamericana. Ya bajo la guía del Presidente Vladimir Putin, y a pesar del carácter claramente agresivo de los movimientos de la OTAN hacia su frontera occidental, Rusia se mantuvo serena y continuó buscando un camino eficaz y seguro para desarrollar y fortalecer su economía y elevar el bienestar de su pueblo. Incluso, hizo esfuerzos serios por mantener una relación de cooperación y buen entendimiento con Estados Unidos.
Pero, al parecer, tal conducta fue leída por EE.UU. y la OTAN como pusilanimidad y aceptación resignada de su dominio absoluto e indiscutido sobre el mundo, incluida, naturalmente, su propia nación. Aceleraron, pues, su avance hacia el oriente europeo hasta alcanzar la frontera occidental de la Federación Rusa, y una vez ahí, han instalado bases militares con capacidad nuclear en toda Europa y están creando el “escudo antimisiles” justo en las naciones limítrofes de Rusia”, escribió con mucha claridad hace tres años el Ing. Aquiles Córdova Morán, quien además advirtió que la llegada de Joseph Biden a la presidencia de los Estados Unidos, con el apoyo de los grupos de halcones que viven y promueven las guerras por doquier, aceleraría la política guerrerista del gobierno estadounidense, algo que estamos viendo con el escalamiento arrogante de las agresiones contra Rusia y China, entre otros países.
En este escenario, es urgente que los pueblos del mundo conozcan la verdad y que no se instale en la consciencia de la mayoría de mujeres y hombres del mundo la idea de que es correcta y justa la expansión militar estadounidense amparada una vez más en la bandera falsa de la lucha por las libertades de personas ubicadas a miles de kilómetros de las fronteras de Estados Unidos. Con esa bandera invadieron Vietnam, Irak, Libia, Panamá, Nicaragua, México, Haití, Somalia, Yemen, Siria y decenas de países más. Si no se detiene esa política inhumana, mediante la difusión de la verdad y promoviendo la organización, la educación y la unidad de los pueblos del mundo, el riesgo de un estallido nuclear que acabe con la vida humana será más alto y el dantesco escenario descrito por las palabras de García Márquez cada vez más estremecedoramente cercano: “Un minuto después de la última explosión, más de la mitad de los seres humanos habrá muerto, el polvo y el humo de los continentes en llamas derrotarán a la luz solar, y las tinieblas absolutas volverán a reinar en el mundo… Los pocos seres humanos que sobrevivan el primer espanto, y los que hubieran tenido el privilegio de un refugio a las tres de la tarde del lunes aciago de la catástrofe magna, sólo habrán salvado la vida para morir después por el horror de sus recuerdos… En el caos final de la humedad y las noches eternas, el único vestigio de lo que fue la vida serán las cucarachas”.