Gatell no solo se ha sentado sobre los muertos que se han callado en dos años, sino que se ríe de esta tragedia, se ríe con la confianza de la impunidad y el respaldo del poder.
Manuel Pérez Vázquez
«No solo es una injusticia, sino una actuación de mala fe, diría de odio, se le va a dar todo el apoyo jurídico y se van a presentar todos los argumentos, pero también todo el apoyo político y moral” exclamó este jueves 27 de enero el presidente de la república durante su conferencia mañanera, después de que se le cuestionara sobre su posición luego de que el juez de control, Ganther Alejandro Villar Ceballos determinara que la FGR debe investigar las posibles omisiones del subsecretario López-Gatell en la muerte de pacientes que enfermaron de COVID-19.
Parecería una broma, pero no, esta es la posición de un Jefe de Estado que prefirió respaldar totalmente a un funcionario antes que al pueblo que lo sostiene en el poder: “No es nada más el doctor Hugo, es la defensa de un compañero, un responsable de la política contra la covid y ahí están los resultados, no se toma en cuenta que los servicios prestados a la sociedad por el doctor Hugo López-Gatell han sido excepcionales, ha sido un profesional de primer orden, serio, es una dicha el que contemos en una circunstancia tan difícil con un profesional con tanto conocimiento sobre la materia, es de los mejores especialistas en pandemias del mundo», dijo en la mañanera desde Palacio Nacional.
La investigación antes mencionada surge a partir de una denuncia presentada por Felipe del Carmen Jiménez Pérez y Eber Álvarez Zavala, quienes perdieron a familiares por la enfermedad y en noviembre de 2021 denunciaron ante la FGR la negligencia y falta de prevención derivada de la pandemia del COVID-19. En esa primera denuncia la Fiscalía General de la República se abstuvo de realizar la investigación, lo cual fue confirmado por un juez de control
Según el abogado que representa a las familias de las víctimas de covid, Javier Coello Trejo, la acusación se basa en que López-Gatell, de acuerdo con el reglamento interno de la Secretaría de Salud, faltó en su deber de cuidar y prevenir todas las consecuencias derivadas del virus que llegó al país a inicios de 2020.
Hasta el día de hoy, viernes 28 de enero, se registró un total de 4 millones 873 mil 561 contagios y 305 mil 240 muertes provocadas por el coronavirus, aunque cabe resaltar, como han hecho cientos de periodistas y especialistas en el tema, que esta cifra es engañosa al ocultar una gran cantidad de casos y muertes, algunos analistas estiman que las muertes fueron de al menos el doble de la cifra expuesta por el gobierno federal. En datos como los expuestos por el INEGI se ha señalado que “en el periodo 2015-2019, se esperaban de enero de 2020 a junio de 2021 un total de 1,116,482 defunciones y ocurrieron 1,649,031 defunciones, por lo que se tiene un exceso de mortalidad por todas las causas de 532,549, equivalente a 47.7 por ciento”. En este periodo la enfermedad respiratoria se ha convertido en la principal causa de muerte en nuestro país.
La tragedia del coronavirus hoy luce como un elefante que es imposible de ocultar, prácticamente todos los mexicanos tuvimos cercanía con alguna víctima mortal de la pandemia o estuvimos en contacto con conocidos que se enfrentaron a ella. Ni hablar de los estragos económicos que han golpeado a los sectores más vulnerables de nuestro país y han arrastrado a cinco millones de mexicanos más a engrosar las filas de la pobreza.
O qué tal si habláramos de educación, donde organizaciones como “Mexicanos Primero” alertó sobre una pérdida de aprendizajes en alumnos de primaria y secundaria, por la decisión de cerrar las escuelas e impartir clases a distancia, señalando una pérdida de tres ciclos escolares donde los alumnos no solo no han aprendido, sino que han olvidado lo que ya sabían.
Todos los estragos antes mencionados dejan algo muy claro, y eso es que la pandemia ha afectado a los sectores más pobres y de por sí más rezagados de la población, aquellos quienes no tenían posibilidades de llevar a cabo un aislamiento en casa murieron, aquellos que debían salir a casa para trabajar y obtener los recursos del día a día se empobrecieron, y quienes no tenían condiciones para hacer que la educación de sus hijos continuara adecuadamente, tendrán que presenciar los graves estragos de un sistema de educación que no quiso tomar las medidas correctas para que su educación les diera mejores condiciones en el futuro. Si los mexicanos deben englobarse en un grupo, ese sería sin ninguna duda el de víctimas, víctimas de un gobierno que nos condenó a la muerte, a la ignorancia, a la pobreza y a la perpetuidad de estas condiciones al ser tan indiferentes con la formación académica del pueblo del futuro.
Y aquí pregunto, ¿no era acaso este gobierno el que juró ponerse siempre del lado de los más pobres, de los olvidados y de las víctimas?
Semana con semana, mañanera tras mañanera, el presidente nunca se ha cansado de repetir su discurso de “respaldo” a las víctimas del pasado, ha dedicado conferencias completas a las familias de los 43 normalistas de Ayotzinapa, o sobre la guardería ABC, habla sin parar el presidente sobre la guerra contra el narco y demás acontecimientos terribles del ayer, ¿pero acaso no convendría detenerse en las víctimas del hoy? Repito, directa o indirectamente los afectados por esta pandemia hemos sido millones, y es por eso que al sonar el “respaldo jurídico, político y moral” al subsecretario asesino, Hugo López-Gatell, el gobierno de la autoproclamada “cuarta transformación”, esta no solo traiciona sus principios, sino que traiciona a millones de mexicanos que confiaron en el actual gobierno. Gatell no solo se ha sentado sobre los muertos que se han callado en dos años, sino que se ríe de esta tragedia, se ríe con la confianza de la impunidad y el respaldo del poder. Las víctimas volvemos a estar desamparadas, nuevamente nos tenemos a nosotros, el gobierno nos abandonó.