Se sabe con detalle y certeza que en 2018, cuando el hoy presidente de México Andrés Manuel López Obrador (AMLO) aún era candidato, sus asesores le recomendaron enfáticamente que tenía que contener sus enojos; y al parecer les hizo caso para evitar que éstos se le revirtieran mediante el enojo de sus contendientes. Sin embargo, todo indica que después de tres años, esa cualidad adquirida desapareció y sus berrinches le están trayendo problemas muy serios en la tarea de gobernar, ya que generan roces con las fuerzas políticas de oposición y otros sectores sociales importantes, además de provocarle pérdida de popularidad.
Su conducta mesiánica ha generado tantos problemas al interior de su partido y entre algunos de sus colaboradores más cercanos, que en los pasillos del antiguo palacio virreinal se comentan las inconformidades y desacuerdos que están acabando con la “unidad” del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y que la oposición podría capitalizar en las próximas elecciones locales.
La situación empeoró con los severos reveses que tanto AMLO como Morena sufrieron en días pasados: la fallida consulta popular de revocación de mandato, el rechazo en San Lázaro de su soñada reforma eléctrica y las protestas feministas que ante el caso de la joven Debanhi denunciaron la indiferencia del gobierno ante los imparables feminicidios que se registran en el país. AMLO podría recibir otros reveses si se atreve a promover una reforma electoral y a subordinar a la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
El Presidente y su partido han entrado en una crisis política inocultable, como se advierte en la reciente declaración del senador Ricardo Monreal, quien reconoció que en las cámaras de Senadores y Diputados “se vislumbra mayor dificultad para alcanzar acuerdos y consensos. Ambas Cámaras podrían entrar en un proceso de parálisis legislativa en temas fundamentales que requieren mayorías calificadas”.
Es el exceso de confianza de un Presidente que creyó conservar todo el sexenio el respaldo que tuvo en 2018. Pero ya pasaron casi cuatro años de gobierno y las cosas no son iguales; sus malas decisiones comenzaron al inicio de su gobierno y en 2020, con la pandemia, tuvieron su mayor impacto social por la mala atención a la salud de los mexicanos. Hoy, la violencia delictiva, la inseguridad pública, la pobreza extrema, la carestía en los productos de primera necesidad y el desvío de recursos públicos hacia obras de relumbrón como el Tren Maya y el AIFA lo ubican como el peor Gobierno Federal de las últimas tres décadas. Un gobierno que con el afán de “cambiar todo”, destruye todo y finalmente no cambia nada.
Después de los múltiples ataques y persecuciones que desde la Presidencia de la República ha recibido, la oposición ya entendió que su actitud más congruente con la realidad del país consiste en frenar todas las acciones de AMLO orientadas a destruir a México. La oposición debe estar consciente de que ha dado ya un primer paso positivo y que más adelante tiene que construir acuerdos para frenar el proyecto autoritario.
Para AMLO y su partido el tiempo es “oro”, pero lo siguen desaprovechando y prefieren lanzar ataques y descalificaciones contra todo mundo. La oposición debe capitalizar las actitudes dictatoriales del Presidente, aprovechar el descenso de su popularidad en las elecciones de este año, de 2023 y desde luego de 2024, cuando habrá relevo presidencial. Pero para ello es indispensable que considere al pueblo y a los electores inconformes con las injusticias del Gobierno Federal.
El gobierno morenista parece no medir las repercusiones negativas que la mayoría de sus acciones han tenido en la sociedad y que “los focos rojos” se encienden en todas partes. Lo más seguro es que AMLO pierda respaldo rápidamente y que las muestras de apoyo se concentren solo entre sus partidarios más duros, que no serán suficientes para que Morena gane elecciones en muchos lugares del país. Además, sigue latente el riesgo de que la crisis política y financiera se agudice en los años que restan de la actual administración, cuando los seguidores de AMLO y Morena estarán arrepentidos por todo el daño que este mal gobierno le ha ocasionado al país. Por el momento, querido lector, es todo.