La situación de la educación, pues, ha venido agravándose; la fuga de cerebros no parará hasta que se trabaje y se proponga un plan real para educar a todos los integrantes de nuestra sociedad
Fuensanta Pérez Orona
“Los jóvenes son el presente y el futuro de nuestro país”; esta tautología ha sido durante muchos años una de las trilladas declaraciones con la que se han llenado la boca, para quedar bien, cientos de políticos al momento de estar en campaña o al tener ya un cargo público.
Pero la desafortunada realidad por la que atraviesa nuestro país es muy diferente y ese gran futuro que tanto pregonan es un futuro trunco, sin oportunidades, sin garantías y sin el apoyo real del gobierno. Según datos publicados por el portal Animal Político, para el año 2022 se destinaron 884 mil millones de pesos a la educación, lo que representa poco más del 3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), y aquí es donde comienza a asomar la poca importancia que se concede a este rubro, pues según la OCDE, los países miembros de esta organización invierten en promedio un 5 por ciento de su PIB.
Esta cantidad fue dada a conocer, mostrándola como si se hubiera tenido un incremento real e importante, pero dentro de la situación económica, gravemente afectada por la inflación creciente, se sabe que este presupuesto será el más bajo en los últimos siete años, esto según el Centro de Investigaciones Económicas y Presupuestarias (CIEP), es decir, ese aparente incremento, no es real.
De los pocos recursos, además, destinados a la educación, es necesario mencionar que 70 por ciento se destina al pago de nómina y gasto de operación, mientras que el porcentaje que de manera directa incide en la calidad educativa, no rebasa ni el uno por ciento.
Este “apoyo” es un factor que ha repercutido notablemente en las deserciones escolares; aunado a esto, los precarios salarios que perciben las familias mexicanas y la necesidad de obligar a los más jóvenes a trabajar prematuramente, ha generado que más de 2 millones de niños entre 3 y 14 años no asistan a la escuela. Pero la situación se agrava aún más: más de 30 millones de mexicanos mayores de 15 años son analfabetas, y no están en condiciones de concluir su educación básica.
Pero a partir del 2020, la situación se tornó aún más difícil, pues la pandemia del Covid-19 vino a agravar la de por sí ya precarias condiciones de vida de los mexicanos; muchas familias perdieron sus empleos, lo que provocó que sus ingresos disminuyeran drásticamente, obligándolos así a sacar a sus hijos de las escuelas por esta falta de recursos. Diferentes medios de comunicación a lo largo de la pandemia dieron a conocer las declaraciones de miles de trabajadores quienes manifestaron no tener ni para comer, mucho menos para pagar las escuelas o los materiales necesarios para poder tomar las clases virtuales, empezando por el internet, computadoras o celulares.
Según datos del INEGI, en el ciclo escolar 2019-2020 estuvieron inscritos 33.6 millones de personas de entre 3 y 29 años, lo cual representa el 62 por ciento de la población total en edad de estudiar. De este total, 740 mil no concluyeron el ciclo escolar. El mismo documento del INEGI muestra que para el nuevo ciclo escolar 2020-2021 se inscribieron 32.9 millones de niños y jóvenes, bajando el porcentaje al 60.6 por ciento y quedando así 5.2 millones sin la oportunidad de continuar con su formación académica.
De estos 5.2 millones que abandonaron las escuelas, el 26. 6 por ciento manifestó que fue por considerar las clases a distancia poco funcionales para el aprendizaje; el 25.3 señaló que fue porque sus padres se quedaron sin trabajo, y el 21.9 por ciento por falta de equipo como computadora, otros dispositivos o conexión a internet.
Estas cifras nos muestran la lamentable situación por la que atraviesa nuestra sociedad, y nos deja de manifiesto la poca importancia que el gobierno brinda a esta fundamental actividad. Esto exibe nuevamente que aquella frase de que “el gobierno te prefiere ignorante”, sigue siendo cierta. Es más fácil controlar y dirigir a un pueblo que no cuestiona nada, a tener que hacerlo con uno que se ha educado y ha aprendido a disentir y a exigir explicaciones.
Mas no solo tenemos el problema en la educación básica y superior; no olvidemos todos los recortes de las becas CONACYT que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha promovido; tampoco olvidemos que un título universitario o un grado de maestría no garantizan en el país un buen puesto de trabajo ni un buen salario, pues se dice y se sabe que muchos profesionistas no ejercen, y trabajan ya sea como taxistas o en el empleo informal.
La situación de la educación, pues, ha venido agravándose; la fuga de cerebros no parará hasta que se trabaje y se proponga un plan real para educar a todos los integrantes de nuestra sociedad; ante este panorama es necesario que el pueblo aprenda de sus experiencias y no repita los errores que nos han traído hasta este punto. Queda claro que los mexicanos somos los únicos capaces de cambiar el rumbo de nuestra patria, pero para eso es necesario querer hacerlo; que todos nos unamos y luchemos por una educación y una vida de calidad para todos.