En México, 10 mujeres son asesinadas al día y los reportes de violencia intrafamiliar crecen exponencialmente; estos hechos han sido denunciados por colectivos feministas ante las autoridades, incluso en Palacio Nacional, sin que hayan recibido atención, en lugar de ello sus integrantes han sido acusadas de ser conservadoras y grupos de choque para desacreditar su lucha y sus demandas.
Adamina Márquez
“Nunca cambies el amor de un hijo por la pasión de un hombre, aprende a ser madre y después mujer”, era lo que pensaba Brenda Isela Solís una mujer para quien su pequeño hijo era todo. Era arquitecta, joven (apenas contaba con 26 años), tenía la vida por delante y le encantaba su papel de madre. Pero todo esto le fue arrebatado la noche del 18 de febrero cuando se convirtió en la protagonista involuntaria del feminicidio número 11 de la Ciudad de México (CDMX).
Era viernes. Las cámaras de seguridad del apartamento de Brenda, ubicado en la colonia Citlalli de la alcaldía Iztapalapa, registraron a la joven en compañía de su pareja. Parecía que todo iba bien, ambos se mostraban alegres y cargaban bebidas alcohólicas.
Sin embargo, dos días después, cuando su madre fue a buscarla y el casero le impidió la entrada al domicilio, la señora acudió a la Fiscalía General de Justicia (FGJ) capitalina para reportar a su hija como desaparecida. Al día siguiente, los agentes de la FGJ ingresaron a la vivienda y encontraron a Brenda estrangulada en su cama.
Iztapalapa es la alcaldía que ocupa el segundo lugar por su alto índice de violencia contra las mujeres, solo después de Tlalpan, informó Sayuri Herrera, fiscal especializada en la investigación de feminicidios en la capital del país. Su peor récord se registró en 2019, cuando sumó 56 de estos delitos y encabezó la lista de casos de violencia intrafamiliar en la CDMX.
La violencia contra las mujeres es un cáncer que afecta no solo a la CDMX sino a todo el país. En México, cada día ocurren 10 asesinatos por causa de género. El año pasado, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) documentó mil cuatro crímenes catalogados como feminicidios, que representaron un aumento de 2.6 por ciento respecto a 2020. Ha sido la cifra más alta de este tipo de delitos durante un lustro.
Lo más alarmante fue que su ritmo de crecimiento se había acelerado en los últimos cinco años. En 2015 hubo 411 delitos tipificados como feminicidios; en 2016, fueron 605; en 2017, 742; en 2018, 893; en 2019, llegaron a 940; y en 2020, ya con la pandemia, los feminicidios sumaron 860.
Política de simulación
Omar caminaba por las calles de Catemaco, Veracruz, cuando fue detenido por órdenes de la FGJ de la CDMX. Era el 24 de febrero. Omar había viajado a la famosa localidad veracruzana para hacerse una “limpia” y deshacerse de sus “culpas”.
El brujo al que acudió Omar le pidió que se quitara la camisa para llevar a cabo el ritual, pero notó algo fuera de lo común: tenía una gran cantidad de rasguños en la espalda y los brazos. Le preguntó qué le había sucedido y Omar le contestó que había ahorcado a una mujer, su pareja, por ello había ido a Catemaco a buscar ayuda para expiar aquel pecado.
Estadísticas oficiales revelan que 30 de cada 100 feminicidios se ejecutan con mayor saña de la que se emplea en los homicidios, porque los victimarios ahorcan, sofocan o ahogan, golpean o hieren con armas punzocortantes a las mujeres; es decir, se empeñan en hacerlas sufrir antes de matarlas.
El brujo no mostró signos de sorpresa y pidió a Omar que se recostara y se relajara para efectuar la limpia. Mientras éste se acostaba, aprovechó para llamar a las autoridades y reportar el asesinato. Fue así como la FGJ-CDMX pudo atrapar al presunto asesino de Brenda. Vía Twitter, la institución informó que Omar fue trasladado al Reclusorio Preventivo Varonil Oriente y puesto a disposición del juez para determinar su situación jurídica.
Ese día, la jefa de gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, informó: “Nuestro compromiso es seguir trabajando para disminuir y erradicar el feminicidio (…) llegar siempre a los responsables, de que no va a haber impunidad, creo que eso es lo más importante”.
