A un mes de que Rusia lanzara su operación militar especial en Ucrania y de que Occidente (EE. UU. y sus aliados) desplegara una colosal guerra mediática que distorsiona la realidad del conflicto. Para algunos el 24 de febrero marcó un punto de inflexión del que surgirá un nuevo orden mundial y Joseph Biden afirma que su país debe liderar ese nuevo contexto, como si su avidez debiera imponerse a todo el mundo. De ahí que la prensa del “país de la democracia” niegue a millones de personas el acceso a medios rusos y muestre como víctimas a verdugos, paramilitares y mercenarios que acosan a la población del Donbás y utiliza al régimen de Kiev para instalar laboratorios de armas biológicas.
En la antigua casona de la Condesa de Miravalle, que desde 1942 es sede del Estado ruso, el Excmo. Embajador de la Federación de Rusia en México, Sr. Víktor V. Koronelli, abunda en los objetivos reales de la operación militar especial en Ucrania, de los proyectos occidentales de armas biológicas como el UP4, de las impunes masacres perpetradas por neonazis en el Donbás, de las medidas coercitivas contra la economía rusa, de cómo Washington convirtió al gasoducto Nord Stream 2 en rehén de su trama política. A la vez, califica de “soberana e independiente” la posición de México ante el conflicto, en su conversación con buzos.
El pueblo ruso venció al nazismo en la Gran Guerra Patria. ¿Esa experiencia sustenta la Operación Militar Especial, que ordenó el presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin el pasado 24 de febrero, para desmilitarizar y desnazificar Ucrania?
Sin duda, el Ejército ruso usa toda la experiencia de los últimos años, incluida la de las acciones contra el Estado Islámico (ISIS) en Siria. En tal sentido quiero subrayar que los batallones nacionalistas de Ucrania “Azov”, “Aydar” y el régimen de Kiev, recurren a métodos de los terroristas de Medio Oriente.
Por ejemplo, lo que seguramente no imaginábamos es que el régimen de Kiev iba a utilizar a la población civil como escudo humano, instalando su material bélico en zonas residenciales, cerca de escuelas, jardines de infantes y hospitales. Fueron capaces de prohibir a los civiles la salida de las ciudades bloqueadas por sus fuerzas, no respetaron el derecho humanitario.
No imaginábamos que las autoridades ucranianas darían la orden criminal de entregar a su población decenas de armas de fuego, todas ellas sin ningún control (registro de poseedores) ni tampoco que liberaran a delincuentes peligrosos de prisión para combatir a la población del Donbás. Eso ya desató el caos entre los ucranianos en varias ciudades del país.
¿Qué significa esa decisión para la población del Donbás, para Rusia y el mundo?
Rusia no empezó la guerra, la está terminando. El mundo debe saber lo que durante ocho años ha pasado en el Donbás: en ese tiempo, solicitamos con urgencia a la comunidad internacional que luchara contra el exterminio sistemático de la población del Donbás.
Se trata de miles de personas que día con día perdían a sus seres queridos; que fueron obligados a vivir en sótanos escondiéndose de los bombardeos. El saldo de esa ofensiva totalmente ignorada, desdeñada por la prensa occidental y los gobiernos europeos, fue de casi 14 mil fallecidos, más de 150 niños asesinados. ¡Una masacre!
Los objetivos principales de la operación militar especial son dos. El primero es desmilitarizar a Ucrania, o sea, destruir su potencial militar para que cese el exterminio contra la población del Donbás.
Necesitamos lograr que, en el futuro próximo, el país no sea utilizado para amenazar a Rusia por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de preferencia con garantías vinculantes e inequívocas del estatus neutral de Ucrania. Es decir, que esa alianza asuma el compromiso claro que la obligue a cumplir las responsabilidades que adquiere y que respete la neutralidad de Ucrania.
El segundo objetivo es la desnazificación del país. Eso implica erradicar todas las agrupaciones de corte nazi y violencia racista, responsables de la mayoría de atrocidades en el Donbás. Es decir, llevarlos ante la Justicia para poner fin a su ideología de odio sistemático.
Y en lo demás, como han expresado en varias ocasiones las autoridades rusas, una vez cumplidos estos objetivos, queremos que el pueblo ucraniano –al que respetamos, porque hemos compartido estrechos vínculos durante muchas décadas- decida su futuro libremente.
Por más de ocho años, Occidente (EE. UU. y sus aliados) silenciaron la agresión multidimensional de la ultraderecha ucraniana contra Lugansk y Donetsk ¿Qué significó ese silencio de la prensa occidental ante ese acoso y hostigamiento?
En primer lugar, este silencio creó las condiciones para que el régimen de Kiev continuara su política de discriminación y genocidio contra los rusoparlantes de esas zonas. Por largos ocho años hubo constantes bombardeos y atrocidades de agrupaciones paramilitares neonazis.
Hablamos de matanzas, extorsiones, torturas, violaciones, hostigamiento de todo tipo, así como destrucción sistemática de ciudades e infraestructura vital. A la par hubo ahogamiento económico. La falta de apoyo social de Kiev costó al Donbás la vida de 14 mil personas y los autores de esos delitos quedaron impunes. No hubo ninguna crítica de la comunidad internacional.
Hasta ahora persisten las consecuencias de esa política de discriminación y genocidio. Pese a los constantes esfuerzos de Rusia y de los pocos, pero muy valientes periodistas internacionales que se atreven a presentar al mundo el otro lado de la historia, la opinión pública, dominada por la prensa occidental, sigue ignorando la dimensión de la catástrofe humanitaria de Donetsk y Lugansk.
Esos medios, han optado por tergiversar esa realidad y dejar en el olvido los principios básicos de periodismo. Ejemplo reciente de cobertura preconcebida y unilateral es el ataque del pasado 14 de marzo, con un misil táctico Tochka-U con peligrosas municiones de racimo, perpetrado por tropas ucranianas en pleno centro de la ciudad de Donetsk.
Eso causó la muerte de una veintena de civiles y que decenas de personas fueran heridas. Sin embargo, la prensa estadounidense y europea ignoró ese crimen de guerra y prefirió reproducir noticias falsas fabricadas perversamente por Ucrania y sus amos.
Peor aún, en un acto de cinismo barbárico, el diario italiano La Stampa publicó en su portada una imagen de esa masacre y la hizo pasar por una calle de Kiev, supuestamente bombardeada por tropas rusas.
¿Cómo interpretó Rusia cuando hablaban de la “inminente invasión” rusa a Ucrania? Hoy se sabe que detrás estaba la información de los servicios secretos de EE. UU. y europeos que anticipaba el reconocimiento de Rusia a la independencia de esas repúblicas.
La interpretamos exactamente como una estrategia de miedo. Los preparativos mediáticos en Occidente empezaron mucho antes del inicio de la operación militar especial y, supongo, incluso antes de que se tomara en Moscú la decisión final al respecto.
Esta campaña propagandística tenía como objetivo crear una historia sin precedente en la opinión pública global, demonizar a Rusia (no despreciaron ningún método, incluso comparando mi país –que liberó a Europa de los fascistas, con la Alemania nazi–. Invalidar todos nuestros argumentos de antemano.
Occidente no disimula su intención de cercar a Rusia ¿Ucrania sería su plataforma para lanzar ataques de tipo biológico y químico contra Rusia?
Pese a las promesas, en años recientes atestiguamos cuatro olas de expansión de la OTAN. El bloque está cada vez más cerca de las fronteras rusas. Desde 2014, Occidente empezó a utilizar el territorio ucraniano creando allá su infraestructura militar y enviando instructores.
Y hoy sabemos que Washington financió ‘laboratorios de investigación biológica’ no solo en Ucrania, sino en varios países. La propia subsecretaria para asuntos políticos de EE. UU. Victoria Nuland, reconoció su existencia ante el Senado de EE. UU. al expresar su preocupación sobre la posibilidad de que militares rusos podrían obtener esos materiales. ¿Qué esconde Washington?
Según datos del Ministerio de Defensa ruso, el objetivo del proyecto UP-4 realizado con los laboratorios de Kiev, Jarkov y Odesa, era estudiar la propagación de infecciones especialmente peligrosas a través de las aves migratorias. El proyecto P-781 estudiaba a murciélagos como transmisores de potenciales agentes de armas biológicas.
Quiero reiterar que esas investigaciones de alto riesgo se llevan a cabo bajo supervisión directa de los especialistas estadounidenses. Sabemos que el financiamiento de esos proyectos de armas biológicas en Ucrania a cargo de EE. UU. asciende a 32 millones de dólares. Subrayo que estas investigaciones se realizan en las inmediaciones de las fronteras rusas, por lo que no podemos descartar que las armas desarrolladas en estos laboratorios podrían ser usadas contra nuestro país.
¿Las sanciones quieren provocar la inconformidad de los rusos con su gobierno?
No descarto que es uno de los objetivos de las sanciones impuestas por los países occidentales a Rusia. Su otro objetivo es cambiar el rumbo de Rusia. De 2014 a 2021 ellos impusieron más de 100 paquetes de sanciones a Rusia. Pero quienes las imponen no conocen el carácter ruso. Tendrán el resultado opuesto: solo unirán a nuestro pueblo frente a la guerra comercial y económica declarada por Occidente.
A pesar de la aparente inutilidad de los esfuerzos de muchos años para obstaculizar el desarrollo de nuestra economía, EE. UU. y la Unión Europea vuelven a aferrarse a herramientas restrictivas que son ineficaces y contraproducentes desde el punto de vista de sus propios intereses.
Rusia ha demostrado que, con todos los costos de las sanciones, puede minimizar el daño causado. La presión de las sanciones no puede afectar nuestra determinación de defender firmemente nuestros intereses.
¿Se dieron ellos mismos un tiro en el pie?
Exactamente.
¿Cómo deben actuar los organismos internacionales creados para fomentar la cooperación y comercio global?
Estas organizaciones deben actuar según sus reglas y normas, apoyándose en el derecho dnternacional y guardar la posición neutral ante la situación en Ucrania. Ahora lo más importante es evitar la politización de estas instituciones y no permitir que se conviertan en herramientas de presión política.
¿Hasta dónde llegarán las contra-medidas de Rusia?
Rusia no es partidaria de aplicar sanciones sobre algún país y utiliza tal práctica rara vez y solo para proteger sus intereses legales. Hasta hoy día impusimos la cantidad mínima de restricciones en respuesta a la muy agresiva política económica de Occidente.
¿Continuará el intercambio energético con Europa?
Nuestra posición sobre la cooperación energética con Alemania y, en general, con Europa sigue siendo la misma. Rusia enfatizó constantemente que el gasoducto Nord Stream 2 es un proyecto únicamente económico-comercial que se implementó en estricta conformidad con el derecho internacional y normas de la UE y estados involucrados.
La puesta en marcha de ese gasoducto, respondería a los intereses tanto de Rusia como de Europa. Además de los beneficios mutuos, la nueva ruta está diseñada para promover la diversificación del suministro de gas y convertirse en un elemento estabilizador para el mercado del gas en Europa.
Aparentemente en el futuro previsible esto no sucederá, ya que el proyecto se ha convertido en un rehén de la vinculación artificial con otras tramas políticas. La consecuencia inevitable de abandonar el proyecto será, como ya vemos, el rápido aumento del precio del gas en el mercado.
El embajador Koronelli, que representó a su país en Cuba, Chile, Argentina y fue vicedirector del Departamento de América Latina en la cancillería rusa explica su reflexión sobre la decisión del gobierno de México a no imponer sanciones a Rusia:
Valoramos altamente la postura soberana e independiente del gobierno de México ante la crisis ucraniana, en especial el rechazo categórico a la idea de enviar armas a Ucrania. Cualquier acción destinada a exacerbar la tirantez y la escalada bélica no deja de provocar angustia. Apreciamos mucho la posición del gobierno mexicano, conforme a la Doctrina Estrada y el principio de no intervención.
Es muy importante que, para nosotros, México, esté entre los países a los que mencionó nuestro ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, que “nunca aceptarían la aldea global bajo el mando del sheriff estadounidense y no quieren estar solo en la posición en la que El Tío Sam ordena algo y ellos dicen: Sí Señor”.
¿Cómo deben ver el futuro bilateral los mexicanos y los rusos?
Reconocemos la creación del Grupo de Amistad México en la Cámara de Diputados.
Desde el inicio de la operación especial militar rusa estamos en contacto permanente con nuestros colegas de la Cancillería mexicana.
Estoy seguro de que el conflicto no afectará las relaciones con México que sigue siendo uno de los socios más importantes de Rusia en América Latina. Por cierto, en 2021, el intercambio comercial aumentó casi 2.3 veces en comparación con 2020, alcanzando la cifra récord de 4.8 mil millones de dólares.
Las relaciones entre Estados amigos se caracterizan por factores fundamentales como el respeto mutuo de opiniones, la consideración atenta de posturas, diálogo abierto de confianza, la capacidad de escuchar y alcanzar acuerdos de mutuo interés. Creo que éste es el nivel de contactos que tenemos con México.
No veo premisas para que algo cambie. Estamos abiertos a cualquier discusión de los diferentes tipos de vista. Cada día recibo, por distintos medios, cartas y mensajes de apoyo de mexicanos; incluso algunos se ofrecen como voluntarios, concluye el diplomático.
El 23 de marzo, la Cámara de Diputados de México instaló el Grupo de Amistad con Rusia. Los legisladores reconocieron el intercambio positivo entre ambos países, que se acentuó con la dotación de la vacuna contra el Covid-19 Sputnik V. El embajador Víktor Koronelli celebró este nuevo foro binacional como “muestra de apoyo, solidaridad y amistad entre ambas naciones”.