En entrevista para AC noticias, Nydia Egremy, internacionalista de la UNAM, periodista y editora de la sección internacional de Buzos de la noticia, analiza los verdaderos alcances del reconocimiento de Donetsk y Lugansk por parte de Rusia y cómo este se vuelve crucial en la estrategia de seguridad en Ucrania, al afirmar tajantemente que Rusia no es una amenaza mundial.
La especialista expone que pareciera que el mundo está llegando tarde a analizar lo que sucedió en 2014, cuando las zonas de Donetsk y Lugansk, (zonas que tienen mayor población de origen ruso) ubicados al Este de Ucrania, deciden independizarse por la revolución del movimiento de la ultraderecha europea, Euromaidán.
Señala que el movimiento logra permear fuertemente la geopolítica de Ucrania del modo que desde ahí presionan a este país, que fue una ex república rica, la que alojó la flota negra rusa y el mayor complejo industrial de la Unión Soviética, una región industrial importante, denominado “Donbás”.
En este año, la población de origen ruso decide escindirse haciendo una votación siguiendo el ejemplo de Crimea en aquel entonces, estas dos zonas querían separarse de la Ucrania gobernada por la ultraderecha quien está en el poder desde entonces.
Sin embargo, la internacionalista expresa que la prensa internacional no quiso cubrir la relevancia del tema, como también no le dio importancia a los bombardeos y ataques que empredio el ejército de los gobiernos de ultraderecha, siendo Donetsk desmantelado en gran parte de la infraestructura que había permanecido desde la época soviética, el auropuerto y otra serie de eventos internacionales que quedaron irreconocibles. Ante el atentado, el fiscal ruso en turno calificó este acto como “genocidio”, porque murieron miles de personas; la prensa occidental, los analistas, los centros de analisis internacionales no lo tomaron encuenta, exactamente como lo que esta ocurriendo ahora con los bombardeos contra civiles de Donetsk y Lugansk perpretados por fuerzas asociadas al gobierno de Ucrania.
Esta situación es lo que lleva a Rusia a reconocer ocho años después la independencia de estas autoproclamadas repúblicas.
El empeño del occidente de intervenir en Ucrania
Ucrania es un botín para occidente, precisamente para Estados Unidos, la Unión Europea y las transnacionales; por ser un gran productor de uranio, del pase de petróleo y gas ruso a gran parte de Europa.
Biden busca sembrar rusofobia en la población a nivel mundial bajo el plan “vamos con la estrategia del terror para así crear una percepción de una guerra inminente”, ya que de ser así, esta iniciaría con inmediatez y no a los 15 días que han transcurrido.
El futuro de dos zonas que se declaran independientes para recibir el apoyo de Rusia
Donetsk y Lugansk se declaran independientes para recibir la ayuda de Rusia por la inconformidad con Ucrania debido al ambiente racista que ha generado contra estos 3.8 millones de rusos étnicos que habitan en ese lugar. Se convierten en independientes por la constante explotación de Ucrania, de las trasnacionales asentadas en EE.UU. y Europa.
De esta manera llaman la atención de Rusia tras no recibir ayuda internacional durante ocho años tras un continuo hostigamiento contra estas zonas. Moscú elige reconocerlas como independientes para así proteger a los civiles de estas repúblicas de los bombardeos que tienen inicio desde el lunes de la semana pasada por milicias ucranianas.
¿Qué va a pasar ante este panorama?
Habrá una vuelta hacia las armas por parte Occidente, con la intención de que Rusia muestre su fuerza, pues hasta el momento esta nación ha sido cautelosa.
La prensa no profundizará al análisis sobre lo que está sucediendo en estas zonas
La intervención de la OTAN en Ucrania
Es una amenaza tener una organización de 30 países, con el arsenal más poderoso del planeta, por lo que el Kremlin no puede permitirlo, pues va en contra de la seguridad nacional, es por eso que Rusia se opone a que el gobierno de la ultraderecha de Ucrania se alie con la OTAN, por ser un blanco estratégico a favor de EE.UU.
Con información de Adabelle Martínez