La detención de Omar fue presentada como un logro de las autoridades judiciales de la capital de la República; pero el mérito correspondió al curandero veracruzano.
La realidad en México es que muchas mujeres están lejos de recibir la atención jurídica adecuada y, peor aún, están más lejos de las medidas necesarias para prevenir y evitar estos delitos.
En 2007, el gobierno mexicano impulsó la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV) y creó la Alerta de Violencia de Género contra la Mujeres (AVGM) que funcionaría como un mecanismo de protección de los derechos humanos de las mexicanas.
De acuerdo con la Secretaría de Gobernación (SG), a cuyo cargo delegaron el funcionamiento de la AVGM, ésta opera con base en un conjunto de acciones gubernamentales de emergencia para enfrentar y erradicar la violencia feminicida o la existencia de un agravio comparado que impida el ejercicio pleno de los derechos humanos de las mujeres en un territorio determinado (municipio o entidad federativa).
Pero las alertas de género no han impedido que los feminicidios aumenten aceleradamente. Ahora, 22 de las 32 entidades federativas (más de dos terceras partes) y 643 de los dos mil 471 municipios de la República (más de la cuarta parte) cuentan con AVGM.
A pesar de la AVGM y de las “acciones gubernamentales de emergencia” que aquélla efectúa, los feminicidios pasaron de 411 en 2015 a 1004 en 2021; es decir, hubo un crecimiento de 144 por ciento en este tipo de asesinatos. Esta incidencia, sin embargo, representa apenas la punta del iceberg porque, en México, no se denuncia más del 90 por ciento de estos delitos.
Las agresiones físicas contra las mujeres no van a contrarrestarse con medidas administrativas como las declaratorias de alerta, asegura el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF): “La prevalencia de los feminicidios evidencia que las acciones siguen siendo insuficientes para prevenir, atender y sancionar la violencia contra las mujeres, que se encuentra enmarcada en un contexto de violencia generalizada, discriminación e impunidad”.
Mucho discurso, pocos recursos
Otra de las acciones creadas para paliar la desigualdad y la violencia de género es el Anexo de Erogaciones para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, conocido como Anexo 13, una partida financiera incluida en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para los programas de igualdad y combate a la violencia.
Pero en 2019, con la llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), se inició la política de austeridad que redujo el financiamiento de las instituciones y los refugios de mujeres han debido restringir sus acciones de auxilio por falta de recursos.
En 2022, cuarto año de su administración, AMLO y su partido, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) reorientaron, desde el Congreso de la Unión, el 89 por ciento del dinero que se destinaba a las víctimas de violencia para sumarlo a los programas asistencialistas del Gobierno Federal. Los colectivos feministas argumentaron que, aunque en el discurso el gobierno morenista asegura que programó un 75 por ciento más de dinero que la partida de 2021 para reducir la desigualdad de género entre hombres y mujeres, lo cierto es que esos recursos se enviaron a los programas “emblemáticos” del Presidente.
Por ejemplo, el 93 por ciento del aumento en el Anexo 13 del PEF 2022, corresponde a incrementos reales en tres programas que carecen de una perspectiva de género: el Programa de Becas de Educación Básica Benito Juárez (218 por ciento), la Beca Universal para Estudiantes de Educación Media Superior Benito Juárez (100 por ciento) y la Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores (105 por ciento).
En contraparte, los programas con un manifiesto enfoque de lucha contra la desigualdad entre hombres y mujeres no tuvieron aumentos o sufrieron recortes. Es el caso del programa Salud Materna, Sexual y Reproductiva, que prácticamente se quedó con el mismo presupuesto de 2021; el Programa de apoyo a las Instancias de Mujeres en los Estados (PAIMEF) apenas tuvo un aumento del 0.04 por ciento; mientras que al Programa de Apoyo para el Bienestar de los Hijos de Madres Trabajadoras se le aplicó un recorte del 3.6 por ciento con respecto al presupuesto que tuvo el año pasado.
“Si se suman las partidas asociadas con violencia y atención a víctimas del Anexo 13 que reportan Gobernación, Bienestar y el Ramo 47, se acumula un monto de 738.4 millones de pesos que es 0.6 por ciento menor en términos reales que el asignado para 2021. ¿Así cuidará el Gobierno Federal a sus mujeres?”, cuestiona Fátima Masse, directora de Sociedad Incluyente.
En su artículo Mujeres olvidadas en el presupuesto 2022, Masse explica: “El problema de fondo es que las erogaciones del Anexo 13 asumen que un presupuesto con perspectiva de género consiste simplemente en apoyos que llegan directamente a las mujeres. Sin embargo, eso es engañoso. La perspectiva de género en el presupuesto debe reconocer las diferentes necesidades de bienes y servicios públicos en mujeres y hombres por las posiciones y condiciones desiguales entre sexos. Esto debe influir en el diseño de los programas financiados, no solo mencionarse en las justificaciones”.
Para Lucía Lagunes Huerta, directora de Comunicación e Información de la Mujer (Cimac), el problema es que “los gobiernos han simulado invertir en los programas y políticas a favor de las mujeres, pero en realidad no ha sido así. Volvemos a tener esa política de simulación que tanto daño nos ha hecho a las mexicanas”, comentó, entrevistada por el diario El País.
Arussi Unda, vocera del colectivo Las Brujas del Mar, reveló que la actitud del Presidente opera como un obstáculo para la lucha feminista; pues además de que no se ha pronunciado contra la violencia hacia las mujeres, acusa a los grupos organizados de participar en un movimiento conservador.
“Ha habido recortes muy importantes en los presupuestos de los programas dirigidos a las mujeres como los refugios, al tratamiento de cáncer cérvico-uterino y de mama. O sea, en los hechos, no se ha visto que sea un gobierno que apoye a las mujeres”, advirtió en entrevista con buzos.
Movimiento feminista estancado
El ocho de marzo de 2020 fue una fecha que marcó al movimiento feminista. Ese día, 80 mil mujeres salieron a las calles de la capital de la República a manifestarse contra la abierta política hostil de la actual administración, que a pesar dehaber ofrecido que éste sería el “sexenio de las mujeres”, las mandó reprimir con policías antimotines, recortó el gasto a los programas con perspectiva de género y ha ignorado las alarmantes cifras de feminicidios que crecen año con año.
Tal fue el temor que esta movilización provocó en AMLO, que mandó instalar vallas de metal alrededor de Palacio Nacional para contener a las manifestantes. La barrera fue bautizada como el “muro de la memoria”; y en sus placas, las mujeres escribieron los nnombres de algunas de las víctimas de feminicidio.
Sin embargo, el movimiento feminista se estancó debido al confinamiento y a las medidas sanitarias adoptadas contra la pandemia de Covid-19. En entrevista con El País, Leticia Bonifaz, doctora en derecho, activista por los derechos humanos y representante de México ante el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), denunció al respecto:
“Traíamos un gran impulso. La pandemia y todas las condiciones después nos detuvieron. Se recrudeció la violencia en los hogares, muchos de los temas se quedaron parados… lo interesante va a ser cómo volver a tomar impulso, porque la agenda está ahí”.
Los colectivos han realizado manifestaciones, pero no ha habido otra de la misma magnitud que la del ocho de marzo de 2020, por lo que parece que la batalla está abandonada. Sin embargo, este año, los colectivos feministas han llamado a las mujeres a no callar, a no conformarse, a exigir respeto a sus derechos y, sobre todo, a ser escuchadas y atendidas por las instancias gubernamentales.
“En materia de derechos de las mujeres en particular, cuando no se avanza, no te quedas en el lugar, sino que normalmente retrocedes. Como cuando estás nadando en un río con mucha corriente. Si te detienes, las aguas te vuelven a llevar hacia atrás”, señaló Leticia Bonifaz.
Para Arussi Unda, de las Brujas del Mar, la lucha no está perdida. “En algunas cosas se ha avanzado, en otras no. Yo diría que en la mayoría no, pero seguiremos exigiendo. Hay que estar unidas y no dejar que nos fracturen, pues nos necesitamos en este momento unidas y jalar para el mismo lado, luchar por los mismos derechos y que éstos sean respetados”